Cultura

Un honesto escritor maya: Santiago Domínguez Aké

Conrado Roche ReyesII y última

En la primera parte de esta entrevista quedamos en que existen falsos indigenistas que han hecho de esto su misas vivendi para después integrarse al corporativismo de escritores de élite, bastardeando lo maya, y otros que también se aprovechan de aquello. Y es que en la actualidad el falso indigenismo es una especie y forma, de moda, muy perversa.

–Santiago, ¿no serás un racista al revés?

–Por supuesto que no. Como verás, no me disfrazo de “mestizo elegante”, filipina y toda la cosa. Es decir, de “pipa y guante”. Ni ando de alpargatas y estamos platicando en castellano. El anterior, es precisamente el “mayero” de que hablo en tu anterior pregunta.

–¿Te gusta la música occidental?

–Por supuesto. No soy un sujeto cerrado al universo. Me gusta el bolero, la música tropical, y, no es por nada, pero canto bastante regular.

–¿En dónde estás más a gusto, en Mérida o en Muxupip?

–En mi comunidad soy un hombre feliz. Mi trabajo esta aquí en Mérida, aunque viajo mucho a los pueblos como parte del mismo. Mérida no me molesta. Es una ciudad que conozco bien, con los fantasmas de su idiosincrasia.

–Aquí entre tanto cabrón, hablo de Mérida. ¿Cantina favorita?

–La Sombrita.

–Con el ocultamiento que se hace de la lengua materna entre muchos mayas modernos y el avance de otros idiomas, ¿puede desaparecer el maya?

–El maya yucateco, según Montemayor, mi maestro, es un idioma tan bello, tonal, poético, que es imposible que desaparezca dada su fuerza y arraigo en muchas y valiosas personas.

–¿Tienes rasgos orientales, Santiago?

–Y mi “ua” (mancha mongólica) también, je, je, je.

–Pero la alimentación de los mayas, la básica, ¿es suficiente?

–Para que los niños puedan tener una alimentación rica en carbohidratos es necesario que consuman una mayor cantidad de maíz, tortillas y beber pozole (no esa comida tan fea huacha, sino el refresco de maíz), en vez de refrescos embotellados. Estos proporcionan aminoácido esencial para la generación de enzimas cerebrales. Hay que desterrar el mito de que las tortillas nixtamalizadas son un mal alimento. Porque complementado con frijol, verduras, carne, si la hubiere… el niño obtendrá fortaleza física y mental para su desarrollo.

–¿Cuántos niños desnutridos crees que hay en Yucatán?

–Más de 350,000. La mayoría mayas.

–¿Cómo fue que te dio por escribir, hacer literatura en maya?

–En un principio José Tec Poot fue quien me impulsó a hacerlo, después comencé a tomar clases con Carlos Montemayor. También asistí a un taller de literatura en Culturas Populares. Mis primeros trabajos fueron cuentos cortos.

–¿Afectan al campesino los cambios de horario?

–Para el campesino que se dedica al trabajo de la milpa no existe l tiempo occidental que establece horarios de trabajo, solamente los tiempos que señala la naturaleza a través del Xoox Kin, el follaje y las flores del jabin y los frutos del Belsinik che y la forma como construye su nido la Yuyaj

–¿Cómo es entonces el tiempo para los campesinos?

–El tiempo es libre, inspirado en una fe profunda y conocimiento que nace con estrecha relación, vinculación hombre-naturaleza- dioses.

–¿Y su relación con sus semejantes?

–Sabe agradecer. Se rige por un principio de reciprocidad que tiene en alta estima: “Tú me das, yo te devuelvo, para que puedas volver a darme”.

–¿Estás satisfecho?

–Con mi trabajo, sí.

–Casi nunca asistes a los eventos, presentaciones de libros y otras cosas referentes a los mayas.

– No me gusta contribuir al folclorismo barato, ni me interesa demasiado estar en dichos actos. La relación con mis compañeros escritores trato de mantenerla, pero no soy muy afecto a eso. Como tú. En eso soy un poco parecido a ti

–¿Tu labor cotidiana te llena?

–Estoy muy contento con lo que hago y me llevo bien con la mayoría de mis compañeros y jefes. Sí, estoy a gusto.

–¿Te arrepientes de algo?

–Sí, no volver a creer jamás que mi cultura es menos que la occidental. El haber estudiado la carrera de Antropología (1988-1992) me hizo valorar y amar más mis raíces. Tuve excelentes maestros allí que apreciaban y admiraban a los mayas, algunos incluso regalaban sus horas para ayudar en algo a nuestros hermanos indígenas.

–Aparte de tu pasión por los mayas y tu compulsión por la milpa de traspatio, ¿qué te gusta? ¿Qué afición tienes?

– Leer, y como te platiqué hace un rato, la música. Me encanta el baile.

–La Guerra de Castas, ¿fue eso?

–No, fue una guerra de campesinos oprimidos contra opresores. De capitalistas contra la mano de obra esclava.

–Siendo reconocido, aunque no muy bien visto por algunos, con sinceridad te digo que eres muy buena onda. ¿Habrás tenido oportunidad de dar a conocer esa cultura al mundo?

–En efecto, en el año 2002, fui invitado por Conaculta, la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, la Embajada de Alemania en México y la Casa de las Culturas del Mundo al evento denominado Mex-Arts- Berlín, realizado en la ciudad de dicho nombre, donde tuve oportunidad de intercambiar ideas con eminentes miembros de diversas etnias del planeta. Fue algo muy satisfactorio y muy halagador.

–Tu chamba está en Culturas Populares, ¿solo lo indígena es aceptado?

–Obviamente que no. Cultura popular es incluso el “Pach Trago” de una cantina, un grupo musical y hasta los ritmos modernos anglosajones. Las actividades de los jóvenes, los barrios, en fin, es un amplio abanico. Esa es mi área, pero no estoy cerrado al arte en cualquiera de sus manifestaciones populares. Ah, ¡también bailar!

–¿Qué es el hombre?

–Su genética, su entorno.

–Soy conocedor de Montemayor. ¿Toma muchas notas? ¿Anda con su libretita de notas?

–Sí, pero se nota, hablando de notas, que no le obsesione. Tiene mucha retentiva.

–Después del ajetreo de Mérida, ¿no te aburre tu comunidad tan pequeña?

–En absoluto.

–¿Por qué muchas de nuestras mujeres políticas se visten de mestizas?

–No sé, supongo que es muy cómodo.

–Dos preguntas más. ¿Qué es la milpa tradicional?

–Es un gran huerto donde el campesino cosecha en diferentes épocas del año variados productos para el autoconsumo y la cría de animales de traspatio. Además, ayuda en la recuperación del monte y, en buena medida, en la reproducción de la fauna silvestre que también forma parte de la dieta alimenticia de la familia campesina. De ahí la importancia de que el campesino siga fomentando la milpa de manera tradicional para beneficio propio y de su entorno ecológico.

–Un sueño que quisieras ver.

–Qué la educación sea bilingüe y bicultural para que no se pierda la lengua maya y conocer nuestra propia identidad porque hay un intento de relegar todo aquello que huela y que nos recuerde nuestro pasado, que al fin y al cabo es lo que nos da identidad propia. Aunque parezca mentira, en el mismo hecho de estudiar o hablar maya se percibe trasgresión.

–Una más. ¿Es verdad que en maya no existe la palabra sí, un sí fatal como en español?

–Ma. No existe.