Gabriel Zapata Bello
En momentos como el actual, merece recordarse a un eminente cubano universal que realizó una de las mayores aportaciones científicas en el campo de la salud respecto a la transmisión de enfermedades por agentes biológicos: el médico camagüeyano Carlos Juan Finlay y Barrés.
Hijo de un médico inglés y de madre española, nació en Camagüey en 1833 y realizó sus estudios iniciales en Francia para después trasladarse a Philadelphia, donde se graduó de médico en el Jefferson Medical College en 1855, y falleció en La Habana en 1915.
Finlay fue el primero en postular en 1881 la teoría del mosquito Aedes como organismo transmisor y causante de la fiebre amarilla, teoría que en su momento fue recibida con frialdad y escepticismo por la comunidad sanitaria internacional, pero que a partir de experimentos que realizó posteriormente en Cuba, comprobó que el mosquito Aedes aegipty era el vector epidemiológico de la enfermedad que entonces causaba la muerte del 10% de la fuerza laboral en países de clima tropical y húmedo como los de Latinoamérica y Africa.
Descubrió también que un individuo picado una vez por un mosquito infectado, quedaba inmunizado contra futuros ataques de la enfermedad, por lo que de ese conocimiento nació el suero contra la fiebre amarilla. Gracias a sus aportaciones científicas, el control de la enfermedad se enfocó en prevenir el control del mosquito.
En Yucatán, los diversos cronistas relatan los brotes epidémicos de la fiebre amarilla desde la época precolombina y durante toda la etapa colonial; hasta el siglo XIX e inicios del XX, el Estado todavía no se libraba de esta enfermedad endémica. Mencionaba el Dr. Renán Góngora Bianchi –recientemente fallecido– que todavía a principios del siglo XX “era frecuente ver ondear banderas amarillas en las azoteas de las casas de Veracruz y Mérida (…) Era una señal de cuarentena que se emitía para avisar a la población que no se acercara a esos sitios ya devastados por la fiebre amarilla, que entre la gente era bien identificada como el “vómito negro”.1
En 1905, 1906 y 1911 hubo brotes de fiebre amarilla en Mérida y las medidas sanitarias que tomaban no daban los resultados esperados. Fue hasta 1923 cuando, tomando las bases científicas establecidas por Finlay y que fueron exitosas en Cuba y Panamá, se inició una campaña contra la fiebre amarilla para controlar y erradicar el mosco Aedes aegipty, consistente en visitar las 16 mil casas existentes en Mérida en ese entonces, petrolizando sus 12 mil sumideros y utilizando peces larvicidas en los depósitos de agua y aljibes de agua de lluvia.2 En octubre de 1924 se declaró erradicada la fiebre amarilla en la república mexicana.
El 3 de diciembre de 1956 se develó un busto y una placa de este sabio en Mérida, Yucatán, la cual se encuentra en el Parque de las Américas, justo a la entrada del Centro Cultural José Martí en la colonia García Ginerés.
El Diario de la Marina, de La Habana, del 4 de diciembre de ese año, en su primera plana, publicó la reseña de la develación de dicho busto, el cual fue donado por el entonces Presidente de la República de Cuba, Fulgencio Batista, representado en el acto por el Dr. Gustavo A. Brock, director de enseñanza politécnica; por el gobierno local estuvo el Lic. Nicolás López Rivas, secretario general de gobierno, así como el alcalde de Mérida Sr. Benjamín Góngora Triay. 3
La placa fundida en bronce en los talleres del Instituto Cívico Militar de Ceiba del Agua en Cuba, fue donada por el Distrito 101 de Rotarios Internacional de Cuba, cuyos representantes acudieron también, aquella tarde de invierno de 1956, al acto de develación.
En el discurso final, el alcalde meridano Benjamín Góngora Triay mencionó que Martí y Finlay eran dos libertadores de América: “Martí que libertó a Cuba de la injusticia humana de la esclavitud, contribuyendo a su independencia; y Finlay, libertando a América del azote de una de las enfermedades mortales: la fiebre amarilla.”4
La Organización Panamericana de la Salud proclamó en 1953 como “Día del Médico de Las Américas” el 3 de diciembre, en homenaje al nacimiento del doctor Carlos Juan Finlay, el prominente médico al que sus críticos llamaron “el hombre mosquito”, aquel que gracias a sus aportaciones científicas se erradicó la fiebre amarilla en el Caribe y en el mundo.
gazabe@gmail.com
1 Góngora Bianchi, Renán, La erradicación de la fiebre amarilla en Mérida, Yucatán: una historia de tenacidad y éxito, en Revista Biomédica, CIR “Dr. Hideyo Noguchi” UADY, num 15, 2004, pp.254.
2 Oo.cit p.255.
3 Diario de la Marina, La Habana, 4 de diciembre de 1956, p1.
4 Op. Cit p.10-B.