Cultura

Unicornio Por Esto: El elefante enfermo

El doctor especializado en antropología Urbana, José Humberto Fuentes Gómez, urge la restauración del emblemático elefante sobre la esquina de la calle 65 por 46 de Mérida.
"Fue durante más de un siglo un rincón significativo de Mérida".
"Fue durante más de un siglo un rincón significativo de Mérida". / Especial

Hace un par de semanas mi esposa y yo fuimos de compras a unas tiendas cerca de la Casa del Pueblo. Como todos los martes cuidamos a mi sobrino de 5 años, él nos acompañó. Al salir de la tienda quedamos frente a la esquina de las calles 65 por 46, al mirar un bulto extraño, encima de una casa, algo llamó la atención del niño y preguntó curioso:

—¿Qué es eso de arriba que parece un capibara?

Le respondí:

—Es un elefante, que cuando llovía tiraba agua por su trompa.

—No es cierto, tío, no tiene trompa ni orejas, parece más un cochino —respondió.

Para convencerlo tuve que contarle la historia de la ubicación, enfatizando que aun sin trompa era un elefante y daba nombre a una esquina muy famosa y reconocida de Mérida.

Después de oír la historia y sólo al ver al paquidermo completo en las imágenes de internet de nuestro teléfono aceptó que era cierto. Ya convencido, dijo:

—Seguro era divertido tener un elefante allá arriba que mojara con su trompa-regadera, como Dumbo o Babar, pero, ¿por qué ahora está muy feo?

Horas más tarde, después de entregar al niño con su madre, esta anécdota urbana me hizo reflexionar sobre la importancia de la historia, la imagen y la identidad de la ciudad. Todo esto me hizo recordar mis lecturas de antropología urbana, cuando nos preguntábamos ¿qué distingue a una ciudad?

Puede haber muchas respuestas. Sus edificios, sus monumentos, avenidas; también su historia, paisaje, clima y pobladores, sus sonidos, olores e imaginarios. Con todo eso se construye socialmente el conjunto de imágenes que se reproduce y divulga para atraer turistas, inversiones, y posicionarla entre el resto de otras.

Pero para sus habitantes y vecinos hay algo más importante que todo eso. Está el apego, afecto y querencia a ciertos personajes, rincones y esquinas, sin los cuales nuestra Mérida sería una ciudad sin identidad, igual que cualquier otra.

El sentido de apego a la ciudad se elabora a través del uso diario de sus pobladores, gracias a sus recorridos y rutinas cotidianos para hacer las compras, ir al trabajo, visitar al amigo o la novia, lo que va dando lugar a la construcción de micro territorios como un barrio, un parque, un mercado e incluso un rincón o esquina. Así se va construyendo una geografía más personal sin que ello impida ser compartida por todos aquellos que la hacen suya.

En Mérida las esquinas han jugado un papel central en el reconocimiento del espacio urbano y fue tan importante que llegaron a ser nombradas y adornadas con  figuras, estatuas y carteles, dando lugar a una peculiar geografía adoptada por nuestros padres y abuelos. Así, frutas, personajes, acontecimientos, objetos y animales, entre otros, servían como señales para reconocer determinadas esquinas de la ciudad. A través de esas marcas los vecinos ubicaban su posición en el tablero urbano, incluso aquellos que no sabían leer se ayudaban de esas señales.

La calle 65 es una de esas arterias que por su importancia: usos, funciones, vecinos, extensión y antigüedad, llegó a tener decenas de esquinas bautizadas con nombres particulares.

La esquina del elefante fue durante más de un siglo un rincón significativo de Mérida, por el establecimiento comercial que alojaba y en particular por la peculiar escultura de hojalata del animal en su azotea. Oteando el horizonte hacia el Suroeste era difícil no verla, llegando a ser un auténtico emblema urbano como el Monifato o la Cruz de Gálvez.

Hoy, sin embargo, la casona con su paquidermo está en ruinas, con paredes descarapeladas y agrietadas. La figura de hojalata que asombró a los vecinos -y a los forasteros nacionales y extranjeros que llegaban a Mérida- está a punto de desaparecer.

Cuando se visita ciudades de Europa o Suramérica, esos pequeños detalles callejeros son  preservados con orgullo como emblemas y se reconocen con placas, objetos y carteles que dan cuenta de su papel en la historia de cada ciudad.

En Mérida se han dado pasos para preservar la identidad y memoria urbana asociada a las esquinas del centro histórico. La colocación de placas de piedra fue una excelente iniciativa de la Comuna, que contribuyó a mantener por lo menos los nombres, toda vez que los comercios de las esquinas cerraron sus puertas al no poder competir con los supermercados y cadenas de conveniencia de franquicias foráneas.

Los recorridos guiados de grupos de jóvenes para narrar las historias y leyendas de esas esquinas, a las nuevas generaciones, son también un buen esfuerzo para difundir su importancia. Incluso los videos cortos de creadores de contenido de las redes sociales de plataformas como YouTube o TikTok, despiertan el interés y curiosidad entre diversos grupos sociales para conocer la importancia de las esquinas como parte de la cultura urbana.

Pero al ver el estado lamentable de la escultura de hojalata del elefante que da nombre a la esquina de la calle 65, me invade la tristeza por su deterioro y abandono. Ojalá las autoridades municipales, las instituciones del INAH y todas aquellas relacionadas con el patrimonio cultural, realicen acciones urgentes para mejorar la salud de nuestro elefante enfermo. Este animal merece nuestro respeto para no ser una especie en extinción. O tendremos que resignarnos a mostrar las imágenes virtuales del internet cuando algún niño nos pregunte: ¿qué es eso que está en el techo de esa casa?

La restauración de la figura de hojalata del paquidermo es urgente. Cada día resulta más clara la necesidad de elaborar un plan integral por parte de las autoridades municipales, instituciones académicas y ciudadanos, para preservar también este tipo de objetos -como parte de la cultura material- y no sólo los de las calles, paseos y avenidas de la Mérida que se muestra al turismo asociadas al consumo para la generación de divisas. La salud de nuestro elefante urbano es grave, evitemos la extinción de este emblema callejero que nos ha acompañado por más de un siglo.