Alvaro Cepeda Neri
I.- Ahora que se gobierna con refranes, invocaciones religiosas desde el punto evangelista como ética y otras expresiones, es necesario cambiar el de “prometer no empobrece” –porque se prometió que no habría más impuestos–; por el de prometer sí empobrece, sobre todo a los pobres en todas sus clasificaciones, que se fueron con la finta del final del neoliberalismo económico –fase contemporánea del capitalismo–; cuando está de regreso tras haber sido expulsado para, identificado como la corrupción, retomar sus privilegios en el toma y daca del lópezobradorismo y los empresarios (los favoritos, como Salinas Pliego, y los odiados “conservadores” que cuentan en su fauna a los comerciantes, intermediarios, banqueros, etc.). Se anuncian más impuestos y sobre todo a los pequeños ahorradores, los del pueblo raso que consume refrescos, beben cerveza y en sus mañaneras se toman su atole, su café, su tamal, sus tacos y que se han enterado que muchos de esos productos –o todos– subirán de precio por disposición del presupuesto de ingresos y la inflación reptante que hasta se ha tomado en cuenta para subirles el sueldo a los funcionarios federales, empezando por el Presidente de la República quien pasará de recibir 108 mil pesos mensuales a 111 mil pesos.
II.- Los aumentos a los impuestos siempre terminan por afectar directamente a los pobres. Es el caso ahora de los nuevos incrementos a los que disponen de una parte de sus ingresos y ahorren y para que dejen de hacerlo y consuman, para reactivar el crecimiento y el desarrollo, de conformidad a los ingresos gubernamentales para dedicarlos a los egresos o sea al gasto del gobierno lópezobradorista. Es un mensaje contra el ahorro, que se debe fomentar. Y el de equiparar a terrorismo de la delincuencia organizada, sin averiguación previa encarcelar, a los que, a partir de cierta cantidad, por millonaria que sea, cometan fraude fiscal, nos lleva a una rebelión contra la Constitución y abolir todos los derechos humanos. Quiere el lópezobradorismo combatir otra corrupción como es la de vender y comprar facturas falsas para descontar impuestos; pero, convertir en delincuentes a los que incurran en esos actos, es pasarse a un régimen dictatorial»
III.- Si los senadores y diputados federales no corrigen esas propuestas del secretario de Hacienda, con aprobación de López Obrador, entonces el país y sus empresarios con los demás inversores no tendrían más opción que retirarse de sus actividades, con lo que se agudizaría la actual recesión económica. Y ponerles una tasa altísima a los ahorradores, como querer cobrarles impuestos a los de la economía informal (tamaleros, taqueros, vendedores de golosinas, durante más de 18 horas a pleno sol y caminando sin parar), producirá una crisis mayor en el desempleo al desertar los informales de sus ventas callejeras por las que obtienen una miserable ganancia para apenas sobrevivir.