
Las familias del municipio de Dzitbalché aún preservan una de las tradiciones ancestrales mayas que siempre se realiza en luna llena, esto es el tradicional Jéets’ Méek, por lo que la familia Cauich Caamal fueron padrinos de una bebé de tan solo 6 meses, de nombre Julieta Beatriz Gutiérrez Caamal, a quien se le practicó esta ceremonia la noche de ayer en el domicilio de los padrinos, donde durante el desarrollo de esta actividad a la bebé le enseñaron a realizar las labores cotidianas del hogar como barrer, lavar la ropa, cocinar y lavar los trastes, así como algunas otras actividades, como el conducir algún automóvil, manejar la computadora y el teléfono celular.
Esta ceremonia consiste en colocar al bebé en la cintura de la madrina y recorrer 9 veces alrededor de una mesa, sin embargo antes era alrededor de la casa de paja, y detrás van los niños presentes acompañando a la bebé.
Durante el recorrido, al bebé le enseñan a comer los alimentos que son cosechados por la familia, como es la pepita chihua, la cual se le va dando a la bebé de forma molida. A la vez, esta semilla se le va repartiendo a todos los presentes. De la misma forma se le da lo que es el huevo sancochado, y brazo de reina, el platillo regional de esta ceremonia que se elabora con la familia por la mañana antes de que se realice el tradicional Jéets’ Méek.
Al igual que muchos otros rituales de integración para los recién nacidos, los mayas consideraban esta ceremonia con fines de integración social, para presentar al infante y dar a conocer su pertenencia a la comunidad, y para representar el inicio de sus responsabilidades y actividades dentro de ella.
Se realiza en las comunidades predominantemente mayahablantes, sin embargo esto ha quedado como un legado, y ahora las familias la realizan con el objetivo de integrar o unir a otra familia en el círculo social donde nacen los ya conocidos padrinos y compadres.
En esta ocasión, a pesar de las inclemencias del tiempo, la familia Cauich Caamal y Gutiérrez Caamal llevaron a cabo este compromiso en esta ciudad de los cantares, en un predio ubicado en el barrio de San Felipe, donde se realizó esta tradicional ceremonia que se resiste a desaparecer.
Por lo que, a pesar de que se ha perdido el rito original, donde incluso se solicitaba antiguamente a un sacerdote maya para la realización de este ritual, hoy las familias lo imitan como lo aprendieron de sus antepasados, con la importancia de que se siga practicando esta ceremonia maya.
JGH