La noche del pasado viernes, una imagen sencilla y silenciosa conmovió a Ciudad del Carmen. En ella se observaba a un hombre adulto, sentado en la banqueta junto a su carrito de camotes, inmerso en un gesto pensativo y acompañado únicamente por la luz tenue de la calle. No había vendido nada. Esa postal, que parecía una escena más del ir y venir cotidiano, despertó un eco emocional inesperado entre los Carmelitas.
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Esa imagen —capturada y compartida por un ciudadano carmelita— comenzó a circular rápidamente en redes sociales, generando empatía y una ola de solidaridad que cambió por completo la rutina del vendedor, identificado como Don Jorge Antonio, quien desde hace años recorre las calles de la ciudad y malecón costero ofreciendo camotes y platanitos preparados.
Lo que ocurrió en cuestión de horas pareció un recordatorio del poder de la comunidad cuando se une por una causa noble. Para este sábado, una multitud ya había respondido al llamado espontáneo de apoyo. Familias, jóvenes, trabajadores y curiosos se congregaron alrededor del carrito de Don Jorge, no solo para comprarle, sino para demostrarle que no estaba solo.
En poco más de una hora, toda su mercancía se agotó. El vendedor, sorprendido y visiblemente conmovido, expresó su profundo agradecimiento: no solo hacia la persona que viralizó la fotografía, sino hacia cada ciudadano que se acercó con una palabra, una compra o un gesto amable.
“Hoy llegué más temprano que nunca a mi casa… pero con todo vendido”, comentó Don Jorge entre sonrisas tímidas y ojos brillosos.
Los asistentes celebraron el momento como un pequeño triunfo colectivo, una prueba de que aún existen causas que vale la pena abrazar. “A este tipo de apoyos sí dan ganas de sumarse”, mencionó una vecina que acudió con su familia.
En una ciudad acostumbrada al ritmo acelerado y al silencio de la prisa, esta historia dejó una estela de nostalgia y esperanza: la de saber que, de vez en cuando, una sola fotografía puede recordarnos que todavía somos capaces de vernos y ayudarnos entre nosotros
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JY