Cultura

Alegre homenaje musical a Benny Moré

Ariel Avilés

El Bárbaro del Ritmo

Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez fue un cantante y compositor cubano que dejó una huella imborrable en la música universal. Fue una figura que arrastró multitudes. Llegó a México como integrante del conjunto de Miguel Matamoros, pero cuando el grupo marchó a España, ya como Benny Moré, se quedó en México para que, en forma independiente, alcanzara niveles insospechados con éxitos arrolladores. Su meteórica y vertiginosa carrera nos habla de su enorme talento y genialidad; lamentablemente, como todos los genios, su vida fue agitada, inestable y terriblemente efímera. Solamente vivió cuarenta y tres años, pero en ese breve tiempo dejó una memoria imborrable en el panorama musical del mundo. De una cubanía entrañable, cuando estaba en la cúspide de su carrera, regresó a su patria amada para no salir más.

Benny Moré es un alma gemela con la de otro genio musical de la humanidad, Wolfgang Amadeus Mozart, pues como el de Salzburgo, se puede decir que el cubano nació sabiendo música. Nunca estudió nada de este arte, se puede decir que era un analfabeto musical, y sin embargo, dominaba perfectamente ritmo y armonía, lo que le permitió componer e incluso hacer arreglos orquestales. Y como Mozart, llevó una vida de excesos, desenfrenada y como consecuencia inevitable, muy breve. Si a esta compleja vida agregamos que nació y creció en una miseria profunda y por ello padeció de una desnutrición crónica, ya tenemos los factores que lo llevaron a su prematuro fin. Descendiente de Gundo, jefe de una tribu del Congo, capturado en Africa y vendido como esclavo en Cuba, Benny perteneció a la clase más desheredada de la Cuba de la Pseudo República o República Mediática por su dependencia del imperio norteamericano.

Benny regresó a su amada patria justo al triunfo de la Revolución Cubana, y ahí se integró al proceso de cambio; su última actuación la realizó tres días antes de morir en el centro nocturno Palmira, de La Habana. El indigno exilio de Florida se ha atrevido a afirmar que Benny no salió de Cuba porque no se lo permitieron, lo cual es totalmente falso, pues el artista se integró totalmente al proceso revolucionario y, por ello, su memoria y figura han sido y son honradas en su patria. Benny llegó a México en 1945, su permanencia en nuestro país coincidió con la de otro grande de Cuba, Dámaso Pérez Prado, y con el lanzamiento del mambo, en cuyo género se consolidó la figura de Benny como pregonero de las mejores sonoras. Fue un maestro indiscutible del género musical nacido en Cuba, el bolero. También fue vocalista de la Orquesta de Luis Arcaraz, con la que llegó a actuar en Estados Unidos, nada menos que en la ceremonia de entrega de los Oscares. Nacido en 1919, este año es el del centenario de su nacimiento.

Este lunes, a las nueve de la noche, en el Teatro Armando Manzanero, a iniciativa del gran músico Carlos Tello Martínez, un grupo de artistas, encabezado por el coro “Voces Sin Fronteras”, se unieron para hacer una variada y alegre ofrenda musical a la memoria del gran Benny Moré. Antes iniciar las participaciones musicales, se proyectó un documental muy bien elaborado por Sergio Verdugo Narváez, del Canal 22. En dicho filme, aparecen las más destacadas actuaciones de Benny, junto a figuras como Amalia Aguilar y Meche Barba, míticas rumberas de la era de oro del cine mexicano; en él, aparece Benny conduciendo a su grupo Orquesta Gigante. Ya en la parte musical, se contó con la participación de figuras como el vocalista cubano Marionel Reyes, la cantante local Chelo Medina, el intérprete Luis Gorocica, y la gracia y sabor de Rey David y su ballet cubano. El programa fue conducido por el conocido locutor Mario Chacón Medina.

Arrancó su actuación Voces Sin Fronteras con el tema del gran cabaret de La Habana, el Tropicana, “De Cuba para el Mundo”. El grupo vocal usa banda grabada con orquesta, y tiene en vivo la ejecución de maracas, claves, cencerro, tumbadoras, tarola y rascabuches, que son ejecutados por los mismos miembros del coro. Se une el grupo a Marionel y nos regala con la tal vez más popular canción de Moré, “Bonito y Sabroso”. En seguida, coro y vocalista, juntos de nuevo, interpretan “Pachito E’Che” y en seguida, “Lágrimas Negras” de Miguel Matamoros. Viene entonces un lucido número con Rey David y su Ballet Cubano que traen al escenario, con gran colorido, “Me voy pa’l Pueblo”, que el coro interpreta también. El ambiente del Caribe llena la sala cuando Voces sin Fronteras nos canta “En el Mar”, a ritmo de sabroso chachachá. Rey David, baja al lunetario y saca a bailar a una dama, que acepta encantada y marcan el ritmo con gracia y sabrosura. En este número, algunas partes son interpretadas por solistas del propio coro. En varios puntos de la sala, hay parejas bailando en los pasillos.

Sale a escena Chelo Medina, y con el coro nos interpreta algunos éxitos de la Sonora Matancera, como el guaguancó “De México a La Habana” y “Caramelo Sí”, en el cual se unen las bailarinas de Rey David. En seguida, el tan gustado tema de salsa “Burundanga”, de Óscar Muñoz Bouffartique. El término burundanga quiere decir en yoruba ensalada de hortalizas o verduras, y eso canta la canción, una complicada ensalada de nombres que se antojan un verdadero trabalenguas que corre en un sentido y en seguida en el contrario. Ahora el turno de Luis Gorocica que se une al coro para traernos “La Negra Tomasa” o “Pilón”, que de las dos maneras se conoce esta canción. De inmediato viene “Amalia Batista”, que habla de una de las célebres mulatas habaneras, y en seguida “El Melao de Caña”.

Carlos Tello tomó el micrófono para ponernos al corriente de algunas cosas. Voces Sin Fronteras está festejando doce años de incansable actividad. Este hermoso grupo está constituido por gente madura y de la tercera edad, y ponen un entusiasmo y alegría en sus actuaciones, que debe de servir como ejemplo a las nuevas generaciones. El grupo, a lo largo de su existencia, se ha dedicado al rock de los 60’s, a la música ranchera, a la trova y aborda todo aquello que alegre sus jóvenes y activos corazones. En un arrebato de emoción, Carlos nos dice: “Este programa lo hacemos por amor a Cuba, la isla más bella del mundo”, y levanta tremenda ovación del multicéfalo. “Va de nosotros, para la cubanía con amor”, nueva sonora salva de aplausos. Rey David, de smoking, une su voz al coro para interpretar el bolero “Fiebre de Ti”. Para pisar los terrenos del bolero, es necesario un empaque diferente al guapachoso de Rey David, preferimos que nos regale con sones, salsas, guaguancós, que son lo suyo, ahí se mueve como pez en el agua. Viene en seguida “Mata Siguaraya” y “Cienfuegos”, ya con el ballet. De nuevo en escena, Chelo Medina nos ofrece “El Yerberito”. Ahora, el coro Voces sin Fronteras, solo en escena, nos canta “Úcara Úcara”, “Bonita pero Mentirosa” y “Cochero Pare”.

Sale de vuelta a escena Marionel Reyes, y nos regala los temas “Besito de Coco” y “El Cuarto de Tula”, canción que es un contra sentido, pues narra una horrible tragedia, en un ritmo y ambiente totalmente festivos, que desbordan una alegría sin igual. Carlos Tello ofrece unos agradecimientos, a la directora del teatro, la siempre gentil y atenta Lilián Herrera; a Sergio Verdugo, autor del documental, y a todo el público asistente. El fin de fiesta nos llega con todo el elenco que nos ofrecen con gran alegría “El Negrito del Batey”, que levanta el entusiasmo de la sala, que corea y baila con muchas ganas.

Alegre y digno homenaje para un personaje de la talla del inmortal Benny Moré.