Cultura

Calor

Ivi May Dzib

Los brazos caen a la escarpa que sin piedad

la absorbe

como lo haría con cualquier sonrisa,

mientras una forma cubierta de concreto

se despierta voraz por todo el organismo y

lo aniquila sin dejar rastro de sangre.

Pero hay que conservar la calma,

protegerse en lugares fríos

cuyo verde solo es nostalgia,

hay que tener aplomo para

no desvanecernos en posibilidades redentoras.

Hubo una noche donde el viento y los árboles

se conmovían de tanto vaivén,

donde los niños gritaban con furor porque

la noche estaba a punto de terminar y

ahora esto es un infierno

donde todos arden con presunción de inocencia

pero nuestras manos y bocas están manchadas

y el sudor es la marca indeleble

de que todo lo que se ama nos vomita.

ivimayd@hotmail.com