Jorge A. Franco CáceresIntroducción
La esencia del credo inmobiliario en Mérida reside en el deseo de los más clasistas empresarios de bienes raíces de forzar a los yucatecos sencillos a cambiar su ciudad capital en la dirección elitista señalada por el mercadeo urbano y la gobernanza demagógica del urbanismo especulativo.
Dicho credo local responde al apego oligárquico de los agentes locales a una tendencia común del capitalismo inmobiliario, empeñada en utilizar las necesidades ciudadanas de vivienda, obras y servicios para implementar proyectos arquitectónicos de interés transnacional que, más allá de sus calidades y de los problemas sociales, destacan por sus artificios estratificados y policéntricos.
Perfiles del creyente fanático y afanes del credo inmobiliario
El fanático yucateco del capitalismo inmobiliario es una criatura que se siente muy orgullosa de su profesión especializada. Como creyente afanoso se mira a sí mismo como un gran altruista del urbanismo empresarial. A menudo, declara estar más interesado en ayudar a los demás en asuntos de bienes raíces que en ocuparse de analizar las consecuencias urbanas de sus proyectos.
Quiere también salvar almas perdidas por la nostalgia urbana; redimirlas del pecado capital de la reconstrucción patrimonial; liberarlas del error de no vivir de acuerdo con la arquitectura inmobiliaria de clase mundial. Por encima de todo, el credo inmobiliario emeritense quiere demostrar a los yucatecos que pueden modificar sus hábitos residenciales; enseñarles que deben vivir en desarrollos exclusivos; mostrarles las ventajas patrimoniales de acumular bienes raíces.
En aras de la misión salvífica o redentora, el credo emeritense del capitalismo inmobiliario instruye objetivos para consolidar portafolios de proyectos arquitectónicos que considera de alto nivel. Así, se pretende guía de las empresas yucatecas de bienes raíces Premium de alta rentabilidad, mismas que reconoce rotundamente exitosas cuando consiguen colocar certificados de capital de desarrollo por montos globales de varios miles millones de pesos en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV).
El credo inmobiliario yucateco se muestra al mundo globalizado como catecismo ejemplar de negocios privados del urbanismo especulativo cuando consigue implantar proyectos arquitectónicos contundentemente estratificadores y policéntricos: Yucatan Country Club, Vía Montejo, Country Towers en Mérida, etc.; otros que considera de verdadero lujo en Cancún como SLS Harbour Beach, SLS Cancún y Aria Puerto Cancún; otros más que denomina como desarrollo del lifestyle en Tulum con Aldea Maya, etc., e incluye sus creencias mercantiles sobre nuevos horizontes cuando habla de islas privadas en el Caribe, como Four Seasons Caye Chapel Belice, como uno de los resorts más exclusivos del planeta Tierra.
Asimismo, el credo emeritense del capitalismo inmobiliario dispone que sus fanáticos yucatecos hablen ante los medios impresos y electrónicos de los “éxitos” de sus operaciones arquitectónicas durante décadas en nuestro país, puntualizando que funcionan con base en el conocimiento experto de los mercados de gamma alta y del panorama del real estate en los lugares donde invierte, así como la transformación del paisaje y la creación de experiencias de un lujoso, exclusivo e innovador estilo de vida.
Siguiendo el credo inmobiliario emeritense, sus creyentes afanosos han desarrollado proyectos residenciales y de usos mixtos durante años, que representan cientos millones de dólares de capital comprometido y más de varios millones de metros cuadrados de área bruta rentable o vendible en los sectores de Mérida. Se trata de zonas que considera claves para el mercadeo urbano y el urbanismo especulativo, entre los que pondera usos específicos: el comercial, el turístico, el uso mixto, el residencial y corporativo. En los prospectos de colocación de los fanáticos inmobiliarios, suelen enlistarse los pipelines que contemplan los proyectos a desarrollar entre dichos ámbitos.
De igual manera, el credo inmobiliario prescribe que sus seguidores yucatecos deben realizar fuertes alianzas estratégicas con los socios comerciales más elitistas de talla internacional, sea para enriquecer su aprendizaje en el sector o para fortalecer su presencia en el mercado nacional. Así, autoriza que las empresas de arquitectura inmobiliaria desarrollen proyectos en conjunto con algunos de las firmas transnacionales más poderosas de la industria inmobiliaria por sus proyectos de urbanismo especulativo: Four Seasons Resorts, Related Group, Grupo Hotelero Santa Fe, Thor Urbana Capital y U-Calli, entre otros.
Conclusiones
El credo inmobiliario emeritense se afana desde sus templos empresariales para que cada uno de los proyectos arquitectónicos se pretenda como una obra magistral para engrandecer Mérida como metrópoli globalizada. Sólo consiguen ser eficientes para hacerla más desordenada e inequitativa por estratificada y policéntrica.
Exige que sus seguidores estén más interesados en convencer a otros con sus creaciones fantásticas que en convencerse a sí mismos de nada, por la sencilla razón de que tienen una profesión especializada bastante exigua, es decir, sin ninguna posibilidad de transcendencia al margen de los privilegios financieros que santifica el capitalismo inmobiliario.
Los grandes señores del capitalismo inmobiliario quieren salvar nuestras almas del patrimonialismo cultural, del pluralismo democrático y del expresionismo libertario sobre el urbanismo integral y sostenible. Todo esto, según ellos, es muy pero que muy perjudicial para la salud del mercadeo urbano y la gobernanza demagógica prescritos desde el mundo globalizado.
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