Carlos E. Gómez Sosa
La forma de ser de los mayas está determinada por un conjunto de tradiciones y costumbres que los identifican como grupo y como sociedad. El lenguaje maya que se habla, los rituales que conocemos y practicamos, el arte y las fiestas populares, constituyen manifestaciones culturales, cuyo origen va más allá de su realidad presente.
Nuestra cultura se encuentra determinada tanto por nuestra historia como por las actividades que nos identifican con otros seres humanos, como es el caso de los usos y las costumbres que comparten una comunidad o sociedad. Hoy la cultura maya, es el resultado del enfrentamiento y la asimilación de dos tradiciones distintas: la española y la maya.
La cultura en Yucatán está conformada por un vasto conjunto de elementos que involucran tanto tradiciones orales y artísticas, como los festejos populares, canciones en lengua maya, obras escritas, indumentaria y una rica gastronomía que nos identifica, entre algunos. A pesar de que muchas manifestaciones culturales se han ido perdiendo a partir de la conquista y asimilación de la cultura europea, nuestra riqueza cultural ha logrado sobrevivir gracias al sentido de pertenencia y funcionalidad de sus creadores.
Hoy día, muchas tradiciones y modos de ver el mundo, así como ideas de lo bello y lo que nos es propio, están presente en la vida de los mayas contemporáneos de muchas comunidades de Yucatán. Se puede apreciar en muchas comunidades rurales y urbanas la vigencia de una serie de ritos mágico-religiosos asociados con la antigua cosmovisión maya.
Muchas manifestaciones que hoy se presentan han sido producto de la asimilación de distintos elementos culturales, los cuales se ven reflejados en las fiestas patronales dedicadas a los santos o fieles difuntos, que retoman la vieja costumbre prehispánica de las ofrendas. Así, cada 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre se colocar altares en los que se ofrecen platillos típicos, como tamales o el mucbilpollo, frutas, flores, velas, veladoras, entre otros elementos, a nuestros difuntos.
La comida representa una muestra de nuestra cultura y raíces históricas. De hecho la gastronomía es probablemente uno de los espacios en que es más fácil reconocer la asimilación de las distintas tradiciones que conforman nuestra cultura actual. Muchos de los ingredientes propios de nuestra alimentación cotidiana, el maíz, chile o frijol, son de origen prehispánico, y al ser combinados con otros, como la carne de puerco o el queso, se ha convertido en verdadera nuestra del mestizaje cultural.
Por otra parte, la indumentaria es una de las manifestaciones culturales presentes en la vida cotidiana de Yucatán. En épocas anteriores la forma de vestir determinaba la pertenencia a un grupo social. Así, la manta era un material propio de la vestimenta maya, mientras que la joyería y el uso de otras telas y vestidos típicos europeos caracterizaron la indumentaria de los sectores blancos. Gradualmente esto fue cambiando de forma significativa hasta constituirse lo que ahora consideramos como la vestimenta regional, típicamente asociada a los mestizos.
Otro elemento de nuestra cultura maya es la medicina, pues en la actualidad, en nuestra región, coexisten costumbres ancestrales propias de la herbolaria maya, como la utilización de hierbas y plantas medicinales que se continúan aplicando como remedios para algunas enfermedades comunes.
Por lo que se refiere a la música, sabemos que ésta tenía un carácter religioso entre los antiguos mayas, a través de danzas rituales que se acompañaban con instrumentos de viento y repercusión.
Una muestra propia de la riqueza cultural es la literatura, como los libros del Chilam Balam y el Popol Vuh, que constituyen una muestra invaluable de una tradición literaria, a pesar de haber sido recopilado en la época colonial, posterior a la Conquista de México, refleja las creencias religiosas de los mayas antiguos y relatan la forma en que vivían estos pueblos, sus costumbres y modos vida.
La difusión de estas manifestaciones culturales será de importancia para lograr su permanencia entre las nuevas generaciones. Sin embargo, resulta necesario reconocer, conocer y valorar su origen para tomar conciencia de su relevancia como riqueza cultural de Yucatán.