Luis Carlos Coto Mederos
Luis Gómez
VI
813
A Martí
Yo sé de un hombre sencillo
y pensamiento gigante
que en su carne de estudiante
llevó la llaga de un grillo.
Con Nicolás del Castillo
rodó en la dura inclemencia
y un día por la impaciencia
de ver su patria oprimida
apagó el sol de su vida
y abrió el de la independencia.
Yo nunca en el mundo vi
otro que al grito de guerra
cayera frente a la Sierra
más grandioso que Martí.
Su pensamiento mambí
da luz para que me asombre
por su ejemplo, por su nombre,
por su amor, por su saber;
nunca más otra mujer
dio un hijo como ese hombre.
Martí no es sólo mentarlo,
hay que ejercer su doctrina
que por el mundo camina,
y no hay con qué compararlo.
Hay que leerlo y llevarlo
en el alma, y en la escuela
fue un perenne centinela
que por la patria veló,
y desde niño llevó
los consejos de Varela.
Cuentan que cuando cayó
bajo la comba azul clara
el sol que alumbró en su cara
con fuego de amor lloró.
La bala que lo mató
se fundió en fragua de penas
y cuentan las almas buenas
que en sus brazos lo llevaban
que, en vez de sangre, brotaban
rosas blancas por sus venas.
814
Paisaje rústico
Una mujer se levanta
con su rústico atavió,
por detrás del lomerío
hay un paisaje que encanta.
El viento murmura y canta
el sueño azul de un poeta
y cuando ya la silueta
se va perdiendo en las brumas
baja un Carusso de plumas
a entonar una opereta.
En la cámara del río
una luna de escarlata
romántica se retrata
con su mejor atavío.
Por la cuenca del bajío
se desenfrena el torrente
y su caudal transparente
se hincha en el cauce viejo
y rompe como un espejo
contra los muros del puente.
Y por Yaguanabo abajo
entre paisajes tardeños
hay un bergantín de sueños
que el mar Caribe nos trajo.
Por las arterias de un gajo
se asoman las primaveras
y en las altivas palmeras
que adornan el bajareque
forman un loco guateque
las cotorras bullangueras.
Allí donde los castillos
son tres hermanos carnales
tienen las ramas frutales
aretes de mamoncillos.
Un crucigrama de trillos
revive las ilusiones
y en las anchas extensiones
por donde a veces te pierdes,
abren sus pupilas verdes
los ojos de los anones.
815
Yo quiero morir aquí
Yo quiero morir aquí,
bajo el azul de mi cielo,
contemplando el raudo vuelo
del inquieto colibrí.
Quiero estar donde el totí
abre sus alas hermosas,
quiero estar donde las rosas
nos dan fragancia y ternura,
donde con esencia pura
se embriagan las mariposas.
Quiero estar cerca del río
para soñar sus colinas
donde sobre las guaninas
está de guardia el judío.
Amo a mi pobre bohío
que vio mi sueño temprano
y adoro mi sol cubano
que me brinda sus reflejos
para sentirme más lejos
del imperio americano.
Quiero estar donde Maceo
dio su sangre generosa
en la mañana gloriosa
del pueblo de Coliseo.
Quiero estar junto al trofeo
de Céspedes y Rabí,
con esta historia mambí
para contarle a mis nietos
los deberes y respetos
que se merece Martí.
Seré firme hasta la muerte,
aunque mi ansia sea mucha,
y defenderé esta lucha
sin importarme la suerte.
Por ella seré más fuerte
junto a la conciencia humana
y si me muero mañana
en la tierra que me aloja
pónganme una rosa roja
y una bandera cubana.