Alfredo García
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El presidente Donald Trump no sólo mantiene en vilo con sus contradicciones a la comunidad internacional, incluyendo aliados y adversarios, sino también a su círculo de asesores, estableciendo un récord en renuncias y despidos de miembros del Gabinete en dos años de gobierno.
El pasado jueves el jefe del Pentágono, general Jim Mattis, conocido como “Perro Furioso” por su pedigrí guerrerista de 40 años en el cuerpo de Marines, comunicó su dimisión al cargo, tras criticar al presidente por su inestable estrategia militar. El laureado guerrero, había advertido que un repliegue prematuro de las tropas en Siria podría “dejar un vacío que puede ser aprovechado por el régimen de (el presidente sirio, Bachar) el Asad o sus apoyos”, y el “peligro” en que deja a los aliados kurdos de un ataque de Turquía. Trascendió que las diferencias entre Mattis y Trump, eran evidentes hacía algún tiempo.
En su carta de renuncia, Mattis manifiesta que Trump necesita un responsable de Defensa “con puntos de vista más alineados con los suyos”, tras asegurar: “En tanto EU permanece como nación indispensable en el mundo libre, no podemos proteger nuestros intereses o servir ese papel de manera efectiva sin mantener alianzas fuertes y mostrar respeto a esos aliados”. Al día siguiente, fuentes de Defensa informaron a la prensa que el presidente Trump también consideraba reducir a la mitad la presencia de las 14 mil tropas en Afganistán. Desde hace varios meses Trump busca un alto al fuego en Afganistán, mediando con los talibanes para que negocien con el gobierno de Kabul, a lo que éstos se niegan por considerarlo marioneta de EU.
La controversia sobre la retirada militar de Siria y la renuncia de Mattis tuvo su repercusión en senadores guerreristas como Marco Rubio y Lindsey Graham, los que calificaron la decisión de Trump de “error colosal”, en señal de la grieta dentro de la ultraderecha republicana.
La decisión de Trump provocó inquietud en Francia y Reino Unido, por su compromiso con EU en el conflicto sirio. El presidente Trump defendió el repliegue frente a las críticas: “¿Quiere EU ser el agente de policía del Medio Oriente sin recibir nada, salvo gastar vidas preciosas y billones de dólares protegiendo a otros que, en la mayoría de los casos, no aprecian lo que hacemos? ¿Queremos estar allí siempre? Es hora de que otros luchen por fin...”, escribió en su cuenta de Twitter.
Con la renuncia de Mattis, antecedida por la salida de los generales, John Kelly, como jefe de Gabinete y H.R. McMaster, como consejero de Seguridad Nacional, se debilita la influencia del complejo militar industrial en la Casa Blanca.
Los recientes avances y retrocesos en las decisiones de Trump sobre el multimillonario pedido al Congreso en el nuevo presupuesto para financiar el muro en la frontera con México, bajo la amenaza de paralizar el gobierno, los anuncios de aplicar mayor fuerza en la estrategia militar en el Medio Oriente y la marcha atrás con el repliegue de importantes contingentes bélicos de Siria y Afganistán; seguido en América Latina por la brutal presión ejercida sobre el secretario general de la OEA, Diego Almagro, que lo ha conducido al suicidio político, el regreso a la fracasada confrontación con Cuba extendida hoy a Venezuela y Nicaragua, y la enigmática apertura con México mientras moviliza al Ejército en la frontera Sur con el pretexto de amenaza de “invasión” de refugiados centroamericanos, crean una criptografía política que los analistas no logran descifrar.