Ivi May Dzib
Apunte de un escribidor
Hay diferentes puntos de vista, diferentes formas de ver una misma realidad, no podemos ser inquisitivos con muchas situaciones sin entender el contexto en el que se desarrollan. Quisiera hablar aquí de una de las realidades que se presta a un juicio unidireccional, la de los juniors, los hijos de los políticos que viven de manera tan ostentosa y que sin pudor alguno presumen su vida de reyes que, comparado con la vida de los mexicanos promedio, se torna a insulto; sin embargo, hay mucha tela de donde cortar respecto a este tema.
Esta discusión se desata también a raíz del programa Made in México, el cual es un reality show de Netflix que ha causado mucho enojo en las redes sociales e, incluso, en diversos medios especializados en contenidos televisivos por presentar a estos juniors en su “vida cotidiana”, superflua y banal. Pero sobre todo porque se intenta insinuar que ellos representan a un grupo de mexicanos.
Les guste o no, estos juniors sí representan, y más de lo que queremos aceptar, a los mexicanos, ya que la mayoría de los padres aspira a que sus hijos tengan ese estilo de vida materialista y consumista que les dará una identidad, de ahí que los eduquen en la cultura de aprovecharse y pisar al otro. Los niños y jóvenes no pidieron ser educados así, su mundo es del tamaño del que sus padres fueron capaces de dar y es unidireccional, como el de muchísimos mexicanos.
Así que de una u otra forma este show televisivo sí es reflejo de los que somos o más bien de lo que añoramos ser, porque como bien dice uno de ellos en el programa: “somos un grupo pequeño, todos nos conocemos”. Y sí, todos sabemos que a lo mucho son 20 familias las que están en esos estatus económicos, por eso son aproximadamente 40 jóvenes y sus hermanos mayores y menores los criticados por la educación y mundo que recibieron sin que nadie cuestiona la reproducción de esa misma forma de ver el mundo.
Aunque también existe la tendencia de insultar de manera muy agresiva a los hijos pequeños de los políticos y empresarios, ¿por qué atacar a menores que solo replican su contexto? Me aventuró a pensar que la idea del reality show se dio por parte de estos juniors ante los ataques al nuevo potencial miembro de estos círculos: Jesús López Gutiérrez. Sí, el más pequeño de los hijos de López Obrador, el cual fue atacado en las redes sociales y medios de comunicación y este proyecto nació poco después. Quiero pensar que los juniors se vieron reflejados, sintieron empatía por un chico que se va ver envuelto en la vorágine sociopolítica-empresarial en la que ellos nacieron y crecieron, me gusta pensar que estos socialites mexicanos pagaron este programa a modo de grito de desesperación ante su gran mundo unidireccional. Esto que vemos como una frivolidad o una grosería, podría verse desde otro matiz: la historia de unos adultos que de niños sufrieron el mismo abandono, violencia, indiferencia y carencias que los niños más pobres y fueron arrojados al mundo de lo material y superfluo, lo que los ha configurado en lo que ahora son.
La infancia es cosa de humanidad y la infancia de hoy es de lo que más carece, ya que no se educa para ser humano, sino para ser triunfador a costa de lo que sea. El programa, que Netflix como empresa no tiene por qué evaluar éticamente, sino comercialmente, sacó este producto porque conoce a sus audiencias, saben lo que los mexicanos quieren y a lo que aspiran... lo que los representa, aunque no lo acepten.
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