Internacional

Trump en la ONU

Alfredo García

Un coro de espontáneas carcajadas de jefes de Estado, cancilleres y embajadores, siguió la afirmación del presidente Donald Trump durante su presentación en la ONU:

“En menos de dos años, mi Administración ha logrado más, que casi cualquier administración en la historia de EU”, declaró el presidente. “No esperaba esa reacción... está bien”, respondió Trump entre sorprendido y molesto, después del hilarante rebote. Si no fuera tan trágico, el inesperado incidente podría ser calificado como el mejor chiste del año.

Tras su llegada tarde a la cita donde estaba programado su discurso, en señal de poca relevancia que asigna a la alta organización multilateral, Trump inicio su intervención más como líder inmobiliario en una conferencia internacional sobre bienes raíces, que como presidente de la nación más poderosa del planeta. Bajo el principio de empezar con fuerza, es el mejor preámbulo de una negociación exitosa, amenazó con suspender la ayuda financiera a quien no fuera su aliado: “Vamos a examinar qué funciona y qué no, y si los países que se llevan nuestros dólares y nuestra protección, también buscan nuestros intereses. A partir de ahora, solo vamos a dar ayuda internacional, a quienes nos respeten y a nuestros amigos”, sentenció.

Reafirmando su chauvinista concepción “América Primero”, Trump intentó confundir con sus ideas: “EU siempre elegirá la independencia y la cooperación frente a un gobierno global, y yo respeto el derecho de cada nación en esta sala a seguir sus propias costumbre, creencias y tradiciones. EU no os dirá cómo tenéis que vivir, trabajar o rezar. Solo pediremos que a cambio, respetéis nuestra soberanía”, manifestó el mandatario norteamericano dejando un entorno de incertidumbre.

“Rechazamos la ideología del globalismo y aceptamos la ideología del patriotismo”, afirmó Trump, como si la globalización tuviera sentido sin patriotismo. Su retórica patriotera “como el poderoso amor a tu país”, “la intensa lealtad a tu patria”, que hará “naciones más grandes, regiones más seguras y un mundo mejor”, dejó en el auditorio incógnitas difíciles de descifrar.

De forma transparente Trump estableció no solo el cuestionamiento e irreverencia hacia los lineamientos de la ONU, con los cuales EU se encuentra comprometido, sino su rebeldía hacia las obligaciones como país miembro, en contraste con las exhortaciones del secretario general de la ONU, Antonio Guterres y la presidenta de la Asamblea General, María Fernanda Espinosa Garcés que fue contundente: “El multilateralismo constituye la única respuesta posible a los problemas globales que enfrentamos y debilitarlo o ponerlo en cuestión, solo genera inestabilidad y desconcierto, desconfianza y polarización”.

El presidente norteamericano en su casi dos años de mandato, presentó el expediente de mayor desorden en política exterior que cualquier otra Administración en la historia de EU: Aseguró que no pagará más del 25% del presupuesto para los contingentes de mantenimiento de la paz, cesó su aporte a la agencia de ayuda a los palestinos, trasladó la embajada norteamericana a Jerusalén, se retiró unilateralmente del Acuerdo Nuclear con Irán, reiteró su retirada del Acuerdo de Paris, la UNESCO y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, negó autoridad a la Corte Penal Internacional y advirtió que su país no formará ni respetará ningún organismo global con autoridad sobre migración.

Como falso contrapeso a su récord de confrontación, Trump anunció un nuevo encuentro “bastante pronto” con el presidente de Corea del Norte, Kim Jon-un, bajo la presión de las sanciones impuestas; y se mostró abierto para “entrevistarse en la ONU” con el presidente venezolano, Nicolás Maduro, al mismo tiempo que lidera una insólita campaña mediática en favor de su derrocamiento.