Pilar Faller Menéndez “Mi justificación es que la mayoría de la gente de mi edad pasa mucho tiempo pensando en lo que va a hacer durante los próximos cinco o diez años. El tiempo que dedican a pensar en su vida, yo lo paso bebiendo alcohol.”
Amy Winehouse
La mayor parte de las personas se definirían como bebedoras sociales ya que no suelen beber solas y lo hacen solamente cuando están con gente. Un bebedor social tiene varias definiciones para el común de la gente, para unos significa tomarse una copa de vino una o dos veces por semana, otra persona podría definirse como bebedor social si bebe cuatro o cinco cervezas en una fiesta de cumpleaños, para otros, pudiera significar tomarse un par de vodkas durante la “hora feliz” y emborracharse el fin de semana. Valdría la pena preguntarnos en qué momento alguien tiene un problema con la bebida, y hasta qué punto se considera normal el beber, lo cual dependerá de a quién le preguntemos.
Entre los expertos no existe un acuerdo sobre la cantidad “normal” de alcohol que puede beberse antes de ser considerado un alcohólico, motivo por el cual explica el profesor clínico Stephen Strobbe, especialista en adicciones del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan en Estados Unidos, los llamados “bebedores sociales” es un término vago que se utiliza de forma intencionada.
“Se basa, al menos en parte, en lo que está aceptado en un determinado grupo o cultura. Incluso para un mismo individuo, lo que es aceptable en una situación concreta puede no serlo en otra”, comenta. El consumo “normal” de alcohol suele ajustarse al contexto, y varía de una persona a otra por lo que están estipuladas por las convenciones sociales. El especialista en adicciones Brand Lander ejemplificó: “Lo que podría resultar normal en Nochevieja puede que no sea normal en una comida de empresa. Lo que podría ser normal en una fiesta universitaria puede que no sea normal en una cena romántica”.
Un bebedor social conoce sus límites y se mantiene dentro de esos márgenes. “Beber de forma social no interfiere en tu vida. Es decir, no causa problemas en el trabajo ni con las responsabilidades del hogar, con la familia, con la salud, con las relaciones sociales, ni crea problemas legales o financieros”, expone Lander.
Stephen Strobbe propone que la palabra moderación para definir la costumbre de beber socialmente. “Beber de forma social implica moderación, ya que su fin es mejorar otras actividades, no sabotearlas”, aunque en la cultura occidental, en muchas ocasiones el objetivo es alcanzar un estado de embriaguez, con lo cual superamos el límite de “bebedores sociales”.
Beber socialmente puede llegar a convertirse en un problema cuando se cruza la línea que lo separa de un “consumo excesivo” advierte Lander. Ese límite excesivo se refiere a más de cuatro bebidas al día, o más de catorce a la semana para los hombres, y en el caso de las mujeres sería el consumo de más de tres bebidas al día o más de siete a la semana.
El estado de ebriedad es considerado cuando se alcanza 0.8 gramos de alcohol por litro de sangre, nivel que puede alcanzarse cuando se beben cuatro o cinco copas en un período de dos horas. Emborracharse más de cinco meses al mes, es considerado un consumo excesivo de alcohol. El beber cuando no existen motivos, o sentir culpabilidad por hacerlo, o engañar a otras personas negando haberlo hecho, son señales de alarma.
Lander describe la fase decisiva del alcoholismo, cuando la persona comienza a tener temblores o siente ansiedad por no haber bebido durante las últimas doce horas, a lo que Strobbe coincide y añade la sudoración excesiva, lo cual pudiera ser necesario acudir al médico si los síntomas de abstinencia llegan a ser graves.
En México, la Comisión Nacional contra las Adicciones (CONACID) comentó que en nuestro país la edad de inicio del consumo de bebidas alcohólicas sigue disminuyendo, y actualmente las niñas y niños comienzan a ingerir alcohol a partir de los diez años, una cifra sumamente alarmante. Para tener una idea del consumo nocivo y excesivo del alcohol éste se incrementó de 2011 a 2016 en un 93 por ciento en los hombres, y en las mujeres un 205 por ciento.