Luis Carlos Coto Mederos
Francisco Riverón Hernández XIII793Sin tu voz ¿Dónde está tu voz, qué has hecho
que me regresas al frío…?
¿Por qué detienes el río
cuando hay más sed en mi pecho?
El amor te da derecho
a pronunciar el encono.
Si con filo de abandono
matas algo de los dos,
aunque no digas adiós
te comprendo y te perdono.
Vete cuando quieras, vete
cuando no sepas llegar.
Me siento como un bazar
cuando se rompe un juguete.
Se queda solo el arete
que te aprendiera al oído;
y un silencio agradecido
va tapiando su rumor…
¡Qué malo es morir de amor
cuando se vive de olvido!
Pienso que te vas huyendo
por alguna cobardía
y mi más grande alegría
muere de un dolor tremendo.
Hacia adentro va cayendo
mi lágrima sin llorar,
sin poderme desclavar
el martirio de tu flecha,
en esta piel tan estrecha
que no te pudo guardar.
Mira qué solo me siento
sin tu voz –dulce verdugo–
pero no cambio este yugo
hecho de un dolor contento.
Lástima que mi tormento
empiece por tu abandono;
pero el alma sin encono
canta su alegre dolor,
para que sepas mi amor
y oigas como te perdono.
794¿Dónde estás?
Mira que de no mirarte
el corazón está ciego.
Duele decir hasta luego
y no poder encontrarte.
Está muy sola esta parte,
el sol se muere de frío;
donde todo está vacío
sin tu beso, sin tu paso.
¿Para qué me das el vaso
si te quedas con el río?
Agua de ti, de tu amor,
de tu labio, de tu gracia;
manantial que no se sacia
sobre mi sed interior.
Estoy sin aquel rumor
que te sale de los poros.
Quiero volver a los oros
de tus verdes atributos,
allí, donde los minutos
son más dulces y sonoros.
Allí, donde tu melena
suelta su pan amarillo.
A ti te falta un anillo
y a mí me sobra una pena.
Quiero estar donde mi vena
sienta tu sangre sonar,
donde te sienta vibrar
sin melancólicos bronces,
porque si no estás, entonces
no estoy en ningún lugar…
Aquí sobran este archivo,
esta máquina, esta mesa;
y una soledad espesa
me mata de lo que vivo.
Estoy solo, estoy esquivo
de las cosas de este ambiente.
Si vieras como se siente
un dolor cuando es así:
Con todo mi amor aquí
y todo tu amor ausente.
Estoy solo y tus aromas
van cayendo en una rima.
Aquí las cosas y el clima
hablan extraños idiomas.
Solo, donde no te asomas,
pero tampoco te vas…
Con el aire nada más
que canta como un poeta
y en un rostro sin silueta
te pregunta: ¿Dónde estás?