Cultura

Ella es dueña de su cuerpo y de sus actos

Faulo M. Sánchez Novelo

Ella se asume como feminista, como una mujer independiente dueña de sí misma, es decir, de su cuerpo y de sus actos. Tiene 33 años y asegura que conserva su capacidad de asombro.

Por su propia experiencia sabe a ciencia cierta que mujeres y hombres somos incoherentes y contradictorios, aunque todo el tiempo nos digamos a nosotros mismos que tenemos que ser precisamente lo contrario.

Estudió su educación básica en un colegio particular católico pero con el tiempo se fue alejando de la religión, aunque sin resentimiento de ningún tipo. Simplemente dejó de creer o perdió el miedo al castigo divino que le imbuyeron cuando era niña.

De un tiempo a esta parte asume algunas prácticas que podríamos llamar transgresoras de las normas dominantes de la sociedad, como utilizar sustancias "prohibidas", posar desnuda o relacionarse con personas que algunos calificarían de "tóxicas", pero señala que eso le ha permitido conocerse mejor a sí misma y a los demás.

Posee educación universitaria y se dedica a la cátedra en una institución pública, entre otras actividades; por los resultados de sus evaluaciones, sus alumnas y alumnos reconocen su creatividad y entrega e incluso podríamos suponer que la admiran o la estiman. Sin embargo, su relación con sus superiores no es fácil porque defiende su punto de vista liberal y no permite que le impongan tareas que no van con su idiosincrasia.

Cuando cumplió 23 años decidió ya no depender de su familia, sino bastarse a sí misma. Admite que no es fácil porque el sueldo es insuficiente para satisfacer todas sus necesidades: renta, comida, vestido, transporte, distracción...

Aunque es yucateca, su estatura está por encima del promedio de las mujeres de esta tierra. Durante su niñez y adolescencia practicó el atletismo en el que destacó como corredora de media distancia y salto de longitud. Sin embargo, en los últimos años dice que incluso le da “hueva” sacar a caminar a sus mascotas por el vecindario. En otras palabras, que el ejercicio no es su prioridad. Se conduele de ser inconstante, si bien sabe que la disciplina es necesaria para avanzar en lo que sea que te propongas.

Fija como única condición de la entrevista no revelar su nombre. Acepto, pero le digo que necesito grabar su testimonio. Concede. Así que comenzamos. Nos acompaña Guadalupe, su amiga. Me permito tutearla pues por su edad podría ser mi hija.

–¿Cómo es un día típico de tu vida?

–Aunque me da mucho trabajo levantarme, despierto temprano, me baño, tomo café, preparo mi lunch y me voy a mi trabajo de nueve a tres de la tarde. Luego regreso a mi casa, almuerzo, descanso un rato y preparo mis clases; después veo algunas series de TV, platico con mis amigos vía Facebook o WhatsUp y luego a dormir. Bueno, no es que todos los días sean exactamente iguales, pues casi siempre sucede algo distinto.

–¿Y los fines de semana?

–Cuando tengo dinero, salgo con mis amigos a alguna cantina o a cenar, pero eso es por temporadas porque también me aburre hacer lo mismo; en ocasiones me gusta visitar alguna población cercana a Mérida pues no tengo vehículo.

–¿Descríbeme a dos o tres de sus amigos?

Guadalupe: fue mi primera amiga feminista pero que yo no sabía que lo era y mucho menos sabía qué era el feminismo; llevamos 20 años de ser amigas; lee mucho, estudió literatura, es muy inteligente y acaba de terminar sus estudios de doctorado en literatura; es de complexión pequeña o menudita, usa lentes y tienen una melena rizada muy bonita; parece tímida pero cuando habla es para decirte la verdad; últimamente me he fijado más en sus gustos, que desconocía, por ejemplo, por el ánime,

Rubí: es de mi edad, tal vez un año más grande que yo; es maestra en una escuela particular católica; curiosamente ahora que escribo sobre ella recuerdo que también tiene el cabello chino y abundante; tienen un hijo de 13 años al que conozco desde que tiene 5; me llevo muy bien con él; Rubí habla muy fuerte cuando está molesta o lo hace en serio; no me da miedo pero sí siento algo raro cuando habla así; Rubí pareciera que tienen escarcha y brillantina en su ser; tienen una familia muy bonita; ella también es feminista y siempre puedo conversar con ella cuando tengo dudas o pensamientos de cualquier tipo.

Alejandra: estudió sicología y tienen facilidad para hablar inglés; me comentó una vez que ella no estudió inglés en una escuela, sino que veía películas con audio en inglés y así aprendió; hoy por hoy habla perfectamente ese idioma y da clases en una escuela particular; le gusta viajar y siempre tiene temas de conversación; desde hace un par de años la percibo más feminista.

–¿Cómo te describirías físicamente?

–Soy alta, morena, de cabello oscuro y ondulado; soy delgada, creo yo, pero siempre he tenido cierta panza. Tengo ojos negros y mis labios son muy bonitos; mis ojos se parecen a los de mi mamá y mi nariz también. Me han dicho que tengo bonitos mis dientes; tengo un lunar en el muslo derecho bastante grande según yo, pero que en realidad es del tamaño de una lenteja.

Cosmovisión

–En uno de sus libros autobiográficos, Paul Auster cuenta el caso de un escritor que le decía a otro: cuando te pregunten por qué fumas responde que porque te gusta toser. Si te pregunto por qué consumes sustancias "prohibidas", cuál es tu respuesta.

–Simplemente porque me gusta, me divierte y puedo seguir trabajando y haciendo cosas. En alguna temporada me ayudó a dormir, pues padecía insomnio y eso fue muy bueno para que pudiera descansar. Uso el cannabis con alcohol para frotarme los hombros o la espalda cuando me duelen. Relaja.

–¿Qué es para ti la familia?

–En estos días de mi vida he aprendido que es un vínculo muy fuerte para el ser humano sobre todo cuando llega a este mundo; también he aprendido que no lo es todo pero que es muy importante en la sociedad para fortalecernos. Quizá mi percepción de la familia ha cambiado con el paso del tiempo.

–¿Piensas algún día formar una?

–Si te refieres a papá, mamá e hijos, no.

–¿Qué detestas de los hombres?

–Sus privilegios, pero en realidad no me gustaría tener esos privilegios porque se traducen en poder sobre los demás; tengo sentimientos encontrados sobre los hombres; detesto a cualquier hombre que camine muy de cerca de mí en la calle; detesto que existan hombres abusadores y violentos, así como también hay mujeres igual de violentas; pero no detesto a la gente sino sus actitudes.

–¿Y de las mujeres?

–No creo detestar a alguien por su género; en todo caso, insisto, detesto algo de lo que hacen.

–¿Existe la famosa sororidad?

–Sí existe.

-¿Cómo pones en práctica este concepto?

–Lo entendí gracias a otras mujeres que ni siquiera me dijeron: “mira, esto es sororidad”, sino que me lo demostraron con su comprensión, me lo demostraron cuando les conté mis problemas y no me juzgaron; me lo me hicieron sentir cuando por mi manera de vestirme, peinarme, reírme nunca me dijeron que era incorrecta o que estaba “mal visto”; lo pongo en práctica con mis amigas, con las mujeres de la familia, aunque es ahí en donde me da más trabajo porque me tengo que ocupar cada vez de más cosas que pensé que ya estaban resueltas. Sí creo que también nosotras las mujeres competimos como lo hacen los hombres y cuando una sobresale entonces es cuando somos menos buena onda. Lo practico cuando escucho pláticas machistas y no me quedo callada. Ya después leí sobre el concepto.

–¿Qué opinas de la violencia contra las mujeres?

–Me asusta la manera tan machista como se propaga en todos los aspectos de la vida: la educación, la religión y en numerosas cosas que creemos que son correctas pero que no lo son ni para los hombres ni para las mujeres.

–¿Y de los feminicidios?

–Que me dan miedo.

–¿A qué atribuyes la génesis de la violencia?

–A la inseguridad del ser humano. Se me ocurre que muchos piensan que tienen derechos sobre todo, inclusive sobre las personas, y que les pueden pertenecer y, en consecuencia, dominarlas.

–¿Es posible acabar la violencia únicamente con leyes a favor de las mujeres?

–No.

–¿Qué más se necesita?

–Educación y sensibilización permanentes.

–¿Del aborto?

–Que tenemos derecho a elegir y no morir por falta de atención médica adecuada.

–¿De los matrimonios entre personas del mismo sexo?

–Estoy a favor.

–¿No te da miedo vivir sola?

–A veces.

–¿Cuáles son tus aspiraciones?

–Hacer un posgrado pero todavía no defino sobre qué.

–¿Cómo ves el futuro o tu futuro?

–No soy adivina, no tengo una bola de cristal pero espero que sea muy divertido.

–¿Te arrepientes de algo?

–No, porque no tengo sentimientos de culpa. Lo pasado hecho está. No sé qué persona sería ahora si no hubiera tenido todas las experiencias que he acumulado en mi vida. Ahora soy consciente de lo que soy y en ello trabajo.

Después de escucharla con interés durante más de dos horas y de escudriñar su mirada, que refleja honestidad, me guardé mis rancios sermones para otra ocasión o... para siempre.