Cultura

Santiago Domínguez Aké, cuerpo, espíritu y escritura en maya

Conrado Roche Reyes

I

Hace ya algunos ayeres entrevisté al buen escritor mayahablante Santiago Domínguez Aké. De dicha entrevista hemos sacado valiosos conocimientos acerca del pensamiento, la idiosincrasia la cosmogonía (no quería poner esta ya tan chacoteada palabra), pero… ni modos he aquí la entrevista.

–¿Qué son los mayas para ti?

–Uno de los pueblos y civilizaciones más importantes en la historia de la humanidad.

–Al parecer la milpa es una obsesión para ti.

–No es precisamente una obsesión, pero siempre me ha interesado como parte importante en la alimentación y, en general, en el alma de los mayas.

–¿La milpa es tu cosmovisión?

–Por principio de cuentas es una fuente de alimento. También es el eje del pueblo maya tanto en lo cultural como en lo material. Por ejemplo, en la llamada Guerra de Castas, teniendo esta prácticamente ganada los rebeldes mayas, la naturaleza les indicó que la época de siembras había llegado, merced a las diversas señales que tenían, ya que siendo ellos todos campesinos, sabían de la ancestral costumbre y temían la hambruna.

–Otras implicaciones de la milpa.

–Es el lugar donde el campesinado pasa la mayor parte de su vida en estrecha relación con la naturaleza y sus dioses. Permite, además, el trabajo mutuo, la cohesión familiar y la transfusión de conocimientos a los hijos acerca de lo que concierne al uso adecuado de los recursos naturales.

–¿Cómo ve la modernidad la milpa?

–Como un signo de atraso y resistencia del campesino a incorporarse a la economía de mercado. Como algo retrógrado.

–¿No lo es?

–Evidentemente que no.

–¿Qué es el progreso?

–Para el sistema significa obtener los satisfactores sin un mínimo de esfuerzo, aunque esto signifique desnutrición y enfermedad de las actuales generaciones y explotación.

La milpa permite la obtención de productos básicos de autoconsumo y la obtención de alimento para animales de traspatio que forman parte de su dieta (gallinas, cerdos, pavos) y, además, les permite obtener un talku (un ahorro) por la venta de los mismos para enfrentar cualquier eventualidad. También contribuye a la reproducción de la vida silvestre e, incluso, en el tratamiento de enfermedades, práctica ancestral maya. Cuestión que el desarrollo sustentable acaba de “descubrir”.

–¿El hombre maya actual y urbano está orgulloso de su raza?

–Por desgracia no solo no se enorgullece, sino se avergüenza de la misma. Por ejemplo, muchos de ellos saben hablar perfectamente el maya, pero lo niegan. Es uno de los efectos del choque cultural de la modernidad.

–¿Tú eres maya?

–¡Sí!

–Pero tu apellido Domínguez y tu piel clara…

–Volvemos a lo mismo. Yo soy maya porque me siento en realidad maya. Mi espíritu es maya. Lo del apellido es circunstancial, ya que en esta época es muy difícil que alguien pertenezca a alguna raza totalmente.

–¿En qué idioma escribes?

–En maya.

–Esto, ¿cómo surgió?

–Mira, pareciera que fue de forma circunstancial. En cierta ocasión, el escritor e investigador Carlos Montemayor visitó mi comunidad, Muxupip, y nos reunió a varias personas con inquietudes. Y escucha que cosa tan extraña: él, sin saber el maya, nos enseñó a escribir en dicha lengua. Fue algo de los más interesante, ya que supongo que él se tuvo que aplicar más que nosotros para transmitirnos las reglas de la escritura. Gran hombre Montemayor.

–¿Cómo es Carlos Montemayor en persona?

–Excelente. Muy humano y sencillo. Se pasaba las noches cantando con nosotros alrededor de la mesa al arrullo de la guitarra. Por cierto, no canta nada mal, y le da a la guitarra. Se sentía muy a gusto en la comunidad pese a su renombre.

–¿Tú sientes que existe discriminación hacia los indígenas?

– Existe, desde luego, una gran discriminación, situación que se acentúa en la ciudad de Mérida. Pero existe otro caso más patético aún, y es el de los mayas que emigran a la ciudad. Estos mismos reniegan de sus amigos del pueblo y hasta de sus propios familiares cuando los visitan. Reniegan de su origen y contexto. El maya urbano, en su hibridez, llega a creer que por el hecho de vivir y adoptar costumbres de la ciudad, deja de ser maya. Es una verdadera pena, una enorme contradicción.

–La mujer maya, en su elemento, ¿cómo es?

–Bueno, en un principio, como la diversidad de los productos de la milpa (maíz, frijol ib) del traspatio (chaya, epazote, cebolla rosa, pato, perdiz) y la caza de animales silvestres (venado, pavo de monte, paloma), permitieron en la mente de la mujer maya el modo de preparar diversos y variados alimentos.

–Por ejemplo, ¿cómo se origina el arte culinario tan variado de Yucatán?

–Sin mencionar platillos, la mujer maya mezcló productos de origen prehispánico, con españoles, franceses, italianos, árabes, chinos, e hicieron posible lo que hoy conocemos como gastronomía yucateca. Desde 1542, es decir, “cuando chocaron la cazuela de cobre con la olla de barro”, como dijera Armando Fraga.

–¿Se sigue utilizando el traspatio para la siembra?

–Sí, está casi en desuso y es labor del gobierno fomentar el desarrollo de la actividad agrícola de autoconsumo.

–Pero los nuevos elementos para la producción, como los herbicidas.

–El uso de herbicidas no permite la diversificación de cultivos en la milpa, mata las guías de frijol, ibes espelones, las matas de chile, etcétera.

–¿Qué es para ti la lengua, el idioma?

–Es la llama del espíritu que permite que esta perviva. Esto lo dijo Domingo Martínez Paredes.

–Eres un escritor en maya, ¿tienen estos el mismo reconocimiento que los hispanoparlantes?

–La Universidad de Texas publicó un libro con los más representativos indígenas. En el primer tomo de narrativa están incluidos cuatro yucatecos, entre ellos tu servidor y María Luisa Góngora, de Oxkutzcab.

–¿Cómo has financiado tus libros?

–Tres becas del Fonca, Dirección de Culturas Populares, INI y Fundación Rockefeller.

–¿Los títulos?

–Letras Mayas Contemporáneas (Colección), La vida de Felipe Carrillo Puerto y su memoria en Muxupip. Ciclo de Vida y Relatos del Pájaro Sabio.

–De tus obras publicadas, ¿algún reconocimiento?

–Muy escaso. Como tú, he tenido más demanda en México, así como en el extranjero.

–¿No será reflejo de tu posición crítica diferente a la de los escritores mayas corporativos?

–Yo plasmo en mi trabajo las vivencias del pueblo maya, sus conocimientos y experiencias. No soy un cantor del folclorismo.

–Es decir, el indigenismo como modus vivendi.

–Hay personas que se dan a conocer en lengua maya o como defensores del indígena y que luego son cooptados y veladamente asumen su papel de “escritores intelectuales”, aceptados por la élite, y entonces viene de lo que hablamos; reniegan.

–Entonces, ¿es una especie de profesión trampolín ese tipo de indigenismo?

–Exacto. Sienten que han adquirido un estatus, pero llevan una visión distorsionada del maya.