Yucatán

Cosas de vida y muerte

Christian Rasmussen

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En la vida lo único seguro es... la muerte. En estos días los vivos se preparan para recibir a los muertos, o sea, a las almas de sus seres queridos ya fallecidos.

Ayer fui al centro de Mérida para comprar la comida para los pixanes. Pasé por la calle 65 donde hay una tienda que ofrece imágenes para los momentos clave de tu vida, como tu primera comunión, quince años y boda; sin embargo, para la muerte, ¡nada!

También encuentras los y las santas conforme a tu creencia, fe o religión. En medio de todo, allá está ‘la santa muerte’. Una santa que no tiene lugar en la iglesia cristiana. Lo entiendo, pero aquí está en un negocio comercial donde se surte “lo que pide el cliente”.

Seguí mi camino y me topé con una señora que llevaba dos tatuajes de la Santa Muerte.

—¿Dos?

— Sí, porque me ha ayudado mucho, me dijo.

Y quién soy yo para dudar de su palabra.

Para dar la bienvenida a nuestros queridos fallecidos, mi esposa Silvia y yo, prepararemos un altar sencillo en la casa. Y mañana vamos al cementerio de Hoctún para pedir al enterrador, don Anacleto, que repinte la tumba de nuestra hija, que él mismo enterró hace 38 años.

Para comer con los pixanes tenemos dos invitaciones, con muchas tentaciones. Una es ir a Pomuch para comer el rico pan que hacen en ese pueblo, donde también sacan y limpian los huesos de sus queridos ancestros ya fallecidos. La otra es comer el sabroso box hanal, o sea, el relleno negro, con mi compadre don Teodoro, en Xocén. En esa población trabajamos desde hace 25 años, ahora para frenar el desarrollo de la diabetes.

La muerte tiene su razón, y si quieres morirte de risa, te sugiero acudir a la Plaza Grande para el ya tradicional ‘hanal pixán’ que escenifica en el atrio de la catedral por un gran elenco de actores del teatro regional. Vas a divertirte con la calavera Catrina, del genial grabador José Guadalupe Posada, que cotorrea con la graciosa calavera mestiza yucateca.

No te lo pierdas – ¡la muerte te espera!