Yucatán

El Arbol de la Noche Triste causa tristeza por su estado deplorable

Pilar Faller Menéndez

Cuenta la historia que después de la derrota sufrida por Hernán Cortés ante los mexicas de la ciudad de Tacuba, éste lloró al pie de un ahuehuete conocido como “El Arbol de la Noche Triste”. Este acontecimiento sucedió el 30 de junio de 1520.

Lo que queda de este histórico árbol se encuentra entre un callejón en el Norte de la Ciudad de México, uno de los vestigios de la historia que marcaron nuestra nación. Este ahuehuete fue testigo de las lágrimas de uno de los hombres más poderosos en la conquista de México, que por vez primera se sintió acabado y desesperado, por lo que lloró su derrota, en la cual murieron ciento cincuenta españoles, y más de dos mil indios que servían a los españoles. Perdieron cuarenta y cinco yeguas y caballos.

A pesar de que esta historia se cuenta y es considerada como cierta, no existe ninguna referencia que Cortés hubiera llorado al pie de ningún árbol, después de los estragos que sufrieron sus tropas contra Cuitláhuac. Tampoco se concibe que un capitán como él, escribiera al rey de España signos de flaqueza ante su derrota.

Sin embargo, Bernal Díaz del Castillo hizo una alusión sobre el regreso de las tropas vencidas a la ciudad de Tacuba y mencionó: “Volvamos a Pedro de Alvarado, que como Cortés y los demás capitanes le encontraron de aquella manera y vieron que no venían más soldados, se le saltaron las lágrimas de los ojos. Dijo Pedro de Alvarado que Juan Velázquez de León quedó muerto como muchos otros caballeros…”

El famoso y emblemático “Arbol de la noche triste” es considerado un monumento y para preservarlo recibía tratamientos para fortalecerlo, que al parecer habían tenido resultados, ya que en sus viejas ramas habían brotado hojas verdes, pero desgraciadamente, en 1981 sufrió un atentado de unos vándalos que trataron de quemarlo con gasolina, y casi lo destruyen en su totalidad, arrancando también trozos de su corteza.

Actualmente puede admirarse a través de unas rejas que lo cubren para protegerlo de cualquier intento de dañarlo. Desgraciadamente no quedó después del atentado ni la mitad de su majestuosidad, aunque sigue en pie en sus raíces.

El gobierno de la Ciudad de México, desde el año 2013 se ha dado a la tarea de trabajar en proteger las ruinas del árbol, e inclusive construyó una plazuela para recordar ese momento histórico que vivió, pero la zona en donde se encuentra, es una de las más solitarias de la capital lo que impide que se adquiera la relevancia que posee y sea declarado un sitio histórico.

Actualmente sirve para refugio de gatos callejeros, en un lugar con moscas y desperdicios, y muchos ciudadanos se sienten en peligro al cruzar en las noches en el sitio en que se encuentra. Su importancia no debería ser olvidada, por lo que el lugar debería ser recuperado y darle una imagen más digna.