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Mismo destino

Alfredo García

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En Estados Unidos y el Reino Unido crece la contradicción democracia-autoritarismo, poniendo en crisis a la clase política, la autonomía de poderes del sistema y la Constitución de las dos superpotencias. El derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes, baluarte de la democracia, es desafiado por el presidente, Donald Trump, y el primer ministro, Boris Johnson, mientras el Congreso norteamericano y la Cámara de los Comunes británica se organizan con el propósito de destituir a ambos mandatarios.

“Hoy estoy anunciando una investigación oficial de impeachment (juicio político) contra el presidente, (Trump) quien debe rendir cuentas, nadie está por encima de la ley”, declaró la presidenta de la Cámara de Representantes y líder demócrata, Nancy Pelosi, proceso que podría derivar en la destitución como presidente de EE.UU.

La Cámara de Representantes es quien puede acusar al presidente y comenzar el juicio político. De aprobarse en la Cámara, el caso pasaría al Senado que dicta el veredicto final. Sin embargo para destituir al presidente, hacen falta dos tercios de votos del Senado, algo que nunca ha ocurrido en la historia de EE.UU.

La confrontación del partido Demócrata con el presidente Trump, fue detonada por la filtración de una llamada telefónica al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, para que investigara un supuesto caso de corrupción del hijo del exvicepresidente, Joe Biden, virtual rival de Trump en las próximas elecciones presidenciales.

Una semana antes de la llamada, Trump ordenó al secretario interino de la Casa Blanca, Mick Mulvaney, congelar 400 millones de dólares en ayuda militar para Ucrania, como obvia medida de presión. La llamada de Trump fue considerada como un “abuso del poder” que le concede el cargo para conseguir “un favor” de un líder político extranjero.

En Londres, el líder de la oposición, Jeremy Corbyn, exigió la renuncia del primer ministro Johnson, después que el Tribunal Supremo británico dictara sentencia “nula y sin efecto” sobre el decreto de suspensión de la Cámara de los Comunes emitida por el primer Ministro para torpedear una inminente resolución parlamentaria solicitando una prórroga sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea (brexit).

Como respuesta, Johnson desafió a la oposición a que presentara una “moción de censura” contra él en el Parlamento, medida que de aprobarse lo obligaría a renunciar y a unas elecciones anticipadas, donde el primer ministro aparece como favorito en las encuestas. Aunque la oposición cuenta con los votos necesarios para aprobar la “moción de censura”, su estrategia política es impedir nuevas elecciones hasta pasada la amenaza de un “brexit” sin acuerdo el próximo 31 de octubre.

El desliz diplomático de Trump con el presidente ucraniano, fue el error que los demócratas estaban esperando que cometiera. Pelosi había resistido las presiones de su partido para iniciar el juicio político durante las pesquisas del fiscal especial Robert S. Mueller, sobre la interferencia de Rusia en las pasadas elecciones presidenciales, por ser un tema muy complejo. Sin embargo, esta vez el asunto fue más concreto y con confesión de parte.

Tal como se vislumbra en el escenario político norteamericano, la confrontación entre el gobierno británico y la oposición legislativa, presagia una colisión política y constitucional sin precedentes. Tanto Trump como Johnson, maniobran para hacer fracasar el mandato parlamentario. Al mismo tiempo la oposición, tanto en Washington como en Londres, impulsa alianzas legislativas para destituir constitucionalmente a Trump y Johnson, evitar una catástrofe nacional y salvar la democracia amenazada. La insólita similitud física, egocentrista, populista y autoritaria de ambos mandatarios que asombró al mundo, augura también un mismo destino.