De la Redacción
Familiares y amigos de los policías municipales detenidos ayer en cumplimiento de una orden de aprehensión se hicieron presentes en la Fiscalía General del Estado de la zona norte, esto al enterarse que los elementos policíacos estaban ya en la dependencia.
Todos vieron cuando los policías fueron sacados, esposados, para subirlos a un autobús en el que fueron llevados al Cereso de esta ciudad.
Hasta allá, los familiares de los policías acudieron para conocer la situación de los elementos, alegando que se habían violentado sus derechos civiles, pues algunos contaban con un amparo; el que no surtió efecto, se supo, por ser promovido antes de librarse la orden de aprehensión.
Habían pasado ya algunos minutos desde que 16 policías municipales fueron detenidos por la Policía Ministerial, e ingresados a la Fiscalía General del Estado zona norte, cuando una docena de personas empezaron a agruparse afuera de la dependencia.
Eran familiares de los policías municipales detenidos y en algunos casos, también abogados que insistían en que sus defendidos habían sido detenidos injustamente, “pues estaban amparados”.
Sin embargo, dichos amparos fueron otorgados por un juez federal antes de librarse las órdenes de aprehensión, por lo que el recurso legal no tuvo efecto, y cuando se expidieron los mandatos judiciales pudieron ser cumplidos.
Algunos de los policías detenidos hicieron llegar sus pertenencias a sus familiares, las cuales fueron entregadas por elementos de la Policía Ministerial.
Cuando los policías detenidos fueron sacados de la Fiscalía, para ser subidos al autobús de la Secretaría Estatal de Seguridad Pública, sus familiares pudieron ver como todos iban esposados, cual delincuentes.
Al ver que el convoy de unidades policíacas y militares comenzó a moverse junto con el autobús, los familiares de los policías se organizaron para acudir al Centro de Reinserción Social (Cereso) de esta ciudad, a donde fueron llevados los 16 elementos detenidos.
Ahí en el Cereso, los familiares de los policías hicieron fila en la entrada del penal, para preguntar por los policías, observando como uno a uno era bajado del autobús, para pasar por la aduana en el penal, para finalmente ser ingresados a las celdas correspondientes a los internos de nuevo ingreso.
Elementos estatales les indicaron que irían nombrando uno a uno, para que un familiar pudiera entrar a recoger las pertenencias que aún tenían en su poder.
Una vez que todos los policías detenidos ingresaron al penal, el autobús en el que llegaron salió, mientras que afuera quedaron elementos ministeriales, estatales y militares, vigilando las inmediaciones del Cereso.
Poco a poco los familiares de los policías municipales detenidos fueron dispersándose, hasta retirarse del Cereso, pues nada podían hacer más que esperar a que se cumplan los términos de ley.