Jorge Cortés Ancona
Hay una analogía entre teatro y deporte que no solamente se debe a las condiciones de representación y de desenvolvimiento físico propias de ambas actividades. La parte emotiva y de ensimismamiento tienen un papel más relevante, como señalaba Antonin Artaud, en un texto incluido en El teatro y su doble, en cuanto a que el actor contaba con una coraza afectiva que hacía de él “un atleta del corazón”.
El actor es el doble afectivo del atleta, según Artaud: “El punto en que se apoya el atleta para correr es el mismo en que se apoya el actor para emitir una imprecación espasmódica; pero en la carrera del actor se ha vuelto hacia el interior. Todos los recursos de la lucha, del boxeo, de los cien metros, del salto en alto, encuentran bases orgánicamente análogas en el movimiento de las pasiones, tienen los mismos puntos físicos de sustentación. Con esta corrección adicional, sin embargo: de que aquí el movimiento es inverso; por ejemplo, el cuerpo del actor se apoya en la respiración, mientras que en el luchador, en el atleta físico, la respiración se apoya en el cuerpo”.
Por otro lado, puede pensarse metafóricamente en las condiciones dramáticas del deporte, considerando con Hans Ulrich Gumbrecht, que “la dimensión de la competencia o, en términos menos abstractos, la oportunidad de ganar y el riesgo de perder, da lugar al drama” y con ello a una especie de transfiguración de los atletas, en cuanto al modo en que los percibimos y recordamos.
De ello deriva que la confluencia de teatro, juego y deporte tenga bases históricas y culturales ancestrales. Pero además, la práctica teatral ha hecho uso de ciertos deportes y determinados ejercicios físicos, equiparables por su disciplina y rutina a prácticas deportivas. La esgrima, gimnasia, artes marciales, entre otras, pueden constituir parte del entrenamiento actoral con miras al desarrollo del cuerpo en escena.
Esta situación es consecuencia de los cambios que se dieron a lo largo del siglo XX en relación a las acciones corporales y al cuidado del cuerpo en escena, dentro de las diversas teorías teatrales europeas. La expresión corporal se manifestó de diferentes maneras, hasta hacer constar la preponderancia en los teóricos, directores y ejecutantes del teatro de una primacía de la representación sobre el texto dramático, donde una de las consideraciones es la de la presencia corporal del actor, con sus desplazamientos y percibiendo de cerca su respiración, sus agitaciones y sus emanaciones.
Al menos, para los dramaturgos se ha generado una conciencia de los significados que puede adquirir la acción corporal en sus creaciones dramáticas. De manera inevitable, quienes escriben obras de teatro sobre deportes tienen en claro la importancia de evidenciar la condición de este dentro del ámbito escénico y, a la vez, en obras de cualquier tema se pueden incluir ejercicios de gimnasia, boxeo, lucha libre, artes marciales, esgrima, fútbol y otros deportes, posibles de interpretarse literalmente o de modo simbólico. El deporte deviene entonces en un recurso teatral aprovechable de múltiples maneras.