Cultura

Afromexicanos, labor pionera de Martínez Montiel

Pedro de la Hoz

Al llamar la atención el colega Manuel Tejada Loria, en las páginas de POR ESTO! el pasado miércoles, acerca de la realización del filme La negrada (2018), del oaxaqueño Jorge Pérez Solano y el reconocimiento de personas, pueblos y comunidades afromexicanas como parte de la composición pluricultural de la nación por el Congreso, vino a mí la imagen de dos admirados intelectuales que abonaron el camino hacia la visibilidad de un significativo segmento poblacional que no debe ni puede ser ignorado.

Me refiero a Gonzalo Aguirre Beltrán (1908 – 1996) y Luz María Martínez Montiel (1935). Al primero no lo conocí personalmente, pero además de la consulta de su libro La población negra en México, publicado en 1946 por la editorial del Fondo Cultural, siempre he escuchado de Miguel Barnet, en quien reconocemos no sólo a uno de los poetas y narradores más importantes de las letras latinoamericanas contemporáneas sino también a un destacado etnólogo, la más alta valoración del trabajo emprendido por el médico y maestro veracruzano.

Otra ha sido la vecindad con la doctora Martínez Montiel. Ya había penetrado en parte de su obra fundamental cuando una mañana de 2006 asistí a la ceremonia en la cual se le confirió en La Habana el Premio Internacional Fernando Ortiz, por la Fundación que lleva el nombre del sabio cubano. Barnet, su presidente, entregó a esta gran dama de las ciencias sociales el Adjá plateado, campanilla de Obbatalá que simboliza el premio. Entre los dos hubo una mirada cómplice, de esas fomentadas por una larga amistad.

En aquella ocasión Luz María dijo que todo lo que había puesto de manifiesto a través de sus tareas científicas tendría que revertirse en políticas públicas, en los campos de la educación, la cultura y los programas sociales, que hicieran justicia a los afrodescendientes mexicanos.

Tres años después ella promovió la exhibición en La Habana de la muestra didáctica Africa, la tercera raíz, abierta en el convento de San Francisco de Asís, en el Centro Histórico de la urbe. La exposición, valioso despliegue de infografías, esculturas, pinturas, instrumentos, tallas y fotografías, se enmarcó en el proyecto La Ruta del Esclavo, creado por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) para vindicar el aporte africano a Latinoamérica y el Caribe. Martínez Montiel informó entonces que en la Fundación Fernando Ortiz permanecería la exposición, uno de cuyos principales objetivos es denunciar el mayor holocausto que sufrió la Humanidad durante casi cuatro siglos, y abogó a favor de que esa parte de la historia fuera incluida en la educación pública de los países de la región.

Casi siete décadas atrás Luz María abrió los estudios sobre Africa y Afroamérica en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Antes, cuando contaba 20 años de edad, la bailarina y coreógrafa norteamericana Katherine Dunham la instó a tomar en serio su vocación investigativa. Fue a París, donde estudió con Roger Bastide. Se familiarizó con los estudios de Guillermo Bonfill sobre el México profundo, y del pionero del africanismo en su patria, Gonzalo Aguirre Beltrán.

En 1962, investigó poblaciones en la Costa Chica de Guerrero, entre las poblaciones afromestizas, en 1964. Entre 1963 y 1965, hizo trabajo de campo en el Distrito Federal y en la zona de Teotihuacán. Durante su estancia en el Museo del Hombre, de París, realizó varios viajes a Africa Occidental y Africa del Norte (1967 y 1971). Con los materiales recolectados elaboró la tesis de Doctorado, sobre Arte y Máscaras en el País Yoruba. Fundó en 1974 el proyecto Afroamérica, la tercera raíz.

Quien quiera conocer la historia y los perfiles de los afromexicanos tendrá que recurrir a la obra de Martínez Montiel. Particularmente recomendable resulta Afroamérica III: La tercera raíz, presencia africana en México, publicado por la UNAM en 2017. Un vistazo a algunos de los temas abordados da la medida de su sentido abarcador: la llegada de los africanos a la Nueva España, el comercio de esclavos, presencia del negro en la Nueva España, procedencia étnica, el sistema de plantación y la esclavitud, la Inquisición y los negros, cimarronaje y vías de liberación, la rebelión de los esclavos en Veracruz, abolición de la esclavitud y otras medidas decretadas por Hidalgo, los procesos de interculturación, supervivencias africanas, mestizaje e identidad, la indoafricanidad en los procesos de interculturación, el concepto de negritud, fiestas populares y persistencia de las manifestaciones religiosas de origen africano, hasta llegar al danzón.

No menos importante son los volúmenes precedentes: Afroamérica I y II. El primero pone en contexto cómo la mano de obra esclava contribuyó significativamente a la construcción de América, mediante la introducción en el Nuevo Mundo de cerca de 40 millones de esclavos a lo largo de casi cuatro siglos que duró el tráfico negrero, mientras el segundo desarrolla la dinámica entre explotación del negro, modos de producción, integración y marginación en las sociedades del continente y particularmente en México.

La obra científica y cultural de Luz María Martínez Montiel se halla abierta a su completamiento y plena comprensión.