Yucatán

Oficio de relojería, cosa del pasado

 

PROGRESO, Yucatán, 20 de diciembre.- El oficio de relojero esta por desaparecer debido a que a las nuevas generaciones no les interesa aprender a reparar relojes.

Don José Felipe Couoh Canche, originario de este puerto, que durante más de medio siglo se ha dedicado a la reparación de relojes, lamenta a los adolescentes no muestren interés en este oficio.

La relojería es un trabajo en el cual te tienes que estar actualizando de manera continua, de los automáticos, a los de cuarzo, de pilas, ecodrive, Kienetic y solares de diversas marcas, desde las finas de calibre alto a los más comerciales.

Después de 50 años de estar reparando relojes, han sido centenares de máquinas de diversas marcas que he reparado, algunos con fallos donde recuerdo los consejos de mi padre, que me decía: todos los relojes marcan la hora y su funcionamiento es similar, concéntrate y déjalo bien para el cliente”.

“Este oficio con el cual me gano la vida lo heredé de mi padre Don Felipe Couoh Dzul (+), originario de Ixcunya, que se casó con mi madre Doña Leonor Canche Pool, originaria de este puerto, e instaló su modesto taller de relojería.

A mis 10 años comencé con este trabajo, prácticamente artesanal, del tiempo, desbaratando relojes, despertadores, de la desaparecida marca Wesclox, en la mañana iba a la escuela y por la tarde al taller por la tarde en la escuela Maniobras Marítimas a cursar la primaria, en aquellos años no había tiempo para jugar.

”Tiempo después, mi padre me enseñó el trabajo de la relojería en aquellos años de cuerda, como se desbarataba, para la limpieza de las piezas milimétricas, con esos relojes estuve un tiempo, siempre le decía cuando me daba un automático y me respondía, primero el de cuerda después el automático.

”Un día me dijo, ‘hijo todos los relojes son iguales, marcan la hora, nada más razona que puede ser para detectar los fallos, limpia bien las piezas’; en el puerto el polvo, el salitre, daña las máquinas de los relojes la cuerda es el corazón del reloj, en caso del automático la cuerda la carga la volante.

Un día, relojeros de la Ciudad de México visitaron el taller de mi padre y me invitaron a un curso de certificación de relojeros, fue todo un reto, al llegar nos entregaron un paquete o kit para armar un reloj, con los conocimientos que tenía lo logré y obtuve mi certificación como relojero.

En el puerto, en los embarcados mercantes que tenían dinero, se daban el lujo de tener relojes caros, entre estos de los Rolex, Omega y Midos, pero la enseñanza de mi padre siempre está en mi mente, son iguales, la diferencia es el acero, las piezas son más precisas.

”Con mi oficio de relojero, logré crecer a mis cuatro hijos, todos profesionistas, pero a ninguno le interesó aprender la reparación de los relojes.

”Actualmente hay los relojes de cuarzo, los kinetic, los electrónicos, los solares, de nuevo aplico el secreto que me dijo mi padre, los analizo, son como un motor cuenta con una fuente de poder o una pila la bobina, resistencias y el reloj esta lista para seguir marcando la hora.

En mi modesto taller, en el mercado municipal, todo reloj que llega se repara, cuando es reparación grande hay que usar maquinaria, herencia de mi difunto padre, como clavar piezas, hacer piezas milimétricas o adaptaciones hay personas que le tienen afecto a sus relojes y hacen el gasto, hay quienes deciden guardarlo como un recuerdo.

”Diariamente llego al taller para entregar y recibir los trabajos del día, ya sean de pared, de mesa de péndulo modernos, antiguos automáticos electrónicos, todos son instrumentos hechos para marcar el tiempo con sus respectivas variaciones.

(Julio Jiménez Mendoza)