Yucatán

Encantamiento, encanto, hechizo, brujería…

El encantamiento es la acción o el medio, el encanto es el efecto, pero, tanto uno como otro, se refieren principalmente a la ilusión de los sentidos.

El hechizo hace concebir la idea de alguna cosa que perjudica o trastorna la razón, esto es, se refiere al alma, más bien que a los sentidos. He aquí la razón porque se aplica el hechizo a las personas y animales solamente, al paso que aplicamos el encanto a las personas, a los animales y a las cosas.

Por eso decimos: palacio encantado, y no hechizado, el hechizado por fuerza y no el encantado. En sentido moral conservan estas dos palabras la misma diferencia, si hablando de una mujer hermosa decimos: que nos encanta, damos a entender el efecto que su aspecto causa en nosotros, sin que ella tenga en esto la menor parte, pero si decimos que hechiza, ya damos a entender que nuestro corazón siente algo o que ella se vale de ciertos medios para agradar, esta idea se manifiesta mejor cuando decimos: los tiene hechizados una mujer, que es lo mismo que si dijéramos -¡no puedo dejar de amarla! Y sufrir por ella las penas del amor.

El encanto es más noble que el hechizo, aquel suspende las penas del alma y causa admiración, este supone siempre un daño y causa temor, en una palabra es sinónimo perfecto de maleficio, etimología de la palabra hechizo.

La brujería ya no tiene, ni puede tener en nuestro idioma la acepción que tuvo en otro tiempo; ahora no empleamos esta palabra, sino en sentido puramente familiar y jocoso, porque conserva la bajeza que le imprimió entonces su primitiva significación, y nos servimos de ella para denotar la prontitud extraordinaria o la admirable facilidad o el modo raro con que vemos practicar alguna cosa.

Entender, comprender

El primero de estos dos verbos explica una percepción del ánimo, en que tienen más parte los sentidos y la memoria, que en la percepción que explica el verbo comprender, en que tiene más parte el entendimiento.

Se entiende una lengua, una señal dada, esta percepción la debemos a la práctica material, a la acción de los sentidos. Se comprende la fuerza de un discurso, la causa oculta de un efecto, esta percepción la debemos a la perspicacia, a la naturaleza del entendimiento.

El ruido impone, pero más impone el silencio.

Por hoy es todo. Saludo.