Conrado Roche Reyes
Acaba de terminar la Serie Mundial de Béisbol. Fue una emocionante lucha cuerpo a cuerpo, cerebro con cerebro, casi como un científico juego de ajedrez. Comprobé, una vez más, que no existe deporte en el mundo más hermoso y emocionante que el béisbol. El resultado final favoreció a los Nationals de Wahington en siete trepidantes juegos. Mas no fue, dentro de la grandeza del juego, lo más importante, sino la perfecta combinación de lo espiritual con la belleza física de los lances.
Recuerdo cuando era niño, de pantalón corto, mi padre me llevaba al desaparecido parque Carta Clara, donde veía calentar a los peloteros. Ahí comenzaba la sensación de plenitud. Observaba los dogouts, esa cueva misteriosa y la explosión de mis emociones llegaba al máximo cuando el umpire gritaba estentóreamente y con ronca voz las palabras mágicas, el ábrete sésamo a otra dimensión: ¡Playbol!
Para comprender la grandeza y belleza del béisbol, nos remitiremos nada menos que a Walt Whitman y su sentimiento acerca del deporte.
“Veo grandes cosas en el béisbol. Es nuestro juego, el juego americano. Llevará a nuestra gente al aire libre, la llenará de oxígeno, les dará el estoicismo físico más grande. Tienden a aliviarnos de ser un conjunto nervioso y dispéptico. Repare estas pérdidas y sea una bendición para nosotros.”
Walt Whitman es el máximo poeta de los Estados Unidos. El es el poema de Estados Unidos. En esa obra monumental y de enorme excelsitud llamada “Leaves of Grass”, Whitman fue en uno, en una ocasión, todos los hombres, pasados, presentes y futuros. “Cuando tocas ese libro, tocas un hombre”.
El propio Jorge Luis Borges apuntó sobre Whitman: “Su fuerza es tan avasalladora que sólo percibimos que es fuerte.” Pero he aquí lo que nos interesa: Walt Whitman no era ajeno a esa fuerza inaudita e incipiente de su tiempo llamada béisbol. Sobre este deporte, el poeta llegó a declarar lo escrito en el primer párrafo de este texto.
Whitman, el gran visionario, el poeta-poema infinito se quedaría corto. El béisbol sería algo más: Aspiración, inspiración, respiración, el día, la noche, el ayer, el hoy, el mañana, los accidentes del mundo, la temperatura de la naturaleza, las significaciones, las insignificaciones, lo cómico, lo trágico, lo épico, lo dramático, lo romántico, lo justo, lo injusto, lo real, lo monárquico, lo democrático, lo multitudinario, lo solitario, en suma un discurso sin tregua, sin comas, donde nuestro ser, prodigio del todo que es todos los hombres, Walt Whitman nunca pensó acaso que lo escrito en “Leaves of grass” ya estaba contenido en el resplandor natural del béisbol. Whitman no lo supo, pero cuando se toca el béisbol no se toca al hombre, se toca al Hombre, esto es lo que somos.
Sin embargo, el bellísimo poema que dedicó al béisbol titulado “Oda al béisbol,” es de tal belleza y de tal ambiente beisbolero del finales del siglo XIX, que es casi un himno a la alegría de la gente, de la humanidad mirando un juego de pelota. Gracias, Walt Whitman.
Cada brizna de hierba induce
Walt Whitman exhalaciones
sobre el horizonte ascendente
el obturador reductor del ojo
Grietas abiertas en la luz más allá de la luz
Revelando la génesis verde brillante
De cada estadio de béisbol en los Estados Unidos,
Todas las melodías de órgano y las alineaciones del día de apertura.