Cultura

Ermilo Abreu Gómez en su aniversario

Jorge Cortés Ancona

 

Esta mañana nos encontramos aquí para conmemorar el aniversario número 124 del natalicio de Ermilo Abreu Gómez y me honra compartir con ustedes estas palabras de homenaje al destacado intelectual yucateco.

Quizá por nuestro orgulloso apego al terruño tendemos a considerar a Ermilo Abreu Gómez como un escritor centrado fundamentalmente en la región yucateca; pero si bien es autor de muchas de las páginas más esenciales acerca de la vida diaria, la historia y la cultura de Yucatán, también se interesó por otras regiones de México y del mundo, inmerso en un enriquecedor diálogo de culturas.

Viajero a lo largo del continente americano, varias de sus publicaciones se efectuaron en otros países. El mundo de Abreu Gómez fue diverso, de una producción escrita muy amplia en varios géneros, que comprende sus relatos sobre la época colonial, sus obras de teatro, sus ensayos sobre literatura española e hispanoamericana, sus numerosos artículos periodísticos, sus agudas semblanzas de colegas literatos reunidas en el libro Sala de Retratos, así como las numerosas cartas que escribió a escritores mexicanos y de otros países y los estudios literarios de carácter pedagógico, dirigidos a distintos niveles educativos.

Se dedicó a estudiar lo mismo los clásicos que el pensamiento de los pueblos originarios de México; lo mismo la vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz que diferentes momentos de la vida nacional. Junto a los héroes mayas también encontramos al héroe insurgente José María Morelos, con su vida contada a los niños, y al humilde y sabio San Francisco de Asís.

Esta actitud de apertura puede notarse en su novela más conocida, editada y leída que es Canek, que tiene como punto de partida sucesos ocurridos en el siglo XVIII, entendidos como lucha social encabezados por Jacinto Canek, pero que por medio de la ficción y de un ideario multicultural trasciende el alcance regional de los acontecimientos para plasmar una visión humanística asimilable para los lectores de otros tiempos y lugares.

Debe remarcarse que, aun cuando la información con que ahora se cuenta acerca de los hechos de Cisteil es más amplia que la que estaba disponible en las décadas de 1930 y 1940, el alto valor del Canek de Abreu Gómez no reside en su apego a la verdad histórica sino en el valor universal que alcanza a través de las acciones y pensamientos presentes en el relato. Más allá de lo ocurrido y de la documentación se expresa un sentido ético y de respeto a la dignidad humana, que en estos tiempos de coyuntura para México y Yucatán constituyen una guía a seguir.

Una peculiaridad de esta novela consiste en estar formada a base de breves textos que pueden ser concebidos como microrrelatos, ya sea narrativos o de tipo apólogo, salvo algunos que cabe considerar solamente como poemas en prosa o sentencias morales. La mayoría de estos pasajes pueden leerse con independencia textual, y así se han reproducido ya sea en libros de índole escolar o en epígrafes de obras diversas, pero a pesar de esta relativa independencia forman un conjunto textual, debido a que cada parte está enlazada dentro de una secuencia narrativa.

Un ejemplo de los microensayos es el siguiente, tan significativo en la integración de nuestro ser y acontecer con la conciencia ante ese tejido de tiempo, cosas y memoria:

“–Las cosas no vienen ni van. Las cosas no se mueven. Las cosas duermen. Somos nosotros los que vamos a ellas. Por esto la memoria no es un arma del espíritu dispuesta para evocar el pasado. Es más bien una facultad que nos permite, en un instante, ver lo que es, en su esencia, fuera del tiempo. La memoria nos permite subir a un estadio, inexplicable para nuestra conciencia, en el cual todo está presente”.

La novela ha tenido un destino amplio con numerosas ediciones y con traducciones a varios idiomas. Asimismo, de la misma han derivado obras de teatro para niños y en particular la pieza de teatro documental Canek, caudillo maya, de Raúl Cáceres Carenzo, un entrañable homenaje a la figura de don Ermilo, a cargo de un poeta y hombre de teatro que lo trató mucho en la Ciudad de México, especialmente en la fraternal compañía de los cafés capitalinos.

Abreu Gómez fue un hombre de claridad en el estilo, que sabía encauzar ideas en oposición y asimilarlas favorablemente, como lo demuestra la circunstancia de tener inclinaciones sociales libertarias que no obstaron para que fuese miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Un intelectual de tiempo completo, atento a lo que acontecía en el entorno que le tocó vivir. Hombre cabal que se desenvolvió con ética tanto en su vida como en su obra.

Llevamos años celebrándolo, pero sus libros no estaban a nuestro alcance, aunque ahora es posible leerlo cómodamente en versiones digitales. El homenaje debe ser leerlo, reflexionar sobre su pensamiento y difundirlo. Es un autor del que aún tenemos mucho por conocer.