Cultura

Buscar en el pasado

Ivi May Dzib

Ficciones de un escribidor

I

Una de las cosas más cotidianas que se pueden hacer es mirar el pasado a través de los recuerdos que recolectaste, y que siempre te insistieron en que era una pérdida de tiempo resguardarlos, incluso ahora se tiene esa idea, sin mirar siquiera cómo los recuerdos se desvanecen de tanto tenerlos cerca. Ahora que vivimos en una era tecnológica donde casi todo respaldo es digital, tener recuerdos de otra fuente resulta hasta extravagante, desde una obra tuya (que puede ser también la vez que cantaste en algún concurso de la secundaria, o tus exposiciones en la prepa que por alguna extraña razón fueron grabados) que hayas documentado en VHS hasta en un disco tres y media floopy aún servible y que almacena un par de fotos y también puede ser tu primera obra publicada, escrita a mano en unas hojas de libreta que recuerdas llevaste a la universidad. Insisto, tener recuerdos hoy es menos personalizado. Por lo general, cuando acudimos a un concierto o a cuando participamos de algo que nos es relevante, lo hacemos acompañado de nuestro teléfono celular que tiene que registrar el evento a través de su cámara, somos incapaces de mirar la realidad, así que le damos ese trabajo a una máquina para que la registre y poder mirarla nosotros después, sólo así el recuerdo se nos hace más vívido. Ya no tenemos la nitidez de antes.

Cuando llegué a casa, los gatos habían hecho un gran destrozo como nunca antes había visto, tenemos 13, pero fuera de lo que puedan creer, esos 13 se comportan como unos ángeles si pensamos en sus posibilidades de destrucción, así que el hecho de que hayan causado tal destrozo sí nos conmocionó de alguna manera, pero luego nos enteramos que había entrado un perro, cosa que afectó el comportamiento de los gatos dentro del recinto. Entonces, ya con el escenario puesto, nos pusimos a limpiar la casa, ahí descubrimos que el lugar donde se guardan las cajas que, según yo, contienen sólo papeles inservibles pero que por ningún motivo se deben de tirar, estaba llena de mierda y orines de gatos, parecía un cementerio aunque aún había todavía ofrendas frescas, entonces sacamos todos los documentos y pensé que tenía que revisarlos, antes de tomar alguna decisión, así que los dejé en una silla que estaba dentro de mi habitación, esperando el momento oportuno para acudir a ellos y determinar qué se iba a la basura y qué podía conservar; se me había olvidado exactamente qué era lo que resguardaba entre tantos papeles. Esta vez mi negligencia jugó un papel importante para lo que pasó, porque dejé olvidados los documentos y seguí mi vida sin preocuparme porque les pasara algo; como estaban allí, en casa, yo consideré que estaban seguros. Craso error.

Seguí con el ritmo que me rompe, el que me debilita, porque toda la semana es el ajetreo cotidiano y entonces uno piensa en otras cosas y cuando ve cómo se está moviendo el mundo, entonces viene a la mente aquello de lo que realmente debería uno ocuparse. En esas estaba cuando en pleno autobús, recordé los documentos y tuve miedo, porque seguramente ya los habrían meado los gatos, cómo pude pensar que estaban seguros en esa silla. Me desvío de mi destino, ese día dejaría mal a quien había quedado en ver, pero me fue más urgente rescatar esos papeles que sabía eran recuerdos remotos de lo que fue mi vida y que de alguna manera me habían orillado a ser quien soy ahora.

Cuando llegué a la casa estaba agitado, fui directo al cuarto para ver el estado de los papeles, y aquello era una ruina, estaban orinados, al menos en las orillas, me senté en la cama, respiré y decidí que era hora de empezar a rescatar, rescatar parte de mi pasado…

Continuará.