Internacional

Identifican a migrantes muertos... y encuentran más muertos

ROMA, Italia, 20 de diciembre (AP).- Los esfuerzos por identificar a las víctimas de la peor tragedia de migrantes en el Mediterráneo revelaron en cambio que el desastre fue peor de lo que se pensaba.

Uno de los dos investigadores principales, el antropólogo forense peruano José Pablo Baraybar, del Comité Internacional de la Cruz Roja, se puso en contacto con familiares de las víctimas y sobrevivientes en África y confirmó que el barco que se hundió el 18 de abril del 2015 no transportaba 800 personas, como se creía, sino tal vez 1.100.

La desaparición de 300 personas sin que haya habido repercusiones refleja el drama oculto de las migraciones de gente pobre y desesperada. En momentos en que las migraciones globales registran niveles récord, la Associated Press comprobó en un recuento exclusivo que al menos 62.284 migrantes murieron o desaparecieron en todo el mundo desde el 2014. Eso es más del doble del único recuento oficial que hay, hecho por la Organización Internacional de Migraciones de las Naciones Unidas.

La noticia de que hubo otros 300 muertos hace que resulte más difícil cumplir la promesa que hizo Italia de identificar todos los perecidos, especialmente ahora que Europa le da la espalda a los migrantes.

Cuando se hundió el barco, el primer ministro Matteo Renzi comprometió a Italia a identificar a todos los migrantes fallecidos. Fue un “corto período de luz”, dijo la jefa de forenses de Italia Cristina Cattaneo.

El clima político cambió desde entonces en Europa. En Italia, y en otras partes, ya no hay voluntad para apoyar a los sobrevivientes, y menos a los que perecieron.

Cattaneo trabaja en el caso sin cobrar en su laboratorio de una universidad de Milán. Su colega Baraybar reúne muestras de ADN de posibles familiares en África. Entre los dos tratan de determinar exactamente quién falleció en lo que los italianos describen ahora como el peschereccio, o barco pesquero.

Un individuo, Cheikh Fofana, dijo que su hijo lo llamó en esa época para decirle que se iba pronto a Europa. No volvió a saber nada de Tidiane.

Un día antes de que el peschereccio partiese de Libia, 12 filas de hombres, de a 100 por fila, esperaban en la playa. A último minuto llegó un camión con otras 200 personas de África oriental.

No había espacio para todos en el barco, pero los traficantes de personas lograron subir a algunos extras.

La nave recargada había cubierto 77 millas náuticas cuando comenzó a hundirse.

Se sacaron 24 cadáveres del agua y fueron dejados en la vecina Malta. Pero Malta no aceptó a 28 sobrevivientes, que la Guardia Costera italiana llevó a Catania, en Sicilia. La nave llegó a destino en el medio de la noche y numerosos voluntarios tiraron flores y asistieron a los sobrevivientes.

Por esa época, Fofana llamó de nuevo a su hijo por teléfono. Le contestó un extraño y le dijo que Tidiane se había ido a Italia.

“Sé que si está muerto, no puedo hacer nada, por la gracia de Dios. Pero quiero saber si está vivo. ¿Murió realmente?”, dijo el padre angustiado.

Tomó un año sacar a la superficie el casco de la nave y llevarlo a Italia.

En un libro que acaba de publicar, Cattaneo describió “una alfombra humana de siluetas que iba más allá de la zona de bodegas... casi boca abajo, algunos en posición fetal, muchos hinchados y podridos”.

El gobierno italiano contabilizó 547 víctimas, más 325 cráneos que Cattaneo conserva en su laboratorio para seguir examinándolos.