Internacional

El cristal con que miras

Zheger Hay Harb

Los últimos acontecimientos en la vida colombiana han puesto de relieve el sesgo con que se analizan.

Para empezar, el video en que se ve al ex alcalde Gustavo Petro recibiendo varios fajos de billetes y que fue presentado en la sesión del Congreso en que se desarrollaba el debate contra el fiscal general Néstor Humberto Martínez por incapacidad ética para dirigir el máximo ente de investigación.

Inmediatamente el foco de la atención giró, de la posible corrupción del fiscal a la también posible del ex alcalde del Polo Democrático, organización de izquierda. Casi enseguida el presidente del Senado, del Centro Democrático, que dirige el ex presidente y ahora senador Álvaro Uribe, cerró los micrófonos a los citantes al debate, entre los cuales estaba el mismo Petro y levantó la sesión.

Lo anterior lo traigo como antecedentes, ya expuestos en una columna anterior, para mejor entender la situación. Hoy los congresistas de izquierda pidieron reanudar la sesión suspendida y ante la negativa de la presidencia del congreso, decidieron ausentarse y prometer que no regresarán hasta tanto no les respeten del derecho al disenso. Los acompañan los congresistas indígenas y con su retiro se complica el logro de la votación requerida para aprobar los proyectos de ley que presente el gobierno.

El dinero que Petro recibió fueron veinte millones de pesos; lo que se ha llevado la corrupción (entre lo cual hay que incluir, por supuesto, los sobornos de Odebrecht por los cuales está cuestionado el fiscal general) son, según informe de la Contraloría General de la República, 50 billones; pero ya el país habla más de los veinte que de la suma exorbitantemente mayor de los corruptos.

No es de extrañar si se toma en cuenta que El Tiempo, el periódico de mayor circulación en el país, es propiedad de Luis Carlos Sarmiento Angulo, antiguo jefe del ahora fiscal, dueño de cuatro bancos y una multitud de poderosas empresas, una de las cuales, por lo menos, está salpicada en el mayor escándalo de corrupción que hemos conocido y que al fiscal no le ha merecido meterse a fondo en su investigación.

La situación no es fácil para Petro: la persona que le dio el dinero no es un narcotraficante, es un arquitecto muy reconocido, pero ahora niega que él haya sido quien lo entregó. Pero además quienes lo acompañaron en la campaña anticorrupción, Antonio Navarro, ex presidente de su partido, el Polo Democrático, la ex candidata a la vicepresidencia Claudia López y Antanas Mockus, ex rector de la Universidad Nacional y ex alcalde de Bogotá, reconocido la encarnación de la honestidad, lo han condenado.

En Colombia hay ciertos símbolos en el imaginario colectivo que remiten a la mafia, a los narcotraficantes y a los paramilitares. Uno es el cultivo de la palma de aceite que hace pensar de inmediato en paramilitares usurpadores de tierras de campesinos aunque muchos de ellos sean empresarios honestos y otro es la entrada de dinero en efectivo a las campañas políticas.

Así que ese video de Petro “acariciando los billetes”, como dijo Antanas, es tan demoledor que pone en serio riesgo el futuro político de Petro y, más allá de él, la credibilidad de la izquierda que se presenta como el remedio contra la corrupción. El dinero iba para una de sus campañas políticas, nadie puede decir que él se haya quedado con un peso de ese dinero, pero la imagen de alguien que recibe dinero en efectivo en grandes cantidades parece que va a quedarse en la opinión pública. Incluso líderes de opinión que lo han apoyado, aún, como dijeron tantas veces, venciendo su antipatía personal por él pero pensando en el avance de la izquierda, ahora lo condenan.

Es injusto frente a una vida dedicada a hacer política dentro de las normas de la decencia que ahora una imagen manipulada eche por tierra esa larga lucha. Pero, como decía, el problema no es sólo para Petro sino para la izquierda que con él logró lo que nunca antes se había alcanzado: 8 millones de votos producto de una campaña en la que éste se convirtió en ídolo de multitudes.

A raíz de lo destapado en el debate contra el fiscal y la demostración de que Luis Carlos Sarmiento Angulo está involucrado en los turbios manejos de Odebrecht, se ha iniciado una campaña por redes sociales pidiendo que retiren sus cuentas de los 4 bancos que posee y que saquen sus ahorros pensionales de los fondos de pensión también de su propiedad. Como ya dije en otra ocasión, el superintendente financiero y la vicepresidente de la República han pedido investigación penal contra quienes desde sus cuentas se hagan eco de esta campaña.

Y el director de uno de los noticieros de televisión invitó dos noches seguidas al superintendente para que éste “apacigúe los ánimos” y demuestre que la situación económica del país es ideal y que no hay razón para que abandonen las compañías del grupo Aval, que así se llama el de Sarmiento.

Ahora acusan de pánico económico a quienes buscan una sanción social contra el empresario; pero cuando había posibilidades de que Petro ganara la presidencia, muchos de ellos amenazaban con sacar sus capitales del país si eso ocurría y ahí sí no se llamó pánico económico sino sentido común. Y, cuando durante el gobierno de Santos Uribe llamaba a los empresarios extranjeros a boicotearlo, tampoco hablaron de pánico económico.

A pesar de que Petro no ha sido esta vez en su defensa tan convincente y claro como nos tiene acostumbrados, deseo, por su bien y el de las fuerzas alternativas del país, que logre demostrar su inocencia. Porque, una cosa es que la exhibición del video, en la cual parece estar la mano oscura del fiscal es una celada tramposa y otra que el emboscado no deba demostrar la transparencia de sus actuaciones. Es lo que desde la orilla de la izquierda siempre se ha pedido de los servidores y figuras públicos y hay que probar que la exigencia empieza por casa.