Cristóbal León Campos*
I
La Historia y la Sociología como disciplinas científicas comparten el estudio de las sociedades y los tipos de comportamiento humano que se desarrollan en ellas; son disciplinas que se complementan, para realizar comparaciones de los cambios sufridos por determinadas sociedades en el interior de sus estructuras, es necesario conocer el enfoque histórico y el sociológico.
Cada disciplina puede aportar elementos importantes a la otra con el afán de librarse de las limitaciones impuestas por sus propios campos de estudio, debido a que los historiadores corren el riesgo al especializarse en un determinado período de olvidarse de importantes procesos sociales de su objeto de estudio y, por su parte, los sociólogos encuentran su limitación en la época de sus estudios, al generalizar sobre la sociedad se basan únicamente en el acontecer contemporáneo desplazando los procesos de larga duración, es decir, la evolución histórica que dio origen a la forma específica de una sociedad actual. Sin embargo, a través de su relación histórica estas dos disciplinas no siempre han compartido opiniones favorables una de la otra. Algunos sociólogos suelen ver a la historia como la narración sin análisis de los acontecimientos de una época, y los historiadores ven en la sociología generalizaciones sin investigación empírica por lo cual de poco valor real.
La historia ha premiado en su desarrollo temas políticos y dejado de lado el aspecto social de los procesos que investiga. En un principio la historia no tuvo disputas con la sociología, por ser esta una disciplina dependiente. Pero, posteriormente, a fines del siglo XIX, muchos historiadores se fueron apartando de la teoría social.
El teórico social Peter Burke ha planteado dos posibles explicaciones del alejamiento de la historia y la teoría social. La primera explicación la encuentra en la política de los gobiernos europeos de ver a la historia como una herramienta nacionalista basada en la educación de la ciudadanía. La segunda explicación es que al profesionalizarse la disciplina histórica con la incorporación de medios y métodos nuevos, los historiadores sostenían que sus investigaciones eran mucho más objetivas y científicas.
Si bien no es posible hablar de una total separación de lo historiadores y los teóricos sociales, y de los avances historiográficos de los últimos años, sigue siendo notable la falta de trabajos que utilicen los enfoques de las dos disciplinas de forma complementaria. Entre las excepciones están presentes los trabajos de Norbert Elías.
II
Nació en 1897 en Breslau, Alemania (actualmente Wroclaw, Polonia), ciudad con una rica vida cultural, y falleció en Ámsterdam, Holanda, en 1990. Los principales trabajos de Norbert Elías con carácter histórico fueron escritos entre los años 1930 y 1940, en una época en que la historiografía era esencialmente política. El proceso de civilización y La sociedad cortesana le han otorgado el título de uno de los más distinguidos representantes de lo hoy conocido como sociología histórica.
Elías propone una historia de tipo interpretativo basada en las aportaciones de la sociología y la psicología, que elabore como objetivo fundamental modelos generales y explicativos mediante los cuáles las acciones y las dependencias de los individuos sean mucho más accesibles al estudio empírico y mediante los cuales se conseguirá la comprensión del funcionamiento específico de la sociedad cortesana francesa de los siglos XVII y XVIII, o los procesos de transformación en la expresión de los instintos, los sentimientos y las conductas que acompañan al Proceso de Civilización, es decir, al despliegue de nuestra modernidad.
III
Norbert realiza una historia interpretativa; explica empleando sistemáticamente la comparación histórica entre diferentes sociedades. Distingue claramente las determinaciones específicas de los fenómenos históricos, junto a sus elementos más generales.
Ante la dificultad que representa la particularidad y la imposibilidad de repetición en el hecho histórico, frente al concepto de leyes o tendencias generales vinculadas al pensamiento sociológico, Elías presenta una propuesta que pretende superar las contradicciones a partir de un concepto central en su marco teórico metodológico de las configuraciones sociales.
Debido a que el hombre esta inserto siempre en un entramado de relaciones humanas que Elías identifica como configuración social, esta se da a la tarea de contribuir a la aclaración de los diversos modos como los individuos dependen unos de otros recíprocamente y profundizar el conocimiento acerca de esa mutua dependencia en todas sus circunstancias: tanto al pensar, como al sentir, al actuar y al estar inactivos.
En el proceso histórico no hay comienzos absolutos, lo que puede observarse nos dice Elías, son comienzos relativos, los saltos y discontinuidades susceptibles de aclarar la transformación larga de las agrupaciones humanas y sus productos, con frecuencia paulatina y siempre continua.
Las interdependencias en la que están alternos los hombres y el tipo de coacciones a las que se encuentran sometidos se deriva, en cierto aspecto y de modo continuo, de las interdependencias y de las estructuras coactivas de las fases previas.
Plantea la importancia de la investigación de procesos sociales y de evolución de estructuras en el largo plazo, al vincular los cambios en la estructura social con los que se producen en la estructura de la personalidad. A este proceso civilizatorio por el que transitan las sociedades occidentales europeas a través de los siglos lo define como cambio estructural de los seres humanos hacia una mayor consolidación y diferenciación de sus controles emotivos, y con ello también de sus experiencias y de su comportamiento.
Las estructuras mentales individuales y las configuraciones sociales formadas por muchos individuos interdependientes que conforman las estructuras sociales están en perpetuo cambio. En su análisis del proceso de civilización europeo, Elías constata el desarrollo de un proceso de pacificación vinculado al control y centralización de la violencia y los recursos económicos en el Estado, lo que implicó por una parte el control de la violencia cotidiana en el sentido de un mayor autocontrol de sentimientos, los instintos, las pasiones y los miedos; y, por otra, la transformación gradual de las coacciones externas e internas, es decir, autocoacción. Los controles emotivos se van consolidando y diferenciando más, y con ello las experiencias y conductas.
Los patrones de comportamiento de una sociedad se inculcan al individuo desde pequeño como una especie de segunda naturaleza; se mantienen vivos en él por medio de un control social poderoso y estrictamente organizado. No pueden entenderse en virtud de fines humanos generales y ahistóricos. El comportamiento y su regulación a través de los mandatos y prohibiciones vigentes en la sociedad son diferentes en cada organización humana, en cada clase y en cada fase histórica. Lo ceremonial y de etiqueta, por ejemplo, ocupan un lugar relativamente bajo en la jerarquía de valores de las sociedades burguesas, lo que no ocurría en las sociedades cortesanas donde se les concedía enorme importancia.
En Francia, durante el reinado de Luis XIV –sostiene Elías–, la etiqueta y lo ceremonial formaban parte de los instrumentos organizativos del poder real mediante los cuales se mantenían las distancias entre todos los grupos y personas de la sociedad cortesana, frente a íntimos, incluso, de la propia persona del Rey. Estos no eran los únicos instrumentos organizativos de los que el monarca disponía; para tal fin contaba sobre todo con el control del ejército y la disposición de los ingresos globales de Estado. Pero la proclamación y simbolización públicas del poder cobran y se convierten en un valor en sí mismas. Los símbolos del poder adquieren una vida independiente y asumen el carácter de fetiches del prestigio.
Norbert también señala la necesidad de cuidar el uso del concepto racionalidad y no olvidar que se trata de una categoría históricamente determinada: la racionalidad de lo cortesano es distinta a la de los profesionistas burgueses. Aquella se identifica en primer lugar con un cálculo de oportunidades de prestigio y estatus, mientras que en los segundos la racionalidad se expresa en primer término en cálculos de ganancias o pérdidas financieras. No obstante, dice Elías, en cualquier sociedad se da la competencia por el prestigio y el estatus social.
El autor, para explicar el cambio cultural o civilizatorio, se remite a los comportamientos, conductas, hábitos y normas de conducta que se desarrollan a la par con el Estado moderno. En sus trabajos Norbert Elías utiliza la larga duración como elemento primordial para poder explicar cómo estas normas de conducta van cambiando hasta llegar a las vigentes. Todo esto inmerso en su estudio del Estado moderno.
IV
En la actualidad, la relación entre la historia y la teoría social, en particular con la sociología, es más estrecha. Los antropólogos y los sociólogos se han visto en necesidad de incluir enfoques históricos en sus trabajos principalmente por los ritmos del cambio social actual. Por su parte, los historiadores están interesados en las teorías sociales, principalmente por ser estas las que le permiten tomar conciencia de los problemas humanos.
En las ciencias sociales ha surgido el discurso compartido por algunos historiadores y sociólogos. Los cuáles aceptan la necesidad de investigaciones que utilicen enfoques teóricos de otras disciplinas en busca de la resolución de sus problemas de estudio. Los historiadores interesados en la historia social han tomado conceptos de la sociología y antropología social, enriqueciendo el análisis y la explicación sobre el acontecer del hombre a lo largo de su evolución.
Esto no significa que no se corra el peligro de regresar atrás y perder los avances en las investigaciones sociales de corte histórico y sociológico, se debe estar muy conciente de que no existe historia sin sociedad, pues bien es cierto que son los hombres los que hacen la historia, pero la hacen siempre en sociedad.
Referencias
Burke, Peter: Historia y teoría social, Instituto Mora, México, 2000.
Burke, Peter: Sociología e historia, Alianza Editorial, Madrid, 1987.
Elías, Norbert: El proceso de la civilización. Investigaciones Sicogenéticas y Psicogenéticas, FCE, México, 1989.
Elías, Norbert: La sociedad cortesana, FCE, México, 1996.
Septién Torres, Valentina: “Notas sobre urbanidad y buenas maneras: de Erasmo al manual de Carreño”, en Pilar Gonzalbo Aizpuru (coord.): Historia y Nación. I. Historia de la educación y enseñanza de la historia, El Colegio de México, México, 1998.
* Integrante del Colectivo Disyuntivas.