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Yucatán

La pobreza indignante en la que viven la mayoría de los mexicanos

Pilar Faller Menéndez

En definitiva, no podemos hablar de un solo país, ya que no todos los mexicanos gozan de los mismos derechos, oportunidades, ni conocen éstos debido a la marginación que viven, en comunidades aisladas, donde muchos ni siquiera conocen nuestro idioma oficial, pero siempre cínicamente decimos que estamos orgullosos de nuestras raíces y de la riqueza cultural que tiene nuestro país que lo llena de colores con su artesanía, sus trajes típicos y sus tradiciones.

Una cosa es saber de esa riqueza, y otra es ver las condiciones en las que viven quienes siguen representando un origen prehispánico que han defendido a pesar de la conquista española y que tratan de preservar, ya que muchas veces alguien se acuerda de ellos con fines de lucro, para mostrar a turistas ceremonias sagradas a cambio de unas monedas que los ayudan a subsistir, mostrando la importancia ceremonial y sagrada de sus costumbres, a las que antes no permitían el acceso a extraños.

Muchos han tenido que abandonar sus comunidades en busca de sustento, ofreciendo sus productos a precios que no concuerdan con su valor, y todavía se tiene la osadía de regatear lo que está hecho con manos propias, cuando en grandes almacenes pagamos sin atrevernos a pedir una rebaja o redondeamos nuestras compras en supermercados y tiendas de conveniencia, destinado a causas nobles, pero que no están dirigidas hacia ellos, aunque éstas ayuden a otro sector que también lo necesita.

Dejar sus comunidades implica enfrentarse a lo desconocido, ya que muchas veces es muy difícil para ellos comunicarse, debido a que desconocen el idioma español y traen lo que muchos consideramos como productos extraordinarios a bajo precio, sin pensar que muchos no tienen idea de lo que realmente vale su trabajo.

El otro México, que constituye una minoría, vive en una burbuja pendiente solamente de sus necesidades y contempla la pobreza de su alrededor como parte del paisaje cotidiano ya que se encuentra en todas partes, y se ha vuelto apático ante este problema. Este otro México, el que muchos llaman neoliberalista, es el que tiene una corresponsabilidad para amainar estos contrastes desgarradores y que tiene el poder para realizar un verdadero cambio y pensar que ricos y pobres vivimos en el mismo país que se vuelve más grande cuando tiene una conciencia social, que debe permearse en los ciudadanos que tienen los medios para hacerlo, coadyuvando al gobierno en esta tarea.

Una causa noble sería mirar y ser empáticos con ellos, crear fuentes de empleo y valorar su trabajo, y no aprovecharnos de la necesidad en la que viven para pagar sueldos tan bajos, con los que una familia no puede subsistir. Tal vez si conociéramos su historia seríamos más conscientes de que el México en el que viven es muy diferente al de los privilegiados. Al ignorar este abismo que nos separa, no hará que su realidad desaparezca, si pedimos justicia para las cosas que nos indignan, una de las principales debería de ser ésta.

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