Yucatán

A mí me enseñaron

Por Roger Aguilar Cachón

La vida, el trabajo cotidiano y el vivir en una sociedad cambiante nos hace valorar aquellas enseñanzas que de niños nos legaron nuestros padres y abuelos, una herencia que nos dejaron que sólo el tiempo hace posible tomar en cuenta así como el del compromiso que nosotros tenemos de dejar a nuestra generación una herencia tanto cultural como de valores.

Es muy importante destacar que esta enseñanza en la casa no se hace sentado en una silla y nuestros padres y familiares nos van diciendo qué se debe de hacer o qué no es conveniente, sino que se aprende de la manera tan natural como es la convivencia en el hogar. Ver a nuestros mayores cómo se visten, cómo hablan, cómo se comportan dentro y fuera del hogar eso es lo que constituye la base de una buena formación en valores y respeto.

A mí me enseñaron a saludar en la calle, al paso diario es normal que nos topemos con personas que vienen en contra de nuestro camino o que se nos emparejen en el andar, el saludar: buenos días, buenas tardes o buenas noches, es una manera de respetar a las personas, sin importar si los conocemos o no y tampoco si nos devuelven el saludo, como puede ocurrir en algunos casos. También ya se ha vuelto costumbre que cuando una persona entra a un especio cerrado o se integra a un grupo de conversación, el saludar ya no es algo que se considere obligatorio. Una persona entra a un salón y sin saludar se sienta o a una junta y hace lo mismo. Hay que recuperar este valor.

Dar las gracias es otra de las maneras de respeto, es una manera tan simple de agradecer algo, ya sea por algo importante como por algo que podamos considerar banal. Dar las gracias se escucha no sólo bonito sino que también lleva una carga de emotividad hacia la persona que nos ofrece o da algo. Ya sea una persona de la familia, en una tienda, en el trabajo, en la calle también, es una forma de manifestar respeto por lo dado o recibido.

Ceder el lugar o asiento es también una forma de normar la conducta hacia los demás, ya no sólo puede ceder el lugar en el camión, sino que también se puede llevar a la práctica en el trabajo, en una reunión, aún en la fila que hacemos en el súper, banco o en cualquier otro sitio. Es muy bonito ver cuando una persona joven hace este tipo de acciones, ya que en los adultos y maduritos como el de la letra es algo tan común como silvestre.

Es también importante devolver lo prestado, no nos referimos a las cuestiones económicas, eso ya es otro cantar, sino que me refiero a que hay ocasiones en que tenemos que pedir prestado alguna herramienta, libro, o cualquier objeto que necesitamos para realizar alguna actividad o trabajo, así como tuvieron la amabilidad de ayudarnos para poder terminar lo comenzado, es conveniente y por no decirlo, obligatorio el devolver lo prestado. Muchas han sido las relaciones de amistad o familiares que se rompen cuando algo no se devuelve, siempre se dice “se me olvidó”, pero no se los olvidó el pedirlo.

El practicar la caridad. Hoy día resulta muy raro el ver a la gente joven realizar esta práctica, es que en realidad hay tanta gente en la calle que pide ayuda o limosna, que se duda de su real necesidad y eso puede ser motivo de la no práctica, la gente ya entrada en años ha sido inculcada en dar caridad a la persona necesitada, a los viejitos, a las personas con alguna discapacidad que solicitan ayuda. La caridad es el valor de dar sin recibir nada a cambio. Aunque en realidad hay personas que sin escrúpulos y sin necesidad se dedican a pedir en las calles.

Ayudar a las personas con necesidades ya sea de carácter físico o que hayan sufrido algún percance, cuántas veces hemos visto a personas que se caen o tropiezan en la calle o en su lugar de trabajo y en lugar de ayudarlos muchos se ríen y se dan la vuelta. Es necesario prestar ayuda para ver que no estén lastimados o bien proveerle de los medios para recuperarse. El ayudar a una persona de la tercera edad o a una mujer embarazada a cruzar la calle, eso ya no es común verlo. Qué pasa sociedad, hay que ayudar al que lo necesita.

Respetar a nuestros maestros, es sin lugar a dudas una de las máximas enseñanzas que hoy día se ha quedado en el olvido. Los alumnos de diversos niveles ya no sólo no respetan a sus maestros sino que en ocasiones hacen burlas de ellos y ahora con la tecnología de sus celulares los graban y suben a las redes para que ellos sean víctimas del escarnio y del ridículo. A veces me pregunto dónde quedó ese respeto que los de mi generación les teníamos a los maestros, no es que les tuviéramos miedo, sino que era respeto, ahora hasta apodos les ponen y con eso de que ellos (los maestros) ya no pueden reprender a los alumnos por la cuestión de Derechos Humanos sólo queda el tratar de llamarles la atención de manera sutil o bien conducirlos a las autoridades competentes de las escuela.

Devolver dinero cuando se nos da de más, esta normatividad social poco a poco se va perdiendo. Es común que en ocasiones cuando compramos algo se nos da más de cambio, y ¿qué es lo que hace la mayoría de las personas? Se lo embolsa y sale de inmediato del lugar. Ya después que hacen corte de caja el empleado ve que le hace falta dinero y es él quien, con su exiguo sueldo, lo tiene que devolver. En muchas ocasiones el de la tinta ha sido testigo de la devolución del dinero al cajero y la reacción del mismo es de agradecimiento.

A mí me enseñaron a comer como debe de ser, aunque ese debe de ser puede tener muchas vertientes, eso depende de la costumbre de cada hogar. Pero considero que hay algunas reglas que deben ser observadas, por ejemplo, no sorber la sopa o el refresco, no sonar la boca o masticar muy fuerte la comida y mucho menos chuparse los dedos. Eso es una manifestación inequívoca de mala educación en la mesa.

Me enseñaron a tener la ropa y el calzado siempre limpios, por muy humilde o de escasos recursos que sea la persona, el tener una buena presentación, el estar limpios de pies a cabeza y con el calzado “boleado” es una manera de expresar no sólo pulcritud sino respeto al lugar a donde nos dirigimos, es muy feo o de mal gusto ver a personas con su ropa arrugada, descosida y con los zapatos sucios en su trabajo. Hay que procurar estar siempre bien presentables y si se puede con un poco de talco y una agradable loción sería mejor.

No tirar la basura en la calle es una práctica que no sólo revela la educación de las personas sino que también es una manera de proteger nuestro medio ambiente y evitar que las coladeras se obstruyan y sea una calamidad en las temporadas de lluvia. Independientemente que haya personas que se dedican a barrer las calles y limpiar las alcantarillas o rejas en la ciudad, es de buena educación poner la basura o los desechos en los contenedores que hay en diversos puntos en la ciudad. Hay que procurar inculcar este tipo de comportamiento a nuestros hijos.

Así de cosas, mis caros y caras lectoras, esas son algunas de las cosas que a mí me enseñaron de pequeño y que desde luego pongo en práctica, espero que ustedes también practiquen lo que les enseñaron para beneficio propio y de sus hijos.