Ivi May DzibIII y última
Al día siguiente me levanté para hacer mis actividades cotidianas, fui al baño y me senté en la taza, cerré los ojos ya que tenía algo de sueño, cuando los abrí casi grito del susto, ya que tenía al perro frente a mí sacando la lengua por la agitación. En seguida me levanté para sacarlo de la casa, ahora sí no tenía idea de cómo había entrado, se supone que todas las ventanas y puertas estaban cerradas. Preparé el desayuno y le di de comer a los gatos, pero no podía quitarme de la cabeza el hecho de que el perro fuera capaz de entrar aún con todos los accesos cerrados. No abrí puertas ni ventanas durante todo el día y me senté, a esperarlo, en un rincón estratégico de la casa para descubrir cómo es que podía entrar. Sólo me levantaba para comer y beber agua, así me la pasé todo el viernes, encerrado y con miedo de que el perro fuera capaz de atravesar puertas y paredes o que fuera alguna parte de mi conciencia que venía a reclamarme la falta de compromiso con la vida. Eran ya las 10 de la noche y el perro no había aparecido; de vez en cuando miraba por una ventana para ver si no estaba parado en la puerta esperando a que le diera comida.
Como a eso de las doce de la noche recibí un mensaje de texto de mi hermana quien me dijo que había ido a recoger un recibo de luz que era importante para un trámite bancario, ya que yo era su aval, pero como estaba dormido no me quiso despertar y tenía una copia de la llave, también comentó que vio a un pobre perrito en la puerta y le dio mucha ternura, así que lo dejó entrar para que le diera un poco de amor a él y él a mí porque a ambos nos hacía falta. Me sentí ridículo por haber pensado que el perro había entrado por arte de magia y por haber creído que mi cabeza me estaba jugando una mala pasada. Si a mi hermana le daba ternura el animal, lo mejor sería que ella se hiciera cargo de él. Pensé en llamarla para hacerle la propuesta, aunque primero tendría que llevar al cachorro para que lo esterilizaran, siempre aceptan a los perros cuando están esterilizados, ya que causan menos problemas.
El sábado me levanté y como era obvio no encontré al perro dentro de la casa, dudé un poco y llegué a pensar que estaría en la sala, pero no, entonces abrí puertas y ventanas, pues lo tenía que llevar al veterinario para acelerar los trámites, puse un poco de comida en la puerta y recordé que el día anterior no había ido a cenar para poder darle su medicamento, supuse que apenas llegara tendría que dárselo. Ya eran como las cuatro de la tarde y el animal no hacía acto de presencia, entonces decidí ir a su encuentro, así que me puse unos tenis y me dirigí al parque, no estaba en la esquina esperándome, caminé y tampoco lo vi ni en el parque ni en los alrededores. Me senté en una banca para esperar a que apareciera, mientras veía cómo una horda de perros callejeros estaba merodeando por el área, sin seguir a nadie, peleando entre ellos, buscando algo que comer, y me hizo pensar que al menos esos perros no acosaban a los humanos que llegaban al lugar.
Ya eran las siete de la noche y del perro ni sus luces, así que caminé rumbo a casa, cuando llegué decidí caminar pero en dirección contraria al parque, igual y el perro encontró otra ruta que recorrer u otro vecino a quien acosar; ya eran las 10 de la noche y me encontraba caminando en lugares donde era casi imposible que se encontrase, decidí regresar a casa y me puse a mirar las redes sociales y anuncios de internet para saber si algún vecino lo había encontrado, como a la una de la mañana me acosté a dormir y la casa se mantenía muy silenciosa, como si no existieran los gatos.
El domingo en la mañana continué con la búsqueda del perro, llegué a mi casa a almorzar, me bañé y luego salí al parque, repetí la misma rutina que el día anterior, y nada. Esto que les cuento pasó durante el puente vacacional de noviembre, es decir, ya han pasado más de seis meses y hay días en que me pongo a pensar que si el cachorro no regresó fue porque lo mataron y de eso yo me tengo la culpa. Le llegué a comentar a mi hermana lo ocurrido y ella me dijo que no lo viera de esa manera, que no debía haber ningún tipo de remordimiento porque hice lo que estuvo a mi alcance. En realidad creo que sí estoy arrepentido, porque si algo me falta es quien se desviva por mí, a veces nos dan una oportunidad y en nuestra paranoia no somos capaces de aceptarla.
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