Campeche

Bajo el ruido del tren desde hace 60 años

El peso y el ruido hacen que vibre la tierra y las casas que se encuentran cerca de las vías del ferrocarril, es a diario por las maniobras del tren que hace crujir el piso, sin embargo para los motociclistas y transeúntes que caminen a un costado pasa desapercibido al estar acostumbrados a estas acciones durante los más de 60 años que habitan en estos puntos de la ciudad.

En las colonia Santa Lucía, en la zona de la Avenida Álvaro Obregón que cruza la vía del tren, es un lugar en donde las maniobras de enganche de los furgones se realiza por lo menos en 10 minutos, quizás en algún momento llegue a los 15 minutos, no más tiempo en esta época, pero el peso de la locomotora ya no asusta a los habitantes y los automovilistas tienen que detenerse ante las maniobras de avance y reverse.

Este día, se sintió y se observó como la locomotora hace acto de presencia con su ruido. El movimiento de las ruedas acompasadas con el motor de la máquina recuerda las imágenes aterradoras que se tenían cuando el vapor era el comienzo de este medio de transporte y generaba estupefacción en los habitantes que nunca antes lo habían visto.

Ahora, ya ni los niños parecen contagiarse con el ir y venir de la locomotora mientras se enganchan los furgones para continuar con su recorrido y dejar o ir a buscar la carga que trasladará a algún punto de la Península o del sureste del país.

Lo que si provoca el ferrocarril es que algunos motociclistas decidan incorporarse a un costado de la vía del tren, aunque no es una calle de paso sino una arteria para el tránsito de los habitantes de este tramo de la ciudad. Aunque eso no le parece interesar a los conductores de ventas de aguas embotellas, cervezas o algún otro producto.

Tampoco le causa temor a los vecinos, ya que mientras el tren realiza sus maniobras también caminan por el costado para llegar hasta la esquina y llegar a su domicilio o al establecimiento comercial al cual se dirigen.

Una vecina sale a observar este hecho, está acostumbrada a escucharlo, sentirlo y verlo durante los 30 años que viven en uno de los inmuebles cercanos a la vía del ferrocarril. Son casi las 10 de la mañana y no causa extrañeza, aunque algunos automovilistas foráneos o desesperados por ganarle el paso han terminado impactado sobre las vías. El tren es traicionero, cuando se detiene por momentos.

Lo que molesta, según los vecinos, es que este tipo de maniobras a veces las realizan de dos o a las tres la mañana y por consiguiente el ruido aumenta considerablemente, aunado a que muchos se despiertan ante el impacto que genera la intensidad auricular, ya que el sonido se propaga con mayor fuerza durante la noche y madrugada.

Los habitantes que dejan sus vehículos a un costado de sus viviendas tampoco parecen importarles que se pueda registrar un percance, se han acostumbrado con el paso de los años, que ven normal este tipo de acciones e incluso han calculado los espacios para evitar ser chocados.

Los accidentes registrados por descarrilamiento son pocos, no dentro de la ciudad sino en las periferias, en la llamada antigua estación y hacia el poblado de Chiná, por el reblandecimiento de la tierra debido a la lluvia

En la Ermita, todavía se recuerda el descarrilamiento del tren, uno de los ocurridos, hace casi 30 años y de la suerte que tuvieron el conductor con su sobrina de salir librados del accidente al ser impactados por la locomotora en la combi en la cual repartían pan.

Conforme logra enganchar los furgones, de nueva cuenta, la locomotora se va alejando, el ruido, el suelo, y el tren vuelven a desaparecer de la vida cotidiana de los campechanos que viven a las orillas de la vía del ferrocarril.

Hasta que de nueva cuenta, realice sus maniobras y el ruido inconfundible del tren vuelva a reaparecer en su cotidianidad.

(Wilbert Casanova Villamonte)