Ariel Avilés Marín
Existen géneros cuya edición es poco frecuente, el teatro es uno de ellos. Cuando uno visita grandes librerías de importantes capitales, se da un baño de libros incomparable. Recuerdo muy vivamente la visita en 1992, en la Gran Vía, en Madrid, que hicimos Don Luis Brito y yo a la librería de Editorial Gredos, un enorme edificio de siete pisos y dos sótanos, todos estos espacios rebosantes de libros. No había autor que estuviera ausente, quien fuera, en alguno de los muchos estantes tenía que estar; sin embargo, aún en esta catedral del libro, es poco frecuente encontrar ediciones dedicadas exclusivamente a obras de teatro, y menos, algún volumen con varias obras de un mismo dramaturgo. Con relativa facilidad, uno puede encontrar antologías teatrales, o también obras de grandes clásicos como Esquilo, Sófocles o Eurípides, pero una compilación de varias obras de un mismo autor dramático en un solo volumen, es poco frecuente.
En septiembre de 2016, la Universidad Modelo, en coedición con Editorial Ariadna, publicó un volumen con las últimas obras teatrales de Fernando Muñoz. En la Ciudad de México se llevó a cabo la presentación de la edición, pero para mi sorpresa, fue una presentación colectiva de seis libros, todos ellos de obras de teatro, junto con el de Muñoz, también fueron presentados los de Gonzalo Valdez, Gabriela Inclán y otros tres que no recuerdo ahora. Aquello fue un raro acontecimiento editorial.
Ahora, en nuestra ciudad, la tarde noche del miércoles 19, en la Sala de Usos Múltiples del Gran Museo del Mundo Maya y en el marco de la Semana Cultural del Atlas Histórico y Cultural de Yucatán, se llevó a cabo la presentación de un volumen de seis obras teatrales del maestro Jorge Esma Bazán, singular esfuerzo editorial compartido por el Instituto de Historia y Museos de Yucatán, Editorial Paso de Gato y Editorial Anatomías Textuales.
El evento de presentación revistió un formato muy afortunado, ya que se alejó de la formalidad de que un grupo de presentadores leyera una ponencia sobre el libro, y se dejó paso a que las propias obras se presentaran a sí mismas en las voces de un selecto grupo de de actores de nuestro medio. La mesa estuvo integrada por el propio autor como moderador y las voces emotivas y coloridas de Silvia Káter, Laura Zubieta, Ligia Barahona, Michelle Arrebola, Paco Marín, Martín Cuburu y Mariano Olivera; por si esto fuera poco, las lecturas fueron aderezadas con el fondo musical que pusieron Ricardo Vega y Víctor Cel, y que imprimieron mayor color y emotividad a la lectura dramatizada.
Las claras y vibrantes voces de Ligia Barahona y Laura Zubieta integraron un diálogo para poner al público al corriente del profundo drama de Atila. Los sucesos terribles que involucran a sus padres y le llevan a clamar: ¡Dios! ¿Dónde estás? En seguida, Silvia nos introduce por La Noche de los Payasos Negros, que corre dentro del género expresionista y en la que, el S. XX, se confunde con otras épocas. La trama transita por las contradicciones de las conductas sociales. El diálogo de Don Cuco y el ciego, se debate en juegos de palabras más propias de campañas políticas, se fustiga la simulación de la clase política, especialmente la mexicana.
De inmediato, la profunda y aterciopelada voz de Paco Marín nos lleva a vivir el drama de El Carcelero, que corre por el calabozo que la sociedad construye para torturarse a sí misma. “¡Todo es falso! La culpa está ahí, todos somos culpables, por el carro del año, la ropa de marca, la casa de campo… ¡Estamos sostenidos en la ilusión!”
El momento cumbre de la lectura dramatizada nos llega en “Mariposa Monarca” que nos da noticia de la realidad política práctica del S. XX en México, se inicia en la voz de Silvia Káter: “¡La felicidad! Esta es la primera y la última palabra”. Se callan los nombres reales, es un asunto delicado: el asesinato de Luis Donaldo Colosio. Es un contacto con el teatro de Esma, como lector o espectador. Entramos a la escena capital de la tragedia: Los Fiscales. “Ha llegado la hora de que los envuelvan, de los arrepentimientos, de que todo quede bien claro; la hora de los fiscales, de los que no se atrevieron”, nos dice la víctima en la voz de Martín Cuburu. Los fiscales responden: “Llegaremos hasta la última consecuencia. El brillo de las mentiras, ha confundido a la opinión pública. Hemos venido hasta el punto de origen. A la sangre sólo la lava la sangre. ¡Todos callamos!”, estallan en coro las voces de los actores. En el foro se deja oír con fuerza el tema musical de La Culebra. La sala completa de pie, estalla en calurosa ovación para los soberbios lectores.
Paco Marín, al micrófono, nos informa: Es el momento de traducir las emociones en la voz del propio autor, y cede el micrófono a Jorge Esma: “¡Qué merecido aplauso para la lectura! Tengo que dar las gracias, gracias al museo, gracias a Laura Ramírez Rasgado, su directora; gracias a las editoriales. Para lograr esta publicación, hubo mucho trabajo de por medio; ninguna estaba completa; una estaba extraviada. Las incompletas, hubo que terminarlas, hubo que hacer corrección de estilo. Hay un gran mérito de Alma Balam, de su perseverancia, juntó las partes sueltas, corrigió estilo, rescató partes sueltas de la que estaba extraviada para reintegrarla, hay un profundo trabajo en todo esto”.
Continúa: “Cuando tenía veintiuno o veintidós años, escribí El Pulpo, que era sobre el clan de los Kennedy, sobre la política internacional de los años 63 y 64 del siglo pasado, y la escribo siendo actuales los hechos; no se estrena hasta los 70. En ese período, hay notables influencias de Ionesco y de Jodorowsky que fueron mis maestros; la obra es ganadora del premio Celestino Gorostiza. Más adelante, ya con Atila, la lee Ofelia Guilmain y en la frase toral: ¡Dios! ¿Dónde estás?, grita; luego la hace Graciela Doring, y la hace mucho más mesurada. Hoy, Lichí Barahona, ha vuelto a gritar ¡Así debe ser! ¡Una flor para Lichí!”, termina Jorge Esma.
Una gente del público, que se identifica como Ileana Casares, pide la palabra y dice: “Jorge, una vez me preguntaste ‘¿Me habré equivocado? ¿Debo ser político o gente de teatro?’; ¡No te equivocaste, este era tu destino!”’
Salimos del Gran Museo del Mundo Maya, con una sinfonía resonando en nuestra mente, las voces de los excelentes actores y su emotiva lectura dramatizada.