Cultura

Tatiana Zugazagoitia, 50 años de celebrar la vida en la danza

Víctor Salas

Han sido símbolos del arte escénico, personajes de libros e imágenes cinematográficas, pero les hacía falta respirar la vida desde un escenario para ser vistas y escuchadas en pleno siglo XXI, aunque ellas fenecieron en el XX. Han recuperado la vida por la magia teatral y la pasión artística, congénita, de Tatiana Zugazagoitia, quien supo urdir dos vidas sin convergencia, en un encuentro maravilloso entre la revolución y el romanticismo representado por Isadora Duncan –en el primer caso– y Anna Pavlova, en el segundo.

A propósito de la presentación de la obra teatral Anna Pavlova e Isadora Duncan, Diálogos en el marco del Mérida Fest 2019, en el teatro Armando Manzanero, tuve la oportunidad de conocer de viva voz de Tatiana Zugazagoitia, el incio y la cúspide de ese trabajo que ha resultado ejemplar y digno de conocerse por todos las personas que estudian danza en la ciudad, haciéndolo en las múltiples academias meridanas.

Son dos mujeres concretas las que prestan su voz e imagen a otras dos que fueron fama de su tiempo e iconos del transcurrido después de sus muertes. Isadora es la libertad, la Pavlova es el idealismo, las cuatro tienen una coincidencia en la danza sin calificativos, ese arte que transcurre en el cuerpo por una necesidad de volar o de existir para transformar.

Para realizar la obra sobre Isadora y Pavlova, Tatiana vivió una serie de coincidencia que de manera natural se concatenaron hasta convertirse en un producto enaltecedor y motivador para el arte coreográfico. En la antesala de las coincidencias maravillosas estuvo Carmen Correa –bailarina que fue durante muchos de la Compañía Nacional de Danza–, la cronología física de ambas, sus temporalidades profesionales, sus mundos de amistades y el encuentro maravilloso en una sala teatral, donde se conectaron para iniciar sus investigaciones históricas acerca de los personajes.

Lo demás es historia conocida, aunque yo le pregunto a la bailarina qué viene, qué le gustaría ver como coadyuvante de su trabajo. “Mira, este es un trabajo histórico, son biografías dos bailarinas, entonces, lo más deseable es que la enorme cantidad de academias particulares de Mérida tuvieran interés en que sus alumnas se involucren en esta obra que les proporcionaría conocimientos acerca de dos seres excepcionales que dedicaron sus vidas a la danza”.

Le confieso mi fe y esperanza en que las autoridades de la Segey tengan interés en promocionar este trabajo que daría resultados enaltecedores a tantas niñas que estudian ballet en la ciudad. De alguna manera se ha de poder integrar un plan en que las autoridades promocionen de manera amplia esta obra sobre Pavlova e Isadora Duncan.

La maestra Loreto Villanueva, secretaria de Educación, persona educada en las artes, ha de ser un oído receptivo y sensible que debería interesarse en hacer de esta obra una actividad determinante en las academias particulares de ballet, incorporadas a la Segey.

Pavola e Isadora reúne todos los requisitos para ser contemplada por la Secretaria de Educación para una programación dirigida a tantas estudiantes de ballet en la ciudad.