Campeche

Conviven con los Fieles Difuntos

ESCARCEGA, Cam., 2 de noviembre.- Puntuales a la cita, como cada año en esta temporada, cientos de familias acudieron ayer desde temprana hora a los dos cementerios que existen en la ciudad y que albergan los restos mortales de sus seres queridos, para “convivir” con ellos y disfrutar los tradicionales “pibipollos” que, a pesar de las dificultades económicas, no faltaron en la mayoría de los altares.

Y es que como ocurre cada día 2 de noviembre, el Panteón Municipal “Silencio” es el más concurrido por los escarceguenses por ser el más antiguo y el que alberga a la mayor cantidad de fallecidos en la cabecera municipal, ya que miles de personas acuden a pintar las tumbas, acomodarles flores, colocarles veladoras y, lo más sublime y emblemático, “comer” con sus muertos los pibipollos colocados un día antes en los altares.

Familias enteras se dieron cita ayer para “convivir” durante largas horas con los miembros de las mismas que se les adelantaron en el camino, pero que no por eso han dejado de ser parte importante de sus vidas, ni permanecer vivos en sus recuerdos y en su corazón, como compartió a POR ESTO!

El ciudadano Claudio Hernández Díaz, quien dijo que acude a limpiar la tumba de su padre, fallecido hace 13 años, detalló que los parientes mueren –espiritualmente hablando-, cuando sus deudos dejan de acordarse de ellos, de tenerlos presentes en su mente y en su corazón; ahí es cuando el alma de quienes han abandonado este mundo se pierden para siempre en el olvido, pero en quien los mantiene vivos en su corazón, vivirán para siempre.

En muchas tumbas, aunado a los pibipollos, a los dulces de papaya o de calabaza que se colocaron ex profeso en los altares ofrendados a los muertos, también se suele acompañar con música, por lo que por doquier se escuchaban tonadas llenas de sentimiento y de melancolía, así como rostros alegres y otros tantos entristecidos, pero satisfechos por no faltar a la cita, al encuentro con quienes aún siguen amando, a pesar de que materialmente ya no estén.

(Texto y fotos: Martín Contreras)