Fernando Muñoz Castillo
Que el mundo fue y será
una porquería, ya lo sé
en el quinientos seis
y en el dos mil también…
Enrique Santos Discépolo
Esa noche que llegué a visitar a Fabulística la encontré metida entre libros, incunables, documentos, pergaminos y papiros.
Mi inesperada presencia como que la incomodó bastante.
–Buenas noches, preciosa.
–¡Buenas noches!... ¿Qué raro que me visites en la noche y sin avisar antes? Como que no es tu estilo.
–Tienes razón, pero ando un poco insomne desde hace varias noches.
–Ajá y “venistes” a quitarme el tiempo de mi sacrosanto sueño. De veras que una no gana para…
–Perdón, me disculpo y me marcho a otro paraje.
Me vio tan acongojado, apenado y sacado de onda, que su corazón de algodón de azúcar se derritió.
–No, no te vayas, pensándolo bien, tal vez tú puedas ayudarme a resolver este intríngulis en el que estoy metida desde hace varios días y noches.
–Si está en mis manos, con mucho gusto.
–Con que esté en tu memoria me conformo.
–Escucho.
–Necesito poner en orden mi árbol genealógico. Es importante, porque por allí algunos que no tienen nada que hacer dicen que mis antecedentes familiares no están a la altura, como para que yo ande diciendo esto y aquello como si fuera el faro de luz y de Libertad Lamarque cantando tangos, milongas, rumbas, cuplés y cha cha chás…
–Tal vez estos lectores admirados quieren que les cantes un “reguetón”, bastante cochino y perrón y nada más te están picando el tuch…ya sabes muy bien, como son “las gentes” de este país, sin raíz, ni maíz…
–Jmmm…deja de hacerte al chistoso, chulito, y ponme atención. La Gran Comisión de los Géneros Literarios pregunta y se requeté pregunta que qué hago yo aquí, en una palabra: que qué flautas toco yo…como si fuera el burro, que tocó la flauta por primera vez…así que la única manera de callarles la boca es mostrándoles mi alcurnia literaria. ¿Ahora me entiendes, Méndez?
–Pues un poco. Y bien, ¿cuál es mi papel en esta historia?
–Amigui, ¿no dices que eres historiador, además de chismoso de café?
Continuará.