Alvaro Cepeda Neri
I.- La pandilla peñista-priísta que dirigió Javier Duarte de Ochoa, se robó todo el patrimonio de Veracruz y por órdenes de Peña, indudablemente, la PGR lo consignó con semipruebas ante un tribunal que, además, fue generoso al juzgarlo y sancionarlo únicamente con 9 años de prisión y una multa de 58 mil pesos. A pesar de que se robó más de 74 mil millones de pesos; y sembró de secuestrados, desaparecidos, feminicidios y fosas clandestinas a la entidad. El blindaje de esa corrupción es la impunidad en un sistema judicial que empieza con el Ministerio Público Federal; una PGR bajo las órdenes del presidencialismo que hoy encabeza Peña, igual que siempre desde el alemanismo. Y cuando pende sobre ese infame sistema la Espada de López Obrador para cortar de tajo la impunidad, la corrupción y el tráfico de influencias. Desgracia que empezó con el saqueador Alemán, y siguió imparable con Ruiz Cortines, López Mateos, Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña.
II.- Si AMLO no le corta la cabeza, la cola y las patas a esa corrupción-impunidad, el pueblo que lo vitorea se rebelará más allá de los actos de justicia por propia mano, en un levantamiento social que lo pondrá de “patitas en la calle” con o sin la revocación del mandato. Los desgobernadores peñistas a los que Peña elogió y encubrió, con algunos de sus colaboradores: Ruiz Esparza, Videgaray, Miranda, Robles, Korenfeld, Lozoya, Deschamps, etc., han dejado en ruinas a los mexicanos y al país en bancarrota. Y nos resultan con la generosa sentencia a Duarte, cuya esposa vive feliz en el dorado exilio. Ambos se robaron 74 mil millones de pesos y así se hayan recuperado bienes inmuebles y algo de ese dinero, por el delito de robo, peculado y todos los actos cometidos, incluyendo miles de homicidios de veracruzanos, el desgobernador merece cadena perpetua o al menos 50 años para que se pudra en la cárcel. No puede dejarse como un hecho consumado, ya que entonces Duarte estará en libertad condicional durante dos años más, sin sancionarlo por haber huido con su cómplice Karime.
III.- Peña negoció con Duarte para que no hablara de la millonaria cooperación a la campaña peñista para el fraude con el que se coronó presidente y por eso con endebles pruebas fue presentado ante el juez y éste, con la confesión del desgobernador al autodeclararse culpable, generosamente casi lo han puesto en el umbral de la libertad. Duarte de Ochoa se robó todo lo que había en Veracruz. Y ante el perdón que le han otorgado, nadie se sorprenda si lo linchan las madres, esposas e hijos de los asesinados por Duarte y su pandilla. Ante la injusticia institucional, el pueblo no tiene más opción que hacerse justicia por propia mano y quitarle mansiones, haciendas, casas, dinero en el extranjero. Robó. Saqueó. Asesinó. Por eso Javier Duarte de Ochoa, por el resto de los delitos que no lo han juzgado, merece la sanción de medio siglo en la cárcel. De lo contrario están provocando más al pueblo para que éste, harto de tanta corrupción e impunidad, tome la justicia en sus manos.
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