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Verdaderos 'salvajuegos”

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Casanova Medina

No lanzan joyas de pitcheo, ni conectan batazos espectaculares, mucho menos deciden partidos. No ganan títulos individuales pero también aportan su valioso esfuerzo en el terreno de juego desarrollando agotadoras jornadas, principalmente cuando “Chaac” los visita y pone en riesgo el rugido de los Leones de Yucatán durante la temporada del Rey de los Deportes.

Conforman un colectivo de trabajadores conocido como los “Perros Negros” del Kukulcán, que hacen honor a su mote y con las características de los canes, los distingue la velocidad y resistencia con las que realizan sus labores.

Su trabajo es fantástico porque hacen realidad lo que para muchos resulta imposible.

Son un ejemplo de eficiencia y tenacidad, son héroes anónimos, los que tras bambalinas, alejados de los reflectores, realizan un trabajo callado pero efectivo, y sin importar si hay frío o calor, lluvia o humedad, el trabajo que realizan es vital para que los Leones de Yucatán puedan jugar.

Javier Enrique Basto Loría, encargado del campo y del Parque de la “Serpiente Emplumada”, tiene a su cargo una plantilla de 16 trabajadores, de los cuales sólo 6 son fijos o de base que realizan las labores de limpieza y mantenimiento del terreno de juego y el resto son eventuales, los que se ocupan durante la temporada.

De la decena de trabajadores ocasionales, señala, hay quienes acumulan ente 2, 3 o más temporadas y dependiendo de su desempeño se les invita a participar para el siguiente campeonato.

Al terminar los juegos, explica, cada muchacho tiene asignado un área para la limpieza y al día siguiente por la mañana, cada quien se dirige a su espacio asignado y realiza la limpieza, en tanto que dos o tres trabajadores complementa labores en el campo para dejar listo el terreno.

Entre otras funciones que realizan, añade, colocan los protectores, si hay que podar lo hacen y dejan todo listo para la tarde y cuando regresan acuden a sus áreas para no dejar ningún pendiente y tienen todo listo para iniciar el juego.

La eterna batalla

contra Chaac

Cuando viene la lluvia se complica todo, aseguró Basto Loría, y sin tener una varita mágica, hay que estar pendientes porque no se puede predecir la cantidad de lluvia que va a caer.

La prevención resulta fundamental, indica, porque observan que se empieza a nublar, colocan la lona en el infield y se cubre el bullpen; se destapan los pozos y se empieza a arreglar todo el campo dependiendo de toda la cantidad de agua que cubrió el terreno de juego.

Cuando deja de llover y tienen el tiempo suficiente, comenta, dejan que el campo drene una parte del agua y el personal a su cargo se encarga de arreglar lo que haga falta.

El factor tiempo también afecta las labores, porque en media hora o en una hora resulta complicado pero el personal con experiencia, es decir, que tiene varios años desarrollando esta actividad, conocen el sistema de riego y es el que se encarga de picar el terreno para evitar perforaciones en la tubería y los demás se encargan de secar el área de las franjas y de arreglar el infield.

“La gente de experiencia, con más antigüedad, es la que conoce cómo se debe de arreglar el campo”, afirmó.

Recordemos que el domingo pasado, en el último juego de la serie contra los Olmecas de Tabasco, cayó un fuerte aguacero que convirtió en una laguna el Parque Kukulcán Alamo. La labor titánica de los “Perros Negros” resultó fundamental para la celebración del juego.

Al respecto, señala, evaluaron las condiciones en las que quedó el terreno de juego y el ampáyer accedió a darle el tiempo necesario para arreglarlo, lo que facilitó las labores porque cuando sucede lo contrario, se complica.

Le comentó al ampáyer desde un principio que necesitaba dos horas y media de tiempo para dejar en condiciones el terreno, por lo que una vez que el oficial, después de informar a la Liga Mexicana la situación, recibió “luz verde” para iniciar los trabajos.

Lo que ayudó, indica, es que el partido fue temprano y había espacio a diferencia del juego que se suspendió el jueves 30 de agosto pasado en el último de la serie contra los Tigres de Quintana Roo, en donde el tiempo no les alcanzó ya que pidió hora y media para arreglarlo y sólo contaban con una hora.

La historia de los “Perros Negros”, son varias, entre ellas, que los trabajadores eran “negritos”, otros por utilizar un uniforme negro pero lo que conoce es que los trabajadores armaron un equipo de béisbol con la gente más antigua y le pusieron ese mote y todos los domingos se juntaban para jugar en una Liga.

“Por trabajo no paramos”

Con 20 años de edad, Felipe Alberto Pech Sosa, con domicilio en la Nueva Kukulcán, es uno de los elementos jóvenes de los “Perros Negros” que está cumpliendo su tercera temporada en la cuadrilla de mantenimiento del Parque Kukulcán Alamo.

Considera vivir una bonita experiencia, porque existe armonía y un buen ambiente de trabajo.

El día del aguacero, le correspondió reparar el bullpen tanto del equipo visitante como de los Leones, con su compañero Gabriel Valdez, quien raspaba el lodo y él lo llevaba a tirar. Regresaba con la carretilla llena de tierra volcánica y la esparcía por todo el terreno.

“La verdad, nadie se raja, cuando hay que hacer el trabajo todos salen y cada quien al momento, se ponen a trabajar”, asegura.

Comparte que el día en que los Leones ganaron el Campeonato del torneo “Primavera”, hubo un gesto que le agradó, porque los hermanos Arellano Hernández, Erick y Juan José, los dueños de los Leones de Yucatán, los invitaron a festejar junto con los jugadores, lo que le hizo sentir bien.

Esa noche, añade, los felicitó uno por uno y además les dijeron que ustedes también son parte del equipo melenudo; esto es un premio por lo que han hecho en el campo, un excelente trabajo y ponderaron su labor por ser los mejores en las labores que realizan.

Por su parte, Julio Armando Uc Tepal, de 45 años de edad y vecino de la colonia Nueva San José 3, inició con los “Perros Negros”, iniciando el Torneo “Primavera” y en la jornada de ayer hacia los arreglos para que no se filtre el agua.

Esperando recoger la tierra se encontraba Ignacio Baltazar Tzab Rejón, originario de Xocchel, Yucatán y con 50 años. Igualmente tiene poco tiempo que está trabajando en el Parque Kukulcán Alamo.

“Es un trabajo rudo que no todos aguantan y aquí estamos nosotros, ya le buscamos, todos formamos una gran familia”, afirma el trabajador que tiene su domicilio en San Ángel, Kanasín.

Por último, y no menos importante es la labor que realiza don José Armando Navarrete Tun, quien es un veterano de mil batallas con 15 años de antigüedad y ya vio ganar los últimos dos campeonatos de los Leones de Yucatán, el de 2006 y el del torneo “Primavera” 2018.

Nos compartió una anécdota que le sucedió hace un lustro cuando una turbonada arrastró la lona y ese accidente le ocasionó una fisura en una costilla y una lesión en su dedo pulgar.

Junto con don José, también hay trabajador veterano en la cuadrilla de mantenimiento, don Marcos Supo, quien tiene 17 años de pertenecer a los “Perros Negros”, una “jauría” de trabajadores con facultades excepcionales que les permite realizar monumentales obras de gran utilidad.