Internacional

Un llamado esencial

Por Jorge Gómez Barata

En una oportuna alusión al sector no estatal de la economía y a su papel en el desempeño económico nacional, el pasado día 16, ante la Comisión Económica de la Asamblea Nacional, el presidente Miguel Díaz-Canel realizó precisiones que para ese ámbito de la economía nacional cubana son trascendentales:

“Hay que fortalecer la empresa estatal socialista ?dijo? pues, aunque se han tomado medidas para fortalecer su autonomía, todavía está “amarrada”, lo que frena su desenvolvimiento para que sea el principal eslabón de la economía. Se precisa también encadenarla y conectarla con el sector no estatal y la inversión extranjera…”

La atinada referencia del presidente al sector privado es relevante porque expresa una concepción estructuralmente correcta del papel de los actores económicos no estatales que pudiera dar lugar a una estrategia acertada, capaz de aprovechar las potencialidades de los productores independientes, agrupados en micro, pequeñas y medianas empresas. De este modo pudiera dejarse atrás el enfoque limitado que predomina en algunas estructuras económicas oficiales.

Los importantes pronunciamientos del presidente en el marco de la Comisión Económica de la Asamblea Nacional y que no formaban parte de un texto escrito, pudieran alertar en torno a una peculiaridad observada durante las comparecencias de varios ministros y altos funcionarios en el programa Mesa Redonda y ante las comisiones del Parlamento.

En estos eventos algunos funcionarios ni siquiera aludieron al sector no estatal de la economía. En cuanto a la inversión extranjera en la Mesa Redonda no hubo referencias al potencial inversionista de los cubanos radicados en el extranjero ni a la posibilidad de que sus aportes de capital sirvan para el fomento de empresas familiares.

Al reflexionar sobre el presupuesto, parece no haberse profundizado sobre partidas que pudieran dedicarse a favorecer al sector no estatal.

Para los organismos del gobierno central, lidiar con el sector no estatal no es tolerarlo ni acosarlo, sino apoyarlos y ensamblarlos a la economía estatal con una voluntad de apertura económica que estimule a los emprendedores, fomente pequeñas y medianas empresas, relaje monopolio del comercio exterior, y flexibilice las restricciones aduaneras. Todo ello bajo un ordenamiento legal apropiado, moderno, realista y flexible, incluidas fórmulas de control blindadas contra la corrupción.

En la presente coyuntura se puede reflexionar acerca de hasta qué punto las empresas estatales socialistas cubanas, por sí solas, serían capaces de propiciar el crecimiento de la producción, la productividad y la generación de empleos en la escala necesaria. Sin embargo, no caben dudas de que, con el liderazgo de estas entidades, un sector privado haría un aporte fundamental. La articulación sugerida por el presidente pudiera ser una fórmula idónea.

En los hechos los comentarios del presidente, convenientemente respaldados por las estructuras políticas, debieran constituir una orientación vinculante.