Cultura

Unicornio Por Esto: Un fin del mar para dos bestias. Obra en un aliento

Ángel Fuentes Balam presenta una obra de teatro breve en la que aborda el adiós de una pareja que se enfrenta al apocalipsis y ve su vida en retrospectiva.

Unicornio Por Esto: Un fin del mar para dos bestias. Obra en un aliento
Unicornio Por Esto: Un fin del mar para dos bestias. Obra en un aliento

El mar en calma. Frente a él, un hombre envejecido eleva las manos, como si dirigiera una orquesta. En efecto, alcanzamos a escuchar que comienza un concierto para violín. Una radio estática suena en interferencia, lejana.

BESTIA: Amarea…

El hombre agita las manos, in crescendo; el concierto se intensifica. Las olas parecen responderle. Por unos instantes, la música resuena hasta en el horizonte; pero mientras la pieza sigue su curso, la radio vuelve a sonar, esta vez, captando una señal:

LOCUTOR: El asteroide 125-SORE está a 30 minutos de impactar sobre el Océano Pacífico. Esta es la última transmisión de emergencia de la Secretaría de Defensa Nacional. Resguárdese en un lugar seguro. Manténgase alejado de las costas. Permanezca junto a sus familiares. Que Dios nos acompañe siempre.

Una mujer, casi tan mayor como el hombre, aparece caminando descalza en la arena. Carga una maleta grande que asienta pronto. Se acerca sigilosamente a él, quien no la descubre hasta que ella le toca el brazo, con suavidad. Él se sobresalta, ella sonríe.

AMAREA: Así tienes la conciencia.

El hombre no puede contener su emoción y la abraza con fuerza.

BESTIA: Llegaste.

AMAREA: Llegué.

BESTIA: En realidad, estás aquí.

AMAREA: O soy un fantasma y ya estamos muertos.

BESTIA: Para ser un fantasma, todavía tienes buen cuerpo.

AMAREA: Viejo rabo verde.

BESTIA: Eso sólo aplica si veo jovencitas. Y aquí, yo no veo ninguna.

AMAREA: Ya las espantaste a todas.

BESTIA: Tienes canas por todos lados.

AMAREA: Menos mal tener canas que tener una pista de patinaje para los piojos.

Ríen. Él intenta besarla, pero ella lo aparta, suavemente.

AMAREA: Todavía no.

BESTIA: Vieja, el mundo se nos acaba.

AMAREA: Por eso. El mundo se acabará, y sólo quedará el tiempo.

BESTIA: Eso sí. Siempre ocurrente… ¿Y tus hijos?

AMAREA: Con los suyos. Y con sus esposas. ¿Y tus hijas?

BESTIA: Con los suyos, y con sus familias.

AMAREA: ¿Y su madre?

BESTIA: Con ellas. Sin pensarme. ¿Y tu peoresnada?

AMAREA: Falleció hace unos años.

BESTIA: Lo siento.

AMAREA: Era buen hombre. Menos mal no morirá por esa piedra.

BESTIA: Debía serlo.

AMAREA: ¿Qué?

BESTIA: Tu marido. Debía ser buen hombre.

AMAREA: ¿Nos vamos a contar la vida?

BESTIA: ¿Para qué? En un rato, ya no habrá nadie para recordarla.

AMAREA: ¿Qué estabas tocando? (Imita los violentos movimientos del hombre)

BESTIA: Amarea.

AMAREA: Tu mejor pieza. Dedicada a la mejor mujer.

BESTIA: No te creas una reinota. Era joven, apasionado…

AMAREA: Fogoso…

BESTIA: Irreverente…

AMAREA: Con pelo…

BESTIA: Brutal.

AMAREA: Cómo olvidarlo. Por eso te decían así: “la bestia”. Más toro que torero.

BESTIA: Todo lo hacía como bestia… Hasta montar… (Se acerca a AMAREA y la atrae hacia su cuerpo)

AMAREA: Tranquilito, que mis huesos ya crujen, pero no te los vas a acabar.

BESTIA: Quisiera probarlos…

AMAREA: Habrá otros días…

BESTIA: No me digas.

AMAREA: Yo vine a tocarte mi canción.

BESTIA: Ándale pues.

AMAREA: Hay tiempo.

Estática de radio.

LOCUTOR: El asteroide 125-SORE está a 25 minutos de impactar sobre el Océano Pacífico. Esta es la última transmisión de emergencia de la Secretaría de Defensa Nacional. Resguárdese en un lugar seguro. Manténgase alejado de las costas. Permanezca junto a sus familiares. Que Dios nos acompañe siempre.

BESTIA: ¿Creíste alguna vez que nos iba a machucar una roca del espacio?

AMAREA: Yo creía muchas cosas. Morir así no, pero nadie lo hubiera creído. Qué bueno. Dicen que no tardará mucho.

BESTIA: Pues cuando venga la ola, ya nos vamos.

AMAREA: Pérate tantito, no me mandes aún para allá.

BESTIA: ¿Por qué viniste?

AMAREA: No te hagas tonto.

BESTIA: No lo sé. No creí que llegarías.

AMAREA: (Abrazándolo del cuello) Porque lo prometimos.

BESTIA: Volver a vernos en el mar (BESTIA intenta besarla, ella se aparta con suavidad).

AMAREA: Todavía no.

BESTIA: Hace 20 años que espero por volver a besarte.

AMAREA: Aún hay tiempo.

BESTIA: Es lo único que habrá, porque espacio ya no.

AMAREA: No quedará ningún monumento, ni palabra alguna escrita en un papel. No quedarán fotografías, árboles, garzas, peces, cables de electricidad… No quedarán columpios ni niños en ellos, ni siquiera escarabajos o polvo. (Aparece AMAREA de niña, para hacer lo que AMAREA narra) Cuando era una escuincla, venía a la playa con mis papás. Construía castillitos de arena con latas. Eran altos, robustos, llenos de detalle. Pero los hacía muy cerca de la orilla y la espuma se los comía. Me ponía a llorar como tonta. Y me enojaba. Volvía a construirlos, más lejos. Y la marea subía, así que siempre me los arruinaba.

BESTIA: Así le pasará al mundo, ya no hay dónde construir. Todo se perderá en el vacío del cosmos. Tampoco quedará nuestra música. Y ni siquiera el mar. (Aparece BESTIA cuando niño, y mientras el viejo lo narra, el niño vuelve a vivirlo) Yo me enamoré del mar. Tenía 11 años. Fueron los destellos danzantes que el Sol imprimía sobre su piel; fue la espuma que acariciaba mis pies en forma de sonrisa; fueron las olas que se hinchaban, redondos cuencos de agua y vacío, volcándose sobre sí mismos, como boxeadores peleando contra su sombra. Era la mar. Femenino animal que me invitó a penetrar en su cuerpo verde. Y así lo hice. Tenía 11 años y estaba diciéndole adiós a los juguetes, acalorado en el bajo vientre; flaco, como jamás volveré a ser. Quería algo de esa fuerza rebelde —e irreconocible— que impulsaba mi mirada hacia los ojos de las niñas. Y me hundí en la mar, como naufraga un amante en las piernas de su homónimo. Ella me contuvo, me besó todo el cuerpo, y me abrazó hasta quitarme el aliento. Me protegía; también me amaba. Luego, súbito, como dentellada de perro rencoroso, el oleaje me volcó de cabeza, destrozándome por senderos de arena que no podía asir con los dedos. El agua se metió en mis ojos, fundiéndose con el ardor de lágrimas nuevas, entró por mi nariz, quemando mi garganta. La espuma antes benevolente, se trastocó en el rastro de baba de una criatura ignota y despiadada que me expulsó de su cuerpo, como a un hijo no deseado. Me arrastré hacia la orilla, humillado, triste, desvalido. Miré hacia el más allá. Al ver la mar, inabarcable, indómita, siniestra, me sentí abandonado: supe que ese acto se repetiría a través de todos mis años, en cada océano en el que intentara lavar mi corazón.

Los niños desaparecen.

AMAREA: ¡Cómo me encanta cuando te pones a decir esas cosas, bestia! (Lo abraza) ¿Sabes? Me llena de tristeza que no quedará ni el recuerdo de que una vez nos amamos.

BESTIA: ¿Te acuerdas de esa escapada, hace tantos años?

AMAREA: Rabo verde… ¿Cuál de todas?

BESTIA: La primerita. A los 15.

AMAREA: Pues si ahí lo prometimos.

BESTIA: (Aparece BESTIA adolescente) Nos saltamos las clases de la prepa, y nos vimos en la terminal de autobuses, rumbo a la playa. No teníamos ni 50 pesos.

AMAREA: (Aparece AMAREA adolescente) Llevé tortas de jamón.

BESTIA: Y un bikini amarillo…

AMAREA: ¿Ah, sí?

BESTIA: Sí.

AMAREA: ¿Cómo es que te acuerdas?

BESTIA: Me acuerdo de muchas cosas. Te pusiste un bikini, pero tenías pena de que te viera… Y te quedaste con unos feos pantalones con estampado militar. ¡Quítatelos!

AMAREA / AMAREA ADOLESCENTE: Mi amor, me da pena…

BESTIA / BESTIA ADOLESCENTE: ¡Anda, quítatelos, ven al agua!

AMAREA: Ya me acordé. Era una niña bien flaca y penosa.

BESTIA: Estabas bien guapa.

AMAREA: ¡Rabo verde!

BESTIA: Así te metiste. Tenías un lunar un el pecho izquierdo. Y te estabas muriendo de frío. Aun así, llegaste a mí y nos besamos.

AMAREA: Y ahí lo dije:

AMAREA ADOLESCENTE: Quiero que me prometas que un día, aunque estemos viejos, volveremos a besarnos en el mar.

AMAREA: Las cosas que una dice de chamaca.

BESTIA / BESTIA ADOLESCENTE: Lo prometo.

LOCUTOR: El asteroide 125-SORE está a 20 minutos de impactar sobre el Océano Pacífico. Esta es la última transmisión de emergencia de la Secretaría de Defensa Nacional. Resguárdese en un lugar seguro. Manténgase alejado de las costas. Permanezca junto a sus familiares. Que Dios nos acompañe siempre.

Con la transmisión, los adolescentes salen.

AMAREA: Vamos a tocar.

BESTIA: ¿A tocar qué?

AMAREA: No pierdes oportunidad…

BESTIA: El tiempo pasa muy veloz.

AMAREA: Vamos a tocar nuestra pieza.

BESTIA: ¿Recuerdas cuando la leíste?

AMAREA: En el salón del conservatorio, años después, cuando ni novios éramos.

BESTIA: La comencé después de aquella ida a la playa.

AMAREA: Tu intento desesperado por reconquistarme.

BESTIA: Algo así.

AMAREA: Casi lo logras.

BESTIA: Se llama como tú. Es una pieza para tu propio instrumento.

AMAREA: Y luego, años después, ya de adultos…

BESTIA: Coincidimos en aquella orquesta.

Aparecen AMAREA y BESTIA, adultos.

AMAREA ADULTA: ¿Tú diriges?

BESTIA ADULTO: No me digas que tú eres primer violín.

AMAREA ADULTA: ¿Y qué has hecho?

BESTIA: Y te conté de todas mis desventuras.

AMAREA: Locuras, diría yo. (Camina hacia su maleta. De ahí, extrae un violín)

BESTIA: Así me dijiste, cuando nos volvimos a encontrar, ya maduros, todavía con la ceniza de la adolescencia encendida en el corazón.

AMAREA ADULTA: ¿Quieres hacer una locura?

AMAREA: (Se prepara para tocar) ¿Estás listo?

BESTIA ADULTO y AMAREA ADULTA se sumergen en el acto mientras él narra y ella toca.

BESTIA: Nos escapamos, otra vez. Nos fuimos a un motel, a desfogar algunos años de ausencia. Me derretía por ti. Ahora eras más grande, más experimentada… Te tomé en mis brazos, besándote con furia, y te apreté con mis manos. Quería besarte por todos lados. Luego te acostaste de lado, y gritamos juntos como animales, como seres divinizados por un cataclismo en común. Más que hacer el amor, lo nuestro fue una lucha, una sinfonía de memorias esparcidas, en la que cada uno de nuestras caricias anteriores, cada abrazo largo que nos dimos, encontraba estallido. Tu cuerpo fue una marejada, y yo resistía los embates de tu oleaje, de tu sudor milagroso, de tus jadeos, y para eso, tuve que ser lo que querías: una bestia, una monstruosidad que te diese cariñitos.

AMAREA: (Cesa de tocar, pero la música continúa oyéndose) ¡Ay, Dios! ¡Qué calor! ¡Qué lujuriosos fuimos entonces!

BESTIA: Lujuriosos y perfectos.

LOCUTOR: El asteroide 125-SORE está a 15 minutos de impactar sobre el Océano Pacífico. Esta es la última transmisión de emergencia de la Secretaría de Defensa Nacional. Resguárdese en un lugar seguro. Manténgase alejado de las costas. Permanezca junto a sus familiares. Que Dios nos acompañe siempre.

AMAREA: Pero no todo fue perfecto…

BESTIA: ¿O sea que no hay tiempo para un beso, pero sí para el reproche?

AMAREA: Es justo recordarlo todo. Hasta lo feo.

BESTIA ADULTO: No te vayas.

AMAREA ADULTA: No me toques así

BESTIA ADULTO: Entonces, no te vayas. Sólo quiero saber por qué viniste a verme.

AMAREA ADULTA: Ni yo misma lo sé. Venir aquí fue un error. Sólo quería verte y saber que estabas bien.

Entran AMAREA y BESTIA adolescentes

BESTIA ADOLESCENTE: Pues mírame… ¿Te parece que estoy bien?

AMAREA ADOLESCENTE: No quiero que hagas estas cosas, encerrarte.

BESTIA ADOLESCENTE: Pues a ti ya debe valerte poco, ¿no? Así como te valió dejarme.

 AMAREA ADOLESCENTE: No te dejé. Terminamos.

BESTIA ADULTO: ¡Como sea! El caso que te valió poco cómo estaba.

AMAREA ADULTA: No. No me valió. Yo no quería… Yo no podía ayudarte.

BESTIA: ¿Ayudarme?

AMAREA: Estabas deprimido.

BESTIA ADOLESCENTE: ¿Qué te importa eso?

AMAREA ADULTA: Lo siento.

BESTIA ADULTO: Y tú no me apoyaste en eso…

AMAREA ADOLESCENTE: Claro que lo hice. Estuve contigo. Te acompañé. Mira no es el momento de hablar de esto.

BESTIA ADOLESCENTE: ¡¿Y cuándo es?!

AMAREA ADOLESCENTE: No grites. Por eso terminamos. Porque no podemos pelear sin gritar.

BESTIA ADULTO: No.

AMAREA ADULTA: Lamento que no estés bien.

BESTIA ADOLESCENTE: Deja de lamentarte todo.

AMAREA ADOLESCENTE: No vine a que me insultaras. Necesitas un espacio para asimilar las cosas. Espero lo tengas. No es sano esto que haces.

BESTIA ADULTO: Lo que haga es cosa mía. Deja de juzgarme. Ni siquiera puedes decirme una razón para terminar lo nuestro. ¿Hay alguien más?

AMAREA ADULTA: No. No hay nadie más. Ya te he dicho. Nos hicimos daño. Peleábamos muy fuerte, no nos entendíamos. Yo también tengo un chingo de problemas. No podía cargar con los tuyos.

BESTIA: Jamás te lo pedí. Sólo deseaba que me acompañaras.

AMAREA: ¡Y yo que me escucharas! Tenía demasiadas cosas en qué pensar. Necesitaba un escape.

BESTIA ADOLESCENTE: Lo sé. (Se lanza a un abrazo que AMAREA ADOLESCENTE detiene)

BESTIA ADULTO: Siempre haces lo mismo.

AMAREA ADOLESCENTE: Y tú también. Deja de destruirte.

BESTIA ADULTO: Haré lo que me venga en gana.

AMAREA ADULTA: Como quieras.

BESTIA ADOLESCENTE: Felicidades por entrar al conservatorio. Gracias a tu novio, el chelista.

AMAREA ADOLESCENTE: Contigo no iba a llegar a nada.

BESTIA: ¿No ibas a llegar a nada de qué?

AMAREA: A sentirme bien.

BESTIA ADULTO: ¿Es lo único que buscas, sentirte bien?

AMAREA ADULTA: Sí, eso busco.

BESTIA ADULTO: Qué egoísta.

AMAREA ADULTA: Tú también lo eres. Sólo me querías a tu disposición.

BESTIA ADULTO: “Úsame”. Eso decías, ¿recuerdas? Después, te tendías sobre mí, sin oponer resistencia y me dejabas hacer lo que quisiera. Siempre me pregunté por qué. Ahora lo sé. No te importa más que tu bienestar, tu placer, tus intereses. Por eso lo hacías. Una vez que obtienes lo tuyo, no te esfuerzas por nada ni por nadie. Por eso tu familia dice que…

AMAREA ADULTA: (Golpea a BESTIA con furia) ¡No te atrevas a decir nada de mi familia! ¡No me conoces en verdad! ¡No sabes qué he pasado!

BESTIA ADOLESCENTE: Así solucionabas las cosas, lastimándome o lastimándote. Como la vez que hiciste un escándalo porque te dije que me iba.

AMAREA ADOLESCENTE: ¡Te odio!

BESTIA ADULTO: Dices que yo debo buscar ayuda, pero tú…

AMAREA ADULTA: ¡Cállate! No me busques nunca más.

BESTIA ADOLESCENTE: ¡Tú viniste a buscarme!

AMAREA ADOLESCENTE: Quería ver si quedaba, si quedaba algo… Pero no. Ya no queda nada.

BESTIA ADULTO: No. Ya no hay nada.

La pieza de violín termina. Estática de radio.

LOCUTOR: El asteroide 125-SORE está a 10 minutos de impactar sobre el Océano Pacífico. Esta es la última transmisión de emergencia de la Secretaría de Defensa Nacional. Resguárdese en un lugar seguro. Manténgase alejado de las costas. Permanezca junto a sus familiares. Que Dios nos acompañe siempre.

BESTIA: ¿De verdad creíste que ya no quedaba nada?

AMAREA: ¿Tú qué crees, viejo bobo, si estoy aquí, contigo, en el fin del mundo?

BESTIA: Amar es una flor al borde del barranco.

AMAREA: Viejito cursi.

BESTIA: Tienes razón. Es una tontería que todos los recuerdos vayan a apagarse. Imagina que así como nosotros, miles de millones de humanos están hablando, en este preciso momento, de sus vidas. Rememoran una existencia fugaz. Alguien hablará de cuando ganó un campeonato de futbol, alguien dirá algo sobre una cena de Navidad, otro más, contará de aquel día perdido en la infancia cuando salió a cazar petirrojos, o cuando bailó en un escenario a los 10 años.

AMAREA: Si es lo último que voy a recordar, quiero hablar de una cosa.

BESTIA: ¿Qué?

AMAREA: El momento exacto en el que me enamoré de ti: tenías una guitarra entre las manos. Yo tocaba el violín desde muy chica. Siempre amé que el arte nos uniera. Y si ya me gustabas, aquel día algo cambió. Tu mirada, tus manos, la forma de tus labios. Te vi distinto. Enamorarse es como ver el Sol después de desvelarse toda la noche: lo visto ya parece algo nuevo, bajo una somnolienta luz…

BESTIA: Fuimos buenos juntos.

AMAREA: Los mejores.

BESTIA: Los peores.

AMAREA: Aquellos que se amaron.

BESTIA: Los que una vez rieron bajo las cobijas, mientras cantaban.

AMAREA: Los que hacían bromas de todo.

BESTIA: Los que se regalaban chocolates o tortas.

AMAREA: Los que crearon juntos.

BESTIA: Los que se peleaban.

AMAREA: Los ansiosos.

BESTIA: Los parecidos.

AMAREA: Los diferentes.

LOCUTOR: El asteroide 125-SORE está a cinco minutos de impactar sobre el Océano Pacífico. Esta es la última transmisión de emergencia de la Secretaría de Defensa Nacional. Resguárdese en un lugar seguro. Manténgase alejado de las costas. Permanezca junto a sus familiares. Que Dios nos acompañe siempre.

BESTIA: Toca algo.

AMAREA: ¿Qué quieres oír?

BESTIA: Algo que nos dé tiempo.

AMAREA: Muy bien…

AMAREA toca el Pas de deux de Tchaikovsky. Aparecen BESTIA y AMAREA niños.

BESTIA NIÑO: Gracias por haberme querido.

AMAREA NIÑA: Gracias por haberme hecho feliz, un día cualquiera.

BESTIA NIÑO: ¿Recuerdas nuestro primer beso?

AMAREA NIÑA: Viejo rabo verde. Claro que sí.

BESTIA NIÑO: Estábamos aquí mismo.

AMAREA NIÑA: En las olas. Hacía frío.

BESTIA NIÑO: Y nos prometimos…

AMAREA NIÑA: Volver a vernos un día, cuando fuéramos viejos.

Aparecen BESTIA y AMAREA en sus versiones adolescentes y adultas, lentamente, todos, comienzan a acercarse entre sí. El cielo comienza a iluminarse. Un estruendo se escucha, lejano. AMAREA deja de tocar, pero la música persiste. BESTIA la toma de la mano, y la conduce al agua.

AMAREA: Está fría.

BESTIA: Nada cambia.

AMAREA: Ya no va a haber tiempo.

BESTIA: Ni recuerdo de que una vez fuimos algo.

AMAREA: Eso sí.

BESTIA: Eso sí.

AMAREA NIÑA: Siempre voy a recordar que me hiciste sonreír.

BESTIA NIÑO: ¿Construimos un castillo de arena?

Todas las versiones de AMAREA y BESTIA se miran a los ojos. AMAREA y BESTIA empiezan a acercarse. Un asteroide cruza el cielo hasta impactar en el horizonte. Una ola gigantesca comienza a levantarse.

BESTIA NIÑO: ¿Prometes que te volveré a ver?

AMAREA NIÑA: Sí, mañana. Te lo prometo.

BESTIA y AMAREA se besan. La ola avanza hasta ellos. Apocalipsis.

El mar se traga la tierra. Oscuro y silencio.