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Internacional

El 'Apocalipsis electoral” en Estados Unidos

Pedro Díaz Arcia

Más allá de las especulaciones de lo que sucederá en el juicio político al que será sometido el presidente Donald Trump en el Senado y del que debe salir con un estrepitoso grito de victoria; lo más importante es analizar las expectativas respecto a la contienda electoral del 3 de noviembre de 2020. Se conoce que los inversores intentan protegerse de un “Apocalipsis electoral” por la extrema polarización en el país.

Aventuré hace poco que “La gran paradoja sería que Trump fuera exonerado, fortaleciendo sus aspiraciones a la reelección, y los demócratas sufrieran una derrota política en los umbrales de la contienda presidencial”. A estas alturas, siguiendo el rastro de los hechos, todo indica que el impeachment hasta ahora no ha logrado mellar el muro de sus seguidores republicanos, que hoy dan más crédito a otros temas.

¿Qué vendrá luego del resultado del impeachment? Mientras el magnate fortalece sus bases en plena campaña, el Partido Demócrata, sin candidato aún, marcha hacia unas primarias que el Partido republicano saltó.

En Estados Unidos el presidente y el vicepresidente no se eligen por el voto directo, sino que es el Colegio Electoral el órgano encargado de designarlos. En noviembre del año entrante, de acuerdo a lo establecido, el partido que gane en cualquier estado acarreará todos los votos, sin importar la cantidad obtenida por el contrario.

Por ejemplo, el que triunfe en California tendrá 55 delegados en el Colegio Electoral y el que lo logre en Vermont obtendrá sólo tres. Un total de 538 compromisarios integrarán el órgano que tiene en sus manos el nombramiento del gobernante y que lo decidirá con la cifra clave de 270 votos electorales. Más de 227 millones de votantes están convocados a las urnas en los 50 estados de la Unión más el Distrito de Columbia, Washington, D.C., que no es un estado pero que en virtud de la Vigesimotercera Enmienda elige un número de compromisarios equivalente al menos poblado (3 votos), como Delaware y Alaska entre otros. Finalmente en 2016 el candidato republicano recibió 304 votos electorales contra 227 de Hillary Clinton para “dejarla al campo” cuando había obtenido 2.8 millones de votos más que su contrincante.

En esas elecciones, el magnate logró imponerse en los estados industriales situados en la región de los grandes lagos: Michigan, Pennsylvania y Wisconsin (donde Clinton lideraba los sondeos y que dieron a su rival los 30 votos decisivos). También en los llamados “swing states” (“estados en disputa”): Ohio y Florida y otros menores de esta categoría como Arizona, Georgia, Iowa y Carolina del Norte. La ex secretaria de Estado ganó los estados de Colorado, Nevada, Virginia y Nuevo Hampshire, en disputa.

En realidad los que asisten a votar no superan el 60%. Además, en anteriores ocasiones unos 51 millones con derecho a elegir no se registraron y otros 24 millones tuvieron “serios errores” en el registro. Terreno útil para el fraude.

Las estrategias electorales deben estar concentradas en atraer a los independientes, a los indecisos y abstencionistas; así como en ganar los estados péndulos, los que vacilan entre uno y otro. Se calcula que ahora serían: Pennsylvania, Wisconsin y Arizona.

Es difícil hacer pronósticos, se trata de “un deporte de alto riesgo”, como se ha dicho. Hay que esperar. Mientras más se acerque el devenir, el cono de probabilidades se estrechará.

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