Sin abandonar para nada su incidencia en la vida política, o más bien aprovechándose de ésta, Hillary Clinton inaugura octubre con un nuevo hito en su ambición literaria. La salida al mercado, en diversos formatos y de manera simultánea en Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia, Canadá y la India, del volumen El libro de las mujeres valientes, por la editorial Simon & Schuster, prefigura un éxito de ventas.
A la caza de cada palabra del libro están yendo los seguidores de la familia que alguna vez ocupó la Casa Blanca, los más fieles militantes del Partido Demócrata, los curiosos, los periodistas, los críticos, los lectores empedernidos y los ocasionales, los que gustan comparar si la entrega mejora la letanía de culpas repartidas en Qué sucedió (libro precedente de la candidata presidencial derrotada), y un público ávido por comprobar cuál es el grado de compromiso de las autoras –porque esta vez Hillary no va sola, comparte cartel con su hija Chelsea Clinton– con el subtítulo de la propuesta: Historias favoritas de coraje y resiliencia.
Que la política es inevitable lo prueba la entrevista que Hillary concedió a la cadena televisiva CBS el pasado domingo. Del libro se habló menos que de Donald Trump. Ella atizó las llamas al declarar: “Creo que él sabe que es un presidente ilegítimo. El lo sabe. El sabe que hubo muchas razones diferentes por las cuales las elecciones se desarrollaron de la manera en que lo hicieron. Y asumo toda la responsabilidad de las partes que debería. Pero bueno, fue como solicitar un trabajo y obtener 66 millones de cartas de recomendación y perder ante un tornado humano corrupto. Y sé que él sabe que esto no estaba a su nivel. No sé si alguna vez sabremos todo lo que sucedió”.
De refilón se coló la nebulosa del impeachment (juicio político) que planea sobre el actual mandatario. Hillary dio a entender que estaba empapada en el asunto al referirse a su propia experiencia –Bill fue acusado por la Cámara de Representantes en 1998– , a propósito de que una de las mujeres retratadas en el libro es Eleanor Roosevelt.
“Parte de la razón por la que admiro a Eleanor es la forma en que manejó lo que le sucedió”, dijo en alusión a los días difíciles que pasó la esposa del presidente cuando trascendieron las infidelidades de éste al punto de que en el lecho de muerte estuvo la amante Lucy Mercer, para colmo antigua secretaria de Eleanor. Hillary añadió: “Y digo, mira, cuando algo sucede en tu matrimonio, como sé bien, puede ser valiente irse, puede ser valiente quedarse. Sentí que había aprendido tanto de ella”.
Varias son las mujeres inspiradoras para las Clinton. Y la intención de describirlas nació de frecuentes conversaciones por años entre madre e hija.
De las estadounidenses destacaron, además de la Roosevelt, la semblanza de la excepcional luchadora abolicionista Harriet Tubman, quien en el siglo XIX figuró entre los que activaron el llamado “ferrocarril subterráneo”, vía de escape de los esclavos de las plantaciones del sur hacia los estados en que ya se había erradicado el infame régimen explotador.
También incluyeron a Edith Windsor, fallecida hace menos de un mes, ardiente y denodada promotora de los derechos humanos de la comunidad LGTBI, que logró un éxito legal sin precedentes al conseguir que la Corte Suprema de EE. UU. admitiera la pertinencia del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Idéntico destaque mereció la británica Rosa May Billinghurst, activista a favor del sufragio femenino, que desde su silla de ruedas alzó su voz una y otra vez en aras de hacer efectiva la ciudadanía política de la mujer.
No deja de ser interesante que las mujeres contempladas en el libro abarquen un arco histórico que va del siglo XVII a nuestros días. Hillary y Chelsea acordaron calificar como ejemplo de coraje a la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, poeta, dramaturga y religiosa, tenaz luchadora contra prejuicios y dificultades derivados de los conceptos vigentes en la época en que vivió.
Sorprende que la más joven en la nómina sea la sueca Greta Thunberg, de apenas 16 años de edad e internacionalmente reconocida por su activismo ambiental. A las Clinton les importa no sólo esta faceta de la proyección pública de la muchacha, sino también su decisión de sobreponerse a las limitaciones de la enfermedad que le diagnosticaron de pequeña, el Síndrome de Asperger, asociado al autismo.
Las autoras estaban lejos de sospechar que el lanzamiento del libro coincidiría con la relevante presencia de la Thunberg en Naciones Unidas. Su discurso en la reunión sobre el cambio climático penetró en las conciencias. Allí dijo a los políticos: “Estos datos son demasiado incómodos y ustedes no son lo suficientemente maduros para decirlo tal y como es. (…) Nos están fallando, pero los jóvenes están empezando a entender su traición. Si eligen fallarnos, yo les digo: nunca les perdonaremos. El cambio viene les guste o no”.
Chelsea defendió la obra escrita junto a su madre con las siguientes palabras: “Las mujeres valientes en este libro comparten un feroz optimismo de que su trabajo y sus vidas harán la diferencia en el mundo. Y tienen razón. Esperamos que los lectores saquen fuerza de sus historias como lo hemos hecho nosotros, porque si la historia muestra una cosa, es que el mundo necesita más mujeres valientes”. Haría falta que ella, o mejor aún Hillary y sus correligionarios, pasaran del pronunciamiento a los hechos.