Cultura

Unos bailan por La Habana, otro por seguir siendo quien es

Pedro de la Hoz

Fue un secreto muy bien guardado hasta que alguien indagó por el sentido de tanta faena de luces, cacharrería escénica y trasiego de figurines. En La Habana, que celebrará el próximo noviembre el medio milenio de su fundación, el Ballet Nacional de Cuba, fundado y dirigido por Alicia Alonso y actualmente bajo la regencia artística de la primera bailarina Viengsay Valdés, la ciudad recibirá el regalo de un corto documental protagonizado por cuatro de las principales figuras de la compañía.

El formato responderá a la estética del videoclip, a fin de que pueda ser utilizado en transmisiones televisuales y proyecciones ambientadas en la agenda de la conmemoración.

La información trascendió por medio del director de fotografía del colectivo de filmación, Gabriel Dávalos, quien dijo: “En efecto, por estos días tengo el privilegio de trabajar en el equipo de realización de un videoclip por el aniversario 500 de La Habana. Con música original del maestro Chucho Valdés, el audiovisual cuenta con la participación de Viengsay Valdés, Anette Delgado, Sadaise Arencibia y Grettel Morejón, primeras bailarinas del Ballet Nacional de Cuba, junto a bailarines principales, solistas y cuerpo de baile. Al frente del equipo, Jonal Cosculluela, director del filme Esteban, nos ha invitado a que Alejandro Callejas y yo compartamos la dirección de fotografía. Gracias a todo el equipo implicado”.

Desglosemos los datos. Cosculluela representa a la nueva generación de cineastas cubanos. Graduado de Dirección de Cine en la Facultad de Medios Audiovisuales de la Universidad de las Artes de La Habana, comenzó desde abajo: entre 1999 y 2009, sonidista y editor de series dramáticas y documentales para la televisión, plazo en el que ganó en oficio y se preparó para empeños mayores.

Tras realizar tres cortometrajes de ficción, en 2015 filmó Esteban, ópera prima suya en el campo del largometraje. Desarrolla un drama intimista sobre un niño de diez años que descubre casualmente su talento musical y se enamora del piano. Es una historia que aborda la perseverancia y determinación del protagonista para alcanzar sus sueños.

La banda sonora del filme estuvo a cargo del maestro Chucho Valdés. De modo que no es casual que el fundador de Irakere y multilaureado en los Grammy por sus fabulosos discos de jazz afrocubano entre en la ficha del audiovisual del BNC sobre La Habana.

Para Chucho trabajar para la danza es un sueño a punto de cumplirse. Tiempos atrás me comentó que entre las deudas contraídas con Alicia se hallaba componer una partitura para que la gran maestra la coreografiara. Esto nunca sucedió. Cierto que grabaciones suyas han sido incorporadas a diversas bandas sonoras coreográficas sobre todo en el ámbito de las compañías de danza moderna. Así sucedió, por ejemplo, en 2017, cuando la cubana Marianela Boán aprovechó el toque latino de la banda del maestro en la obra Defilló, estrenada por la Compañía Nacional de Danza de la República Dominicana.

Por su parte, Dávalos ha sido un contumaz promotor de la idea de explorar la visualidad de los bailarines en los contextos urbanos de la isla antillana. Muestra de ello fue su ensayo fotográfico Habana sensual, en el que a lo largo de 60 imágenes recorre el espíritu de la ciudad, en una especie de crónica del día a día de la capital cubana, y no precisamente de sus lugares icónicos o frecuentados por los turistas.

Mientras llega el momento de poder apreciar la obra audiovisual del BNC dedicada a La Habana, la danza clásica cubana sigue marcando pautas en el panorama internacional de la manifestación artística, como lo acaba de hacer el pasado fin de semana la compañía Acosta Danza, en el festival estival de Peralada, España, en el que dicho sea de paso estuvo también el Ballet del Teatro Mariinsky, de San Petersburgo.

Aun cuando la compañía cubana llevó a esos predios un programa completo, la crítica calificó como lo mejor las intervenciones del propio director de la agrupación, el gran bailarín Carlos Acosta. Primero con una obra del coreógrafo belga de origen marroquí, Sidi Larbi Cherkaoui, avalado por su paso por Les Ballets de C de la B: Mermaid (Sirena) en la cual brilló junto a la bailrina Marta Ortega. Luego con una deslumbrante ejecución de Two, solo concebido para él por el británico Russel Maliphant, quien ha trabajado para Syvie Guillem.

Con música de Andy Cowton, el cuerpo adquiere una progresión dinámica hipnótica hasta llegar a la apoteosis final. Danza clásica y contemporánea en dosis equilibradas, hacen de la ejecución de Acosta uno de los instantes de mayor virtuosismo y densidad poética que se pueda imaginar sobre la escena.

A Peralada muchos fueron a ver bailar a Acosta. Lo dijo alto y claro: no se retirará de las tablas, aunque asuma cargos de dirección: “Para mí bailar es adictivo. Echo de menos estar en el escenario, estar ahí es lo máximo. Voy a seguir bailando hasta que pueda”.