Conrado Roche Reyes
El acorazado Potemkin es considerada una de las joyas de la cinematografía universal de todos los tiempos, y su director, Sergei Eisenstein, uno de los máximos exponentes de la creatividad cinematográfica.
Como el posteriormente famoso director venía del teatro, sus ideas en el cine fueron muy formalistas y tradicionales. El acorazado Potemkin, su obra máxima y más conocida, fue filmada por Eisenstein por encargo de las autoridades soviéticas para conmemorar el 20 aniversario de la Revolución de 1905.
La película es muy apegada a los sucesos reales que dieron origen a la misma. En el año de 1905 los marineros rusos del acorazado se amotinaron. Muchas fueron las causas del amotinamiento, precursor de la Revolución bolchevique de octubre en 1917. La trama comienza cuando los cocineros del buque se quejan de la carne podrida y agusanada en el puerto de Odesa.
El líder de la rebelión Vakulinchuk incita a los tripulantes a rebelarse ante los oficiales. Hay una pelea en la cual dicho líder es asesinado. Entonces los marinos se dirigen a Odesa, en donde exponen el cadáver de su guía arteramente asesinado. Ante el cadáver del marino, la multitud se enoja seriamente en contra de las autoridades, encabezadas por el zar. La gente va a la huelga, en donde la multitud es brutalmente reprimida por las huestes del zar Nicolás II.
Es aquí en cuando se rueda una de las escenas más recordadas y bien logradas, terribles y horrendas, la matanza de la gente del pueblo en una escalinata. Esta sola escena ha recorrido todo el mundo como un ejemplo de cómo hacer buen cine y conmover hasta las lágrimas al espectador. Las lágrimas de las mujeres son acalladas por los sables que las matan inmisericordiamente.
Existe otra excelente toma en la que la multitud esta ovacionando a los marineros, que es interrumpida con un letrero en la pantalla que dice simplemente “De repente”. Las escenas de las atrocidades de la masacre son aun hoy día, a cien años de haber sido filmada, no han perdido nada de su fuerza.
Las tropas son filmadas desde debajo de la escalinata famosa, atacan sin misericordia a hombres mujeres y niños. Para Eisenstein basta con que se vean en pantalla los fusiles del avance de la tropa.
Entonces, los ya muy encolerizados bombardean al enemigo, esto es, las tropas, y se van mar adentro, donde otros marineros se les unen.
Aunque muy apegado a lo que en realidad sucedió, esto no fue su intención principal. El director quería experimentar, explorar un nuevo lenguaje cinematográfico con experimentos de montaje. Por ejemplo, mezclando las imágenes de un hombre con planos de un ataúd, un plato de sopa o una mujer, simboliza la pena, el hambre o el deseo.
El arte de Eisenstein parece hoy días más radical aun que en la época en que se filmó. Decididamente prefiere lo épico y lo íntimo, excluyendo la personalidad de los personajes. Pone hasta el rostro del líder del motín, es exhibido como un símbolo de la humanidad, en contraposición de un ejército zarista sin rostro. Es evidente una película, en este sentido, comunista.
La escena del bebé en un cochecito rodando en las escaleras es una clara idea del director para manipular y apoderarse de nuestras emociones.
Fue evidentemente una gran película que revolucionó el cine. No existe hoy día una película de acción que no le rinda tributo a El acorazado Potemkin.
Como antes, por encargo del gobierno bolchevique, filmó una trilogía de la Revolución: La huelga, El acorazado Potemkin y Octubre.
Va a Hollywood, en donde no encajó. Todos sus proyectos fueron rechazados. Más bien por falta comprensión y no ser películas altamente comerciales. Regresa a la Unión Soviética, pero se dio cabal cuenta de que la política gubernamental era completamente contraria a sus ideas formalistas y más tradicionalistas, amén de sus innovaciones que no gustaron al régimen.
Sergei Eisenstein, uno de los pocos genios que ha dado el séptimo arte, murió en Moscú en el año de 1948, con un pobre legado de solamente ocho películas terminadas. Hay que decir que estuvo en México intentando filmar lo que el creía sería su obra maestra “Fiesta”, que nunca terminó por razones políticas. Varias escenas fueron filmadas en Yucatán, incluso el velorio real de un niño maya muerto.