Enrique Martín Briceño abordó anoche “La historia de la jarana y de la canción yucateca”, como parte del ciclo de conferencias “Historia de las expresiones culturales en Yucatán”, en el marco del XXV aniversario del Patronato Prohistoria Peninsular.
Martín Briceño citó que, como antecedentes de la jarana, figuran los sones como “El degollete”, “Los aires”, “La palomita y el jarabe gatuno”, que datan del siglo XIX, y también dijo que nuestro baile regional recibió influencias caribeñas en la instrumentación y sonidos.
Añadió que la jarana es el baile de los indios y mestizos que nunca falta en las fiestas patronales, pues es el elemento esencial de la vaquería yucateca, la cual marca el inicio de la fiesta; también se toca en procesiones y corridas, así como en otro tipo de celebraciones tradicionales.
Señaló que en muchas poblaciones conserva un sentido religioso, pues se baila para cumplir una promesa hecha al santo patrono. Su raíz indígena es patente en éste y otros significados, como en el acompañamiento de la siembra de la ceiba en el ruedo, por ejemplo.
Hay dos tipos
En la jarana hay dos tipos: la valseada (en compás de 3/4), más lenta, y la zapateada (en 6/8), más ágil.
Las jaranas son interpretadas en las vaquerías por una orquesta jaranera (dos saxofones altos, dos clarinetes, un saxofón tenor, dos trompetas, un trombón, timbales, huiro, bajo eléctrico, teclado eléctrico y un cantante). En otros momentos, es tocada por una versión reducida, una trompeta, tarola, bombo y huiro, que se le conoce como charanga.
El conferencista señaló que los compositores Gustavo Río, Efraín Pérez y Daniel Ayala usaron la jarana como temas sinfónicos. Y en el teatro regional la empleó Rubén Darío Herrera.
Por lo que toca a la canción yucateca, se refirió a las aportaciones de Chan Cil, Pepe Domínguez, Ricardo Palmerín, Guty Cárdenas, Pastor Cervera y Enrique “Caqui” Navarro.
(José Manrique)