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Alfredo García

Frágil tregua

La guerra de rapiña por los recursos naturales de Sudán entró en un período de frágil tregua. El Consejo Militar, CM, que derrocó al presidente Omar al Bashir el pasado abril y la oposición agrupadas en la Alianza para la Libertad y el Cambio, ALC, alcanzaron un acuerdo para crear un Consejo Soberano que conducirá al sufrido país africano a elecciones generales, después de un período de transición de 3 años.

El convenio se atribuye a la mediación de la Unión Africana, UA, y al primer ministro etíope, Abiy Ahmed, quien después de tensas negociaciones propuso una solución salomónica: Un Consejo Soberano de 11 miembros, 6 civiles y 5 militares y una Presidencia ocupada durante los primeros 18 meses por un general y el resto del tiempo que dure la transición, al menos otro año y medio, por un civil. La dirección de este gobierno de transición y su composición eran el principal punto de desacuerdo en las conversaciones entre el CM y la ALC. La UA había suspendido a Sudán como miembro del organismo panafricano el pasado 6 de junio, hasta que el poder fuera transferido a una autoridad civil.

La República de Sudán con un millón 861,484 km2 y una población de 40 millones 500 mil personas, está situada al Noreste de Africa y comparte frontera con Egipto al Norte, el mar Rojo al Noroeste, Eritrea y Etiopía al Este, Sudán del Sur al Sur, la República Centroafricana al Suroeste, Chad al Oeste y Libia al Oeste.

Desde la edad antigua Sudán perteneció a diversos Estados siendo la última metrópoli el Reino Unido, de quien obtuvo la independencia el 1 de enero de 1956, en medio de una cruenta guerra civil atizada por antiguos conflictos étnicos, religiosos y económicos entre la población del Norte árabe-musulmana y la del Sur, animista-nilótica-cristiana y negra, antagonismo que dura hasta nuestros días y que ha dejado un saldo de violencia de más de 400 mil muertos y 2.5 millones de desplazados.

Sin embargo, la verdadera fuente de violencia no reside en las diferencias entre su población, sino en la desleal competencia entre los gobiernos de las transnacionales por el control y explotación de sus recursos naturales, en particular el petróleo. La región Sur de Sudán produce el 85% del petróleo, pero al no tener acceso al mar, el crudo es enviado a las refinerías del puerto Sudán situado en el mar Rojo a través de un oleoducto en la región Norte de más de 1,500 kms. de extensión.

La resistencia del autoritario presidente Bashir a las presiones norteamericanas, favoreció las inversiones de China, Malasia y Rusia en la explotación petrolera del país. Entonces EU y la Unión Europea, UE, coordinaron la ofensiva injerencista a partir de 2007 que provocó el nacimiento de Sudán del Sur en 2011, bajo control de EU y sus aliados. Pero no fue suficiente. La acusación de la Corte Penal Internacional contra Bashir de “genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra” en Darfur y la autoritaria conducción del país durante 26 años creó condiciones para una explosión social exigiendo su renuncia, tras la cual el pasado 11 de abril, el Ejército tomó control del gobierno anunciando un ambiguo período de “transición”, poniendo fin a la movilización popular mediante sangrienta represión. Trascendió que los líderes golpistas del Ejército, cuentan con el apoyo político, financiero y militar de Arabia Saudita y las monarquías del Golfo.

A pesar de su riqueza en petróleo, gas, oro, tungsteno y zinc, Sudán es uno de los países más pobres del continente africano. Sus recursos naturales explotados por empresas extranjeras, en vez de brindarle prosperidad a su pueblo, han sido la fuente del atraso, la violencia y la pobreza.

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